Las cosas no pintan bien y hoy, y sin que sirva de precedente, me voy a poner serio. Serio para rezar por las personas que han fallecido y mandar un abrazo a sus familiares, y serio por todos los que trabajan de cara al público y siguen al pie del cañon.
Me voy a poner serio, porque no se pondera lo suficiente al «otro» personal que trabaja en hospitales y residencias de ancianos, muchos de ellos hasta hace nada a pecho descubierto, y que se han convertido en otros héroes anónimos.
Me voy a poner serio, porque están muriendo demasiadas personas -muchos de ellos ancianos y ancianas- que son la memoria de nuestro pasado, de las familias y hasta de la humanidad .
Raíces
Me voy a poner serio porque están despareciendo nuestras raíces por culpa de un virus que actúa igual que una segadora mal calibrada que arranca cada planta desde lo más profundo de la tierra .
Me voy a poner serio porque el coronavirus no sólo nos ha quitado la libertad, el trabajo, la salud y hasta la sonrisa, sino porque, el muy perro, nos está arrebatando el pasado.
Me voy a poner serio, porque hay algo raro en el ambiente y da la impresión de que no nos cuentan todo y que los científicos apenas saben nada de esta pandemia.
Y es que este virus “hijo de Satanás” quiere más, mucho más, y como en la leyenda del Puente del Diablo, situado en Borgo a Mozzano, en la provincia de Lucca , quiere arrebatarnos hasta el alma.
La leyenda
La leyenda dice que fue tal la dificultad que surgió para la construcción del puente que el maestro de obras, desesperado ante la imposibilidad de cumplir con el plazo para su finalización, se echó a llorar frente al río Serchio.
Entonces se le apareció el diablo y le propuso un pacto: el intercambio del alma del primero que pasase por el puente a cambio de terminarlo en una noche.
El hombre aceptó y el diablo finalizó el encargo consiguiendo que no se derrumbase a pesar del peso de las piedras.
Sin embargo, este pacto no dejaba de atormentar al hombre que le confesó al alcalde de la ciudad su acuerdo. Entre ambos decidieron no dejar pasar a nadie hasta que encontraran una solución. Y la encontraron.
La imaginación al poder
El pacto con el diablo hablaba de quedarse con el alma del primero que pasase, sin especificar que tuviera que ser un humano.
Así que hicieron cruzar el puente a un cerdo (una variante de la leyenda dice que fue un perro blanco). El diablo, enfurecido se lanzó a las profundidades del río y desapareció para siempre.
La leyenda también cuenta que en las tardes de otoño un perro blanco aparece aullando rabiosamente, prometiendo venganza.
Así que si alguien tiene un cerdo en su casa, a ser posible robotizado, que lo eche a la calle para que el puñetero virus se vaya para siempre.