Hay cuatro palabras que se han colado en nuestro vocabulario casi sin darnos cuenta. Una, obviamente, es Covid (la Covid-19), otra es la PCR y las dos restantes Big Data.
La Covid-19, es la enfermedad que causa el virus SARS-Cov-2, pero mucha gente se empeña en decir EL Covid, en masculino.
Así que cuando veais u oigais a alguien que dice eso ya sabéis que tiene poca idea del tema y/o es un busto parlante.
La segunda palabra de moda es la Reacción en Cadena de la Polimerasa o sea, PCR, que es el acrónimo, en inglés, de Polymerase Chain Reaction.
Hasta que llegó la Covid-19 casi nadie, salvo los médicos y científicos, sabía lo que era una PCR, pero ahora, con las teles de por medio, han salido expertos hasta de debajo de las piedras.
La pregunta clave
Yo mismo tengo un vecino que el otro día me preguntó a través del balcón que me parecía que se hiciera (él) una PCR en un laboratorio privado.
No sé, le dije, pero qué quieres averiguar. Y me contestó: quiero saber si he pasado la enfermedad.
Y le respondí: bueno para eso debes hacerte otro análisis distinto y ver si tienes anticuerpos del virus.
No, respondió, he oído que es mejor hacerse una PCR….y me dije para mi, entonces, si lo sabes todo, para qué narices me preguntas.
Y alli le dejé pensando en la Reacción en Cadena de la Polimerasa como si fuera el último modelo de móvil.
Fotocopiadora
La PCR es, para entendernos, una fotocopiadora de tejidos celulares pequeñisimos; es decir ADN.
Relativamente compleja de hacer, necesita al menos cuatro horas de «reposo» y es la misma técnica que emplean para resolver sus casos los laboratorios de criminalística de los televisivos CSI (Crime Scene Investigation).
Pero también en España hay laboratorios prestigiosos, algunos universitarios y otros dependientes de las Fuerzas de Seguridad del Estado, que emplean esta técnica con total precisión.
De hecho, antes de que llegara el SARS-Cov-2, se utilizaba -y se sigue empleando- para tareas tan variadas como resolver delitos, confirmar paternidades y hasta para reclamar herencias, entre otras cosas.
Mediante su empleo se puede obtener ADN, por ejemplo, de una colilla de cigarro o incluso de vetutos restos cadavéricos.
El lío de los datos
Las dos palabras restantes se refieren al Big Data; eso que, supuestamente, utilizan los chinos con gran eficacia o, cuanto menos, para engañar como chinos a los occidentales.
También en resumen, consiste en analizar digitalmente miles de millones de datos para trazar escenarios de situaciones y hacer previsiones (por ejemplo de magnitud de la pandemia), y también, y aquí está el tema, de perfiles a través de datos personales.
Las redes sociales, los móviles, las smarttv, los asistentes virtuales y hasta las bolsas de pipas de Tarancón… nos espían a diario con impunidad y obtienen millones de datos que están en algún lado y que nadie sabe cómo y con qué fines se pueden utilizar, aparte de los comerciales.
En China ponen cámaras por las esquinas, detectores de seguimiento, etcétera, y una especie de semáforo que mide temperatura al llegar a las fábricas para saber si un operario tiene coronavirus.
Semáforo verde
Aqui hay alguna empresa que ya ha habilitado algo similar, pero si le han comprado el artefacto a los chinos, lo probable es que marque el verde o el rojo por sorteo aleatorio o que haya un mini chino dentro de él con un interruptor y encienda el piloto verde o el rojo según le dé.
Es como el coronavirus. Conocidos los sorprendentes datos de afectados en China con respecto al resto del mundo, es como si se hubieran quedado ellos con el virus bueno; con el que se puede controlar, y a nosotros nos hubieran enviado el chungo.
Y es que hasta al pobre ministro de Sanidad, Salvador Illa, que en el fondo me da pena, no solo le han colocado test predictor (de embarazo) para el coronavirus, sino ahora también mascarillas de pega; o sea. solo con la goma.
Espero que ya tengáis claro lo que es la PCR y el Big Data, porque, por mi parte, lo que tengo claro es que no me iría con el ministro Illa a comprar a ningún bazar o comercio Chino.
Y es que es seguro que nos colocan dos murciélagos o dos pangolines disecados como si fueran los muñecos de Bob Esponja y Patricio. Que me lo veo venir.
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