Toscana: una guía para disfrutar en el corazón de Italia

Quién no ha oido hablar de la Toscana italiana? Su nombre, como el de Jamaica, Croacia, México o los Fiordos es tan evocador que con solo citarlo vienen a nuestro cerebro imágenes del paraíso.

Y no es para menos, porque La Toscana lo tiene todo, hasta mar si consideramos la costa de Pisa como tal.

Aquí tenéis una guía completa para un viaje de 11 días por si aún no sabeis donde ir este verano, aunque también podeis ajustarlo a una semana, si no teneis más tiempo.

En esta guía llegaremos por vía aérea hasta Pisa y allí alquilaremos un coche con el que recorremos casi toda la Toscana hasta llegar a Florencia: una de las ciudades más bellas del mundo.

Si te apetece venir con nosotros y disfrutar de este recorrido maravilloso por lugares tan emblemáticos como Chianti, Pienza, Siena, Lucca, San Gimignano, Pisa, San Quirico D’Orcia, Monterrigioni, Il Ponte del Diavolo…no dejes de leer esta guía.

Dia 1 a 3

Tras aterrizar en Pisa y recoger el coche alquilado que habíamos reservado desde España vía web en rentalcars (donde siempre hay buenos precios y descuentos), nos dirigimos a través del norte de la Toscana a nuestro primer destino para pernoctar en Lucca: la ciudad de las 100 torres. Este será nuestro ‘cuartel general’ del norte.

Lucca

Lucca es ‘el patito feo’ de la Toscana o eso nos pareció a nosotros porque no aparece destacada en las guías como debiera por su categoría.

Situada entre Florencia y Pisa, ha sufrido cierto ninguneo turístico, aunque es una de las más hermosas urbes toscanas.

Conocida como “la ciudad de las 100 torres y las 100 iglesias”, su casco histórico guarda aún una docena larga de iglesias, campanarios y palacios renacentistas.

El corazón de Lucca está rodeo por una muralla que es tan ancha y está tan bien conservada que, en realidad, es un parque al aire libre por donde la gente monta en bici, pasea o hace running.

La ciudad, aparte de la citada muralla renacentista (s. XVI), cuenta con joyas como el Palazzo y, sobre todo, la Torre Guinigi (siglo XIV), que perteneció a la familia del mismo nombre y una de las más afamadas de Lucca.

El palacio alberga actualmente el Museo Nacional, pero lo que realmente llama la atención es su torre de defensa de 41 metros de altura.

Y no solo porque desde ella se divise toda la ciudad, sino porque en lo alto de la torre hay árboles y un jardín plantado a 40 metros del suelo. Que no se te olvide subir.

Gastronomía

La Gastronomía toscana tiene poco que ver con el arquetipo de las pizzas -por mucho que en Florencia la pizza sea el ‘alpiste’ de los guiris- y en ella destacan desde la trufa negra de San Miniato, a la Ribollita (una sopa de verduras), pasando por los faggioli (judías blancas) o las tripas fiorentinas (callos).

En el norte, además, está muy arraigado el movimiento ‘Slow food’ que en Italia adquiere tal carta de naturaleza que cuentan con guías de restaurantes y vinos todos ‘slow’.

Así que no nos podíamos ir de allí sin conocer esta cocina y para ello nos dirigimos hasta uno de los mejores -si no el mejor- restaurante de slow food: I Diavoletti.

I Diavoletti

El restaurante se halla en medio de la campiña, y hace más cocina piamontesa (la regíon más al norte) que Toscana, propiamente dicha, pero esto se debe a que Alda (la chef) y Paola Bosi, su hermana, son seguidoras y ‘militantes’ del movimiento slow food que tanto predicamento tiene en Italia.

Fundado por Carlo Petrini en 1989, justo el año de la caída del muro de Berlín, este movimiento agrogastronómico surge para reivindicar la cocina tradicional, los productos de cercanía, lo que ahora llamaríamos cocina de kilómetro cero, frente a la fast food.

Alda Bosi

Garmugia

Aquí podreis tomar la famosa garmugia, que con una base de caldo de carne, es una menestra de verduras que contiene habas, alcachofas…

Además tampoco debeis perderos la crepe di formentone ottofile e fagioli cannellini di San Ginese o los Pici con ragú blanco de cinta senese.

