Mis abuelas no pueden cocinar porque ya fallecieron y mi madre no está en condiciones de hacerlo por razones que no vienen al caso.
Así que hace tiempo que tomé el mando de las operaciones culinarias que ahora muchas familias retoman por culpa del coronavirus.
Amo de casa
El caso es que también plancho, y frego el suelo y lavo la ropa…soy un amo de casa en toda regla, aunque odie limpiar la cocina. Y es que el mejor escribiente echa un borrón de vez en cuando; y yo odio eso.
Los que delegábamos por necesidad o falta de tiempo las labores del hogar en nuestras madres, parejas, esposas…..en las mujeres, en general, supimos, cuando nos independizamos, porqué se quejaba nuestra madre de estar todo el día sola, esclava de la casa, de la limpieza y del qué pongo hoy para comer.
Alarma culinaria
Cuando mi madre hacía esa pregunta era porque estaba al límite, a punto de declarar el estado de alarma culinario.
Ni siquiera mi hermano pequeño, que, sen sentido figurado, era como Torra y no quería que nadie entrara en su habitación, aunque era la más desastrosa de todas, sabía cómo contestarla.
Uno decía croquetas, el otro albóndigas y los más compresivos con este presidente del Gobierno que eran las madres, le decíamos que cualquier cosa; que todo estaba rico.
Pero el presidente no se conformaba con una respuesta tan neutra porque el ¿qué pongo para comer? era un asunto de vital importancia que podía trastocar la vida de toda la familia o el país.
Se trataba de dilucidar si hacía un guiso, con lo cuál la mayor parte del tiempo se iría en la preparación porque el resto se hace solo a fuego lento, o una bechamel de croquetas que precisa un cuidado constante para que no se quemen la leche y la harina.
Cruda realidad
Hoy los que desconocían este dilema, viven en sus carnes la cruda realidad: la ofuscación de no poder salir a la calle; la angustia por no ver o relacionarte con nadie o hacerlo siempre con los mismos las 24 horas del día durante 15 días (como poco).
Pero lo peor, y eso es con lo que nadie contaba, es preguntarse y responder a la frase de qué pongo hoy para comer.
Eso solo lo saben las amas/os de casa y los parados/as. Y también el sufrimiento que conlleva.
Si por mi fuera pondría lo que en el súper se me metiera por los ojos, pero tengo dos hijos muy delicados que echan para atrás los trozos de verdura, ayer puse espárragos con huevo, buenísimos y La Niña se hizo un huevo con tomate frito.
Ser ama y amo de casa es más difícil de lo que parece, Eva