Los ojos de la guerra

Los ojos de la guerra es el título de un libro que recoge las andanzas de nuestros mejores corresponsales de guerra. En Sierra Leona, Saigón o Panamá, que tanto da.

Alli donde había un conflicto, iban ellos para contarnos todo lo que pasaba y sentían en otros lugares del mundo.

Manuel Leguineche, Miguel Gil, Gervasio Sánchez, Vicente Romero, Diego Carcedo, Maruja Torres, Arturo Pérez Reverte….y tantos otros a los que los incipientes periodistas envidiábamos por estar en primera línea de fuego.

Primera línea que, en muchos casos, creaba adicción al peligro, como se refleja claramente en la película el año en que vivimos peligrosamente, de Peter Weir.

Homenaje a Sara

Pero ahora, el año que vivimos peligrosamente es este 2020 por culpa de la Covid-19, y nuestros sanitarios no creo que sean adictos al peligro.

Salvo eso, todo es igual. Están en guerra y sus ojos, los ojos de la guerra, son los que ven los pacientes por encima de las mascarillas..

Asi que esta columna es mi homenaje para Sara; la auxiliar de enfermería de la foto, que trabaja en la residencia Casaquinta, de Ciempozuelos, madrid, y por extensión para todos los que nos cuidan.

Unos ojos que nos miran con ternura, con cariño y que, a falta de abrazos o una caricia, concentran en la mirada todo lo que nos quieren decir y no pueden.

Todo lo que nos quieren transmitir y no pueden.

Todo lo que les gustaría decirles a aquellos a quienes la vida va a abandonar de inmediato, pero no pueden.

Y es que hoy, en esta guerra contra un enemigo invisible, las balas salen del esfuerzo, del cansancio y del sufrimiento de estos profesionales.

El petróleo, es la vida

Así es que, en el presente, esta guerra televisada no es contra ningún gobierno, facción insurgente o revolucionarios.

No hay petróleo de por medio por el que luchar, ni vidas inocentes que sesgar como daño colateral.

El petróleo por el que luchar en 2020 es la vida, y los ojos de la guerra que estamos librando, la de todas las personas que trabajan no solo en el sector saniario sino en cualquier lugar de cara al público.

Es más, creo que si toda la población se pusiera mascarilla (que no hay para todos) hoy los ojos de la guerra seríamos todos.

Ansiada libertad

La calle, el cielo, la libertad perdida. Así comienza la memoria de cada uno al despertar.

Un nuevo día dispuestos a intentar ser felices y que ese mañana «libres», con el que soñamos, se haga realidad.

Pero aún resuenan las sirenas de las ambulancias que se cruzan en nuestros oidos como si fuera una grabación en 8D.

Ambulancias que, sin querer, rocian las calles con el ungüento pegajoso del miedo.

En las cruzadas del siglo XI los nobles y sus asistentes luchaban con o contra Bizancio por envidia del alto nivel de vida de los nobles bizantinos, egipcios o persas.

Cruzada del siglo XXI

Ahora, en esta cruzada del siglo XXI todos buscamos a Dios y al cielo protector como sistema inmunológico para el alma, mientras nuestros/as sanitarios/as desenvainan sus espadas contra un enemigo invisible.

La vida es la suma de todas tus elecciones, escribió Albert Camus, signficativas o ínfimas, nuestra acciones conforman el futuro e inspiran a otros a lo largo del camino.

Por eso hoy nos recuerdan, a veces con machacona perseverancia, que nos quedemos en casa y que hagamos de los dias como si fuera un domingo.

Pero los que no tienen domingo ni nada son quienes nos cuidan, por eso nunca estaremos suficientemente agradecidos a ellos.

Gracias, Sara, y por extensión a todas las personas que trabajan en el mundo sanitario, por dejar asomarnos al balcón de tus ojos y preguntarnos: ¿cuando será mañana?

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