No sé si alguien se siente así, pero este largo confinamiento -palabra que se hace más fea cuanto más la pronuncio- me ha producido una sensación de vacío; de vértigo.
El largo encierro ha producido en mi una situación extraña, como de no tener interés por salir de la jaula ahora que he oído que abrirán la puerta.
Como el personaje de Meursault en el Extranjero, del filósofo y escritor Albert Camus, estoy perdido en el vacío extremo de la indiferencia.
La pandemia nos ha puesto frente a una idea brutal: hagas lo que hagas vas a perder.
A lo largo de estos meses de coronavirus ha habido pocos aciertos y muchos errores.
Es verdad que es una situación nueva para todos, pero también es cierto que la crisis ha revelado muchas realidades ocultas.
En fuera de juego
Y es que esta pandemia ha dejado descolocado y en fuera de juego a todo el mundo, desde la sociedad, en general, pasando por polìticos, empresarios, trabajadores, y hasta a nuestro Sistema Sanitario.
Ahora la verdad, sacada a flote por la Covid-19, es que todo estaba sobrevalorado y todos desconocíamos nuestras debilidades.
Empezando por nuestra Sistema Sanitario que efectivamente, es bueno, pero no tanto como se había publicitado.
Ahora se ha visto que tal vez tengamos mucha aristocracia (especialistas) pero nos faltan plebeyos; es decir médicos de atención primaria, personal de enfermería y camas. Esa es la verdad.
Asimismo, muchos políticos creian -y muchos creen aún- que son lo que no son.
Digamos que su cociente intelectual está muy por debajo del que ellos mismos suponen, tal vez porque los test de medición que les hicieron en su día eran tan falsos como los de los chinos.
Enseñanzas
En general, una de las enseñanzas que debemos sacar es que no somos invencibles.
Pero tampoco lo es la economía ultraliberal con sus desprecios a la solidaridad, al medio ambiente y hasta los trabajadores.
Un gigante con los pies de barro que ahora ha sido derribado de un plumazo por un virus que parecía insignificante.
Pero como dije al principio, esta situación que atravesamos es más difícil aún porque es la típica en la que siempre pierdes.
Si cuidas la salud en extremo, la economía se va a pique, y si la economía se va a pique la salud se hace insostenible.
Eso ha conducido a nuestros líderes a la parálisis, la negligencia o el autoritarismo, cuando no a la ineficacia y la soberbia, por eso creo que los ciudadanos dependemos más que nunca de nosotros mismos.
Sin embargo, viendo lo que veo cada día, dudo mucho que nos hayamos dado cuenta de las consecuencias que nuestros comportamientos tienen en los otros.
Es como si uno se contemplara a sí mismo y lo que le está pasando, desde la lejanía, como si fuera ajeno a ella. Por eso me he acordado del pobre Meursault.
Existencialismo
Es como no sentir nada mientras la bota del vacío extremo nos pisa el cuello como a los Existencialistas.
Hay quien proclama y propaga que nada va a ser como antes, pero yo añadiría: ¿alguien va a ser como antes? y otra pregunta ¿quién va a pagar los platos rotos?
Si, como otras veces, la pandemia solo va a aumentar la brecha de la pobreza, de los mas débiles, entonces creo que, efectivamente, nada va a ser como antes, sino peor que antes.
Si NO nos planteamos en serio que nuestro modo de vida actual es insostenible, este sufrimiento no habrá servido para nada.
Así que quienes tienen el poder: política y economía, sobre todo, deben abordar esa reconversión inmediata hacia otros modelos de mando y otros modelos económicos,
Y, si no es así, solo la sociedad puede obligarles a cambiar de una vez su rumbo.
Cambio imprescindible
Seguir creyendo que el mercado libre puede regularlo todo es una locura que solo dará lugar a tremendas desigualdades sociales, económicas y culturales, y también -ya lo estamos viendo- a radicalismos, nacionalismos, y racismo.
Es preciso recuperar la Salud Pública como prevención de enfermedad, la solidaridad como relación social, la educación como forma de avanzar, y la cultura y el respeto como forma de vida.
Un virus invisible ha sido suficiente para poner al mundo contra la pared y mostrar sus contradicciones y debilidades.
En tiempos de pandemia, nos enseña Albert Camus, se toma conciencia sobre todo de los sufrimientos y de las injusticias que afligen a los humillados.
Y esto hay que recordarlo siempre.
El hombre no tiene control sobre nada, la irracionalidad de la vida es inevitable y la peste, en forma de coronavirus, representa el absurdo de nuestro modo de vida.
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