Auschwitz: la memoria del horror que nunca hay que olvidar

No hay nada que pueda justificar el horror de Auschwitz, una de las mayores atrocidades cometidas por la especie humana, y más concretamente los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial.

Y tampoco hay película o documental que nos acerque, ni de lejos, a lo que debieron sufrir los presos (niños, mujeres, y hombres) que llegaban hasta estos campos de exterminio donde se les gaseaba por conspirar contra el ‘Reich’, aunque tuvieran tres años de edad.

Nosotros estuvimos allí, sobre el terreno, y aún nos tiemblan las piernas. Una lección de historia que, visto lo visto, no sabemos si la humanidad ha aprendido o aprenderá alguna vez.

Cracovia

Cracovia, la ciudad más cercana a Auchwitz, es, probablemente, la más  bonita y completa de Polonia.

Y en todo ello seguro que tiene que ver el hecho de que cuente con una Plaza del Mercado majestuosa, un castillo (de Wawel) extraordinario y un centro histórico que practicamente se halla intacto.

Pero Cracovia debe su belleza, al menos en parte, a que los alemanes (nazis) conquistaron la ciudad en apenas cinco dias y sin resistencia y establecieron aquí su cuartel general en Polonia.

Dice la historia que la invasión de Polonia formó parte de un plan (y acuerdo) urdido por Hitler y Stalin para repartirse el país, pero el resultado de este enorme desatino ya lo conoce todo el mundo.

Entrada al campo de Auschwtiz I
 

Campos de exterminio

Sin embargo, en nuestra visita a Cracovia, teníamos la necesidad de acercarnos y visitar uno de los horrores más espeluznantes del siglo XX y una de las vergüenzas (en este caso alemana) más despreciables.

Nos referimos, claro está, a los campos de concentración (y exterminio) de Auschwitz (I y II), situados apenas a 70 Km. de esta capital.

En ellos murieron quemadas, gaseadas, fusiladas o a manos del doctor Mengele, 1.500.000 personas, la mayoría judíos, y muchas mujeres y niños.

La realidad y la ficción

Habíamos visto muchos documentales y películas como la lista de Schlinder, el diaro de Ana Frank, Exodo, La Vida es Bella. el Pianista…pero desconocíamos lo que significa vivir el pavor en directo.

Fue pisar Auschwitz y al que mas y al que menos le temblaron las piernas recorriendo los pabellones que quedan en pie.

Y no queda mucho dado que Rudolph Hoss, el comandante del campo ordenó destruirlo todo cuando ya se veía que Alemania perdería la guerra.

En estos pabellones vivían hacinados, por decir algo, los presos, hombres, mujeres y niños, éstos últimos, acusados de conspiración.

También vimos las vías y los vagones de tren y el lugar donde ya se discriminaba entre quienes iban directamente a la cámara de gas y/o al horno crematorio, o quienes iban a picar piedra hasta sus últimos días.

Los niños era gaseados «por conspirar»
 

Experimentos Mengele

En cuanto al resto de presos (los primeros fueron miembros de la resistencia polaca), y salvo en lo que se refiere a los gitanos, que tenían cierta afinidad con los nazis (alguna mujer llegó a casarse con un oficial de las SS) , mujeres, hombres y niños servían de conejillos de india.

Con ellos, el tristemente famoso doctor Joseph Mengele y sus secuaces realizaran curiosos ‘ensayos clínicos a lo nazi’.

Uno de ellos, por ejemplo, intentaba averiguar cuantos días aguantaba un cuerpo sin comer y/o beber.

También, cuanto resistía un preso atado a un palo mientras le estiraban con sogas de brazos y piernas, cómo esterilizar a las mujeres o cómo hacer distintos tipos de abortos o trasplantes.

Pabellones donde se encerraba a los presos

Horror contínuo

En realidad, todo es un horror continuo y continuado; tanto, que hay visitantes que se ponen a llorar desde que pasan el alambre de espino.

Y eso ocurre incluso antes de ver, en Auschwitz I, el pabellón en que estaban encerrados los niños a los que gaseaban por ‘conspirar’ contra el tercer Reich.

Pabellones y pabellones, a cuál peor, rudimentarias literas de tres, colchones y mantas en el suelo, la consulta de Mengele…

Un poco más allá, al otro lado de una valla con doble alambre de espino y callejón de seguridad, la lujosa casa donde Rudolf Hoss vivia con su familia.