Por la zona está el puente del Diablo, una joya que tampoco os debeis perder…ni su inquietante leyenda.

El Puente del diablo y yo, firmando el reportaje

Pisa

Desde el cuartel general de Lucca es fácil desplazarse hasta Pisa y recordar porqué la torre sigue inclinada.

Son las cosas de la vida…y eran las cosas del fascio. Por eso ‘el bueno’ de Benito Mussolini intentó enderezar –a la fuerza- la inclinada torre de Pisa y casi consigue derrumbarla.

La famosa torre inclinada de Pisa

Pero el campanario, que tal vez se vaya al suelo algún día, porque sigue torcido, también destapó el odio de las tropas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial, ya que EEUU decidió demoler todas las torres de la ciudad (incluía esta), dado que según ellos podían ser refugio de francotiradores.

Indulto al campanario

Afortunadamente, nada de eso ocurrió y el campanario fue indultado en el último instante.

En fin, que la plaza del Milagro (ahora ya sabéis porqué se llama así) que es lo más bonito de la ciudad de Pisa, sigue en pie. Y debeís ir a verla y entrar (subir) hasta lo más alto. No os arrepentireis.

Edificaciones de la plaza del Milagro desde lo alto de la Torre

Gastronomía en la abubilla

Casi por casualidad y a la salida de Pisa nos encontramos, bueno, en realidad íbamos buscando Monterrigione, el pueblo del tartuffo nero (trufa negra); es decir, San Miniato.

Minúsculo, y en medio de la montaña, esconde uno de los lugares más sorprendentes para comer. Se trata del restaurante L’Upupa, la abubilla, regentado por el expiloto de fórmula 1 Roberto Ascani, desde hace años reconvertido a cocinero. Sus tripas florentinas con trufa negra son insuperables.

Dia 4 a 7

Una vez recorridos los territorios del norte de la Toscana, nos dirijimos al centro neurálgico de la región.

Allí nos esperaban algunas de las joyas más preciadas como la campiña de San Quirico D’Orcia, pero, sobre todo Siena y San Gimignano, donde conocimos al mejor heladero del mundo, Sergio Dondoli y probamos sus maravillosos helados.

San Gimignano

¿Sabíais que Nueva York tiene un homónimo medieval? Pues así es y nosotros lo encontramos. Se llama San Gimignano y está al norte de Siena, sobre una colina toscana.

Pequeño y amurallado, y famoso por sus torres –gemelas-, algunos habitantes señalan a quienes les preguntan que los que viven allí ‘están locos’ -tal cuál- o que se vuelven locos comco consecuencia de vivir encerrados entre murallas.

Nosotros no sabemos si será verdad, pero vosotros si estareis locos si no vais a ver este pueblo tan espectacular. Se puede subir a las torres y la vista des arriba es tabn espectacular como podeis suponer.

Da pode

Aunque Barga, Lucca y Pisa pertenecen a la Toscana, el verdadero y característico paisaje de esta región italiana empieza a vislumbrarse a partir de San Gimignano.

Parece una acuarela, pero es una foto, La Crete Senesi

Sobre todo, a partir de la región de ‘La Crete’ (Creta), al sureste de Siena, en la carretera que va hacia San Quirico D’Orcia, con sus cipreses, sus casas de campo y sus ermitas.

Sala «con vistas» de Da Pode

Y es que este paisaje tan bucólico y de postal, empieza a sentirse cuando uno llega al jardín del restaurante Da Pode, justo a la salida de San Gimignano, Sovestro.

Tomar un aperitivo de queso pecorino con compota de pera junto a una botella fria de rosso (nuestro rosado) de Pietraserena, no tiene precio.

De hecho, lo que recomendamos es que no os conformeis con cualquier restaurante fast food del pueblo.

Hay que salir hasta Sovestro y dejar que Sergio Failli y su esposa os seduzcan con su extraordinaria cocina y en un entorno inigualable.

Siena

Decir que Siena es uno de los lugares más bonitos de Toscana no tiene nada de sorprendente, pero añadir que se nota que ha perdido la batalla del turismo frente a la todopoderosa Florencia, ya tiene más miga.

Porque Siena es preciosa y más abarcable que Firenze, pero, siendo más ‘universitaria’, es más lúgubre, más triste.

