Cuando era pequeño, cada vez que mi tío se comía alguna especie “no apta para niños” y le mirábamos con cara de sorpresa, decía, riéndose: “ave que vuela, a la cazuela”.
Era una costumbre tan popular como poner una medalla de plata a cocer junto a las setas, y si se oxidaba, significaba que éstas eran venenosas y no podían consumirse .
Eso hasta que se murió el Anselmo, el primo del colorao. (En el pueblo le llamaban colorao porque se ponía rojo en cuanto le daba el sol y porque era pelirrojo).
Entonces se dieron cuenta, y mi abuela la primera, de que el método fallaba. Y desde entonces no volvieron a entrar setas de monte en su casa.
También se decía que «agua corriente, no mata a la gente» cuando bebían directamente de un río, pero, claro, ¿y si torrente arriba había una vaca muerta?
En fin, que lo que hacía el primo del colorao, pero multiplicado por mil, es lo que hacen los chinos de Wuhan. Con la diferencia de que los asiáticos han transmitido un virus letal a todo el Mundo.
Cultura peculiar
Y es que parece que se nos ha olvidado que fue en China donde comenzó esta pandemia.
Seguramente por razones que tienen que ver con su cultura de convivencia total (y digo total) con los animales, y por su costumbre de comerse todo bicho viviente.
Bichos vivientes entre los que se encuentran los murciélagos y los pangolines, que son reservorios absolutos de montones de virus agresivos , como los coronavirus, que están deseando saltar de los animales a los humanos.
Y es que los chinos no sólo han sido origen de esta y otras infecciones como el SARS 1 y la gripe aviar, sino que nos venden los remedios.
Así se convierten en causantes de la infección y ahora, por lo que parece, en los controladores del mercado de mascarillas, test, respiradores, guantes y hasta de paracetamol.
O lo que es lo mismo, nos colocan veneno y nos venden el antídoto o, en este caso, la prevención, en un ejercicio de macromarketing maquiavélico increíble.
Lavado de imagen
Por otro lado, ninguna campaña de lavado de imagen ha sido tan eficaz como la que estamos conociendo.
Ni la propaganda de Goebbels en la Alemania nazi convenció tan rápido a la opinión publica de sus inocentes intenciones.
Los chinos regalan millones de mascarillas a España, mandan médicos expertos a Italia…y así se van forjando una opinión pública favorable. Pasito a pasito, como son ellos.
Un lavado de cara en toda regla y una lección magistral de cómo mejorar la imagen/país con el marketing.
Ni siquiera cuando el «poco popular» presidente norteamericano, Tromp, como diría Maduro, le ha llamado el virus chino, se ha resentido su reputación.
Es más, inmediatamente la propaganda china ha contraatacado diciendo que el virus se había concebido en un laboratorio americano.
Hechos ciertos
Pero los hechos a veces son tozudos y dan que pensar. Por ejemplo, que el mercado bursátil chino no colapsara y haya caído la mitad que el resto del mundo.
Su principal indicador, el CSI 300, ha perdido en el conjunto del año un 9% (y ya crece al 5 %), frente al 26% que cae Europa, el 19% de EEUU o el 18% que se deja el Nikkei japonés en este periodo.
Aparte de eso, Estados Unidos y Europa en 15 días tienen más afectados y muertos que China desde diciembre.
Otra más. Que por muy chinos que sean, construyeron hospitales en diez días, como si supieran lo que iba a pasar y tuvieran los bloques prefabricados guardados bajo el colchón…como si fueran gallinas.
Así que es lógico que, si sumamos la censura impuesta a la libertad de información, nadie se fie de ellos.
Por eso, cuando hace unos días el Gobierno chino anunció que iba a tomar medidas para reducir o evitar la venta y consumo de animales salvajes vivos o muertos en los mercados, yo elevé las cejas como si fuera el mismísimo Carlos Sobera.
¡Pero si llevan amagando con esta prohibición desde hace años y ahí siguen!. (pensé)
Así es que yo hasta que no vea dentro de una galleta de la suerte china el mensaje de que se prohíbe “El Ave que vuela, a la cazuela», no me creo nada de nada.
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