Alambradas y pasillo de seguridad con minas y perros adiestrados

La vida de Hoss

Éste fue teniente coronel de las SS desde 1942 y comandante del campo de Auschwitz desde 1940 hasta 1943.

Tras abandonar el campo de exterminio, en noviembre de 1943, Höss fue nombrado jefe de la sección política de la Inspección de Campos de la WUHA (Dirección General de Economía y Administración).

Fue detenido el  11 de marzo de 1946 por la Policía Militar Británica en Flossenburg, cerca de la frontera danesa, donde trabajaba escondido con identidad falsa en una granja agrícola.

Acusado en los juicios de Nuremberg, desde esta ciudad alemana fue trasladado en mayo de 1946 a Polonia, lugar donde debía responder de la muerte de millón y medio de personas.

Rudolf Höss sería juzgado en Cracovia y ahorcado en Auschwitz el 7 de abril de 1947.

La visita

Actualmente es posible visitar dos campos: Auschwitz I, el campo de concentración original, y Auschwitz II (Birkenau), construido posteriormente como campo de exterminio.

El primero fue edificado para albergar a los prisioneros políticos polacos que ya no cabían en las cárceles.

Así que Auschwitz I fue el campo de concentración original y el centro administrativo del complejo que se construyó posteriormente.

Los primeros en llegar al campo fueron. como se ha dicho, los prisioneros políticos del ejército polaco, pero no tardaron en seguirles miembros de la resistencia, intelectuales, homosexuales, gitanos y judíos.

Auschwitz II-Birkenau
 

La mayoría de los judíos eran engañados por los nazis que les vendían imaginarias parcelas y casas y les ofrecían llamativos puestos de trabajo para que llevaran consigo sus bienes más valiosos.

Tras un largo viaje que los dejaba exhaustos llegaban al campo de concentración, donde si no eran considerados aptos para trabajar eran asesinados, y si lo eran, trabajaban prácticamente hasta su muerte.

Dos prisioneros de Auschwitz

Arbeit macht frei

Nada más atravesar la puerta de entrada de Auschwitz I los recién llegados se encontraban con la enorme inscripción «Arbeit macht frei» (el trabajo hace libre), algo que hacía pensar a los prisioneros que en algún momento iban a lograr salir del campo.

Además de los barracones en los que se hacinaban los prisioneros, el campo estaba dividido en diferentes bloques entre los que destacaba el número 11, conocido como «el bloque de la muerte».

Era el lugar en el que se aplicaban los castigos, consistentes en encierros en celdas minúsculas en las que se dejaba a los prisioneros morir de hambre, o bien eran ejecutados o colgados.

Hoy el paseo por este lugar sigue siendo espeluznante y la celdas auténticas ratoneras sin casi ventilación.

Las cifras de los que perdieron la vida en Auschwitz

Pelo y zapatos

A lo largo de los diferentes bloques del campo se pueden ver exposiciones en las que se muestran las condiciones en las que malvivían los prisioneros.

También se puede ver una pequeña parte de la inmensa colección de los objetos que fueron robados a los prisioneros antes de asesinarlos.

Objetos como botas, maletas, gafas, ollas…incluso pelo, que era vendido para la fabricación de telas que en ocasiones los nazis llevaban en sus abrigos.

Todo es apabullante, triste o indignante… como la foto de los zapatos que está al principio de este reportaje, o absolutamente macabro como lo señalado que hacían con el pelo.

Torretas de vigilancia en Auschwitz II.Bikernau

Segundo campo

El segundo campo y el de mayor tamaño que se construyó, es el que se conoce como Auschwitz II-Bikernau.

Fue levantado en 1941 en la localidad de Bikernau (a 3 kilómetros del campo principal) como parte del plan de la Alemania nazi conocido como “Solución final” en el que se pretendía aniquilar a la población judía.

El campo contaba con una extensión de 175 hectáreas y se encontraba dividido en varias secciones delimitadas con alambres de púas y verjas electrificadas.

Este, muchísimo más grande que el otro, no era un campo de trabajo igual que los demás, sino que se construyó con la función de exterminar a los prisioneros que entraban en él.