La piazza dei Campi por la noche

En esta ciudad Toscana si te descuidas más allá de las 21,30 será difícil que cenes, y sus calles, salvo la piazza dei Campi, están demasiado oscuras; con poca luz, vamos…como de retirada.

Pero es un lugar de visita inleduble para recorrer sus calles medievales y maravillosas. Si vas en agosto puede que te encuentres con el maravilloso follón de ‘Il Palio’, pero la pena soportar las incomodidades de estar lleno de gente.

La creta

No muy lejos de Siena, ya en pleno corazón de la Toscana, está la Creta auténtica con San Quirico D’Orcia, Montalcino y Montepulciano.

Con mi moto en Pienza

Tierra de los famosos vinos Barolos, y en medio de ellos, Pienza, que es como un cuento de hadas; el pueblo del amor por excelencia.

Si no lo crees no tienes más que recorrer sus calles dedicadas al amor, al beso… una monada, para que vamos a engañarnos.

Taverna di Ciacco

Aparte de los lugares típicos y cercanos a la Plaza del Campo, si ya estais en Siena, como hemos dicho no hay que perderse los paisajes de la Crete Senesi, sus cipreses y ermitas, como tampoco deberíais perderos la cocina de Giorgo Costa en la Taverna di Ciacco en San Quirico D’Orcia.

De todas las que probamos, la que se acerca más a las elaboraciones de autor y la más cercana a la estrella Michelin, sin ninguna duda. Además, los vinos de la zona son estupendos, auténticas joyas de la enología local.

Dias 7 a 11

Florencia

Puede que dedicarle cuatro días a esta ‘diosa del Renacimiento’ sea poco tiempo, pero, si como ocurre con nosotros, ya la has visitado en otras seis ocasiones, la cosa cambia.

Y lo bueno es que Florencia no es ‘cansina’. Vas mil veces, y mil veces te parece que fueras por primera vez, como esa chica o chico que siempre llevarás en tu corazón pase lo que pase: Florencia o se lleva dentro o no se lleva.

La pregunta es si Florencia -la  exhuberante capital de la Toscana- es la ciudad más bonita de Italia –excluyendo Venecia, claro-  y una de las más bellas del mundo.

Y si no es así, desde luego es la que concentra mayor número de monumentos por metro cuadrado.

Porque Firenze es tan bella que hay quien dice que es mejor llevarse un collarín para corregir la curvatura de las cervicales como consecuencia de tanto mirar hacia arriba.

De hecho, hay un síndrome médico denominado de Stendhal o síndrome de Florencia, que describe una especie de artefobia o miedo a salir del hotel y enfrentarse a tanta estatua, edificio, iglesia o cualquier elemento de mobiliario urbano porque su belleza impone demasiado respeto a quien lo sufre.

Que ver

Desde Il Duomo, a la Galeria de los Ufizzi, pasando por Palacio Vecchio, la Piazza della Signoria, La Academia, el Palazzo Piti, el Ponte Vecchio,Santa María di Fiore, Santa Croce…Todo es espectacular y abrumador, por eso es fácil enamorarse con y de esta ciudad.

Allí nació Dante Alighieri, y algunos genios como Miguel Ángel, Brunelleschi, Botticelli, Leonardo…dejaron su huella en parte como consecuencia del poder y el dinero de la Familia Medici (los médicos) auténticos mecenas casi sin límite, de la ciudad.

Pero Florencia son, sobre todo, sensaciones, calma, slow…como si fuera la mujer o el efebo más bello del mundo, aunque inalcanzable, basta con mirar y mirar.

El amor, surgirá seguro y querreis casaros con esta ciudad; y esta vez sí que será de verdad y hasta que la muerte os separe.

Dei Fagioli

En Florencia hay muchos lugares buenos donde comer, o picar algo con algún buen vino, y para conocerlos todos debeís teer el post, pero si tenemos que destacar uno ese sería Dei Fagioli.

Este restaurante es de esos donde van a comer los turistas más avezados y los propios florentinos. Comida casera y platos típicos toscanos como la Ribollita o las ya citadas tripas fiorentinas.

La experiencia de principio a fin es extraordinaria. Eso sí, no os descuidéis porque si vais después de las dos de la tarde no comeréis y aquí, como en casi toda Italia, no reservan, así que es posible que hasta tengáis que hacer cola, pero merece la pena. Aquí todo merece la pena.



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