Para ello fue equipado con cinco cámaras de gas y hornos crematorios, cada uno de ellos con capacidad para 2.500 prisioneros pero que, como hemos señalado, fueron destruidos por los nazis antes de su derrota para que no quedara rastro de sus horrores.

Sin embargio, no consiguieron destruir las celdas y el horno crematorio de Auschwitz I, que ahora te muestran como final de la visita a este primer campo.

Los visitantes, como si fueran los mismos reos, arrastran sus pies por las mazmorras como si sus piernas se negaran a seguir caminando.

Hornos crematorios

Cuando llegas al final, te encuentras los hornos y es cuando te preguntas, de nuevo, qué mentes tan retorcidas e inhumanas pueden llegar a cometer tales atrocidades.

El silencio y el deambular de los visitantes convierten en aún más tétrica la visión. Innenarrable.

Horno Crematorio en Auschwitz I

Volviendo a Biekernau, al que te llevan en un autobús desde el campo I, aparte de lo inmenso que es, lo primero que llama la atención son las vías que se cruzan en medio del recinto.

Un vagón de carga recuerda los trenes que transportaban a los reos en un terrible viaje de varios días en el que no recibían agua ni comida.

A la llegada a Biekernau los prisioneros eran seleccionados en distintos grupos.

Unos iban a parar directamente a las cámaras de gas y otros eran enviados a los campos de trabajo o empleados para la realización de experimentos, como los mencionados del psicópata doctor Mengele.

Los prisioneros considerados poco aptos para trabajar (o ancianos) eran trasladados hasta las cámaras de gas directamente.

Allí se les informaba de que iban a recibir una ducha y, tras dejar sus pertenencias en una sala, eran encerrados y asesinados con el pesticida Zyklon B.

Vagón de transporte de prisioneros en Biekernau

Cuando todos habían muerto se revisaba que no tuvieran ningún objeto de valor (dientes de oro, pendientes…) y eran llevados a los hornos crematorios.

Aunque en un primer momento no se llevaba a las mujeres al campo, en 1942 comenzaron a trasladarlas a Auschwitz II, donde eran asesinadas u obligadas a participar en crueles experimentos de distinta índole que tenían lugar en el campo principal.

Nazis a la fuga

En 1945 el ejército ruso avanzaba a pasos de gigante hacia Polonia, por lo que los nazis decidieron evacuar Auschwitz con duras marchas que para muchos de los prisioneros resultaron mortales.

En su intento de ocultar el horror, repartieron y escondieron a los prisioneros por distintos bosques de Polonia y Alemania. 

El 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberaron a los prisioneros que quedaban en el campo, aunque por desgracia la mayoría de ellos se encontraban enfermos y apenas con vida.

Una especie de mausoleo en Biekernau recuerda, recuerda, y recuerda, en varios idiomas que esta lección no se nos puede olvidar.

Está escrita en Español de milagro porque, como en tantas otras ocasiones, España no figura en la placa de honor de los países que contribuyeron de alguna forma a honrar a los asesinados.

Cómo llegar

Lo más razonable es contratar un tour con guia, pero recuerda que solo hay 8 guias en español por 80 en inglés, asi que es posible que no encuentres la plaza a la hora que tu quieres si no lo reservas con antelación. Para ello, puedes comprar las entradas por internet.

Si alquilaste un coche, y no te dejaran aparcar dentro del reciento, justo enfrente de Auchwitz I hay una zona industrial y de colegios mayores donde hay todo el sitio que quieras.

También puedes contratar el tour en Cracovia e ir desde alli en autocar. El precio está en unos 35 euros e incluye la entrada a los dos campos y la visita completa dura unas cuatro horas.

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2 comentarios en «Auschwitz: la memoria del horror que nunca hay que olvidar»

  1. Fuerte. Triste. Pero sin palabras para su excelente reportaje! Y aun muchos nos quejamos hoy??? Muchos otros la pasaron mas que fatal. 😔 Este increible reportaje me trae a memoria la tan popular pelicula de Roberto Berini » La vida es bella»

    Felicitaciones!!!

    1. Si, muy triste y muy poco edificante para la historia de la humanidad. He tratado de contar lo que vimos y sentimos en aquél lugar…y, he de confesarte, que tuvimos dudas en si ir o no, porque sabíamos que íbamos a sufrir.

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