Cada vez que en la tele, sobre todo en la tele pública como repiten ellos mismos machaconamente, dicen la frase “los expertos advierten que…” me pongo a temblar.

Y tiemblo no por los propios “expertos”, sino por lo que van a decir y por quienes les eligen.

De hecho, he visto entrevistar en la tele a algún conocido con una bata blanca y ejerciendo de médico sin serlo.

Y es que en este país no sé quien se encarga de dar los títulos de expertos/lumbreras, pero pegas una patada al suelo y salen cien indocumentados, como si fuera el Salvame de luxe.

Por ejemplo, Pedro Sánchez –que ya no aparece en la tele- ha nombrado expertos en informar del coronavirus a unos cuantos/as incompetentes e incompetentas, asesorados/as por otros incompetentes/as…de expertos.

Políticos incorrectos

Los mismos expertos que aconsejaron a la ministra de incontinencia verbal, Irene Montero, seguir con el 8M, con el resultado de que se contagió hasta el Tato (perdón, la Tata).

O que ningún experto dijera al Rambo de Vox, Ortega Smith, que si tienes más fiebre que un volcán y toses como un can no puedes ir al mitin, por mucho que te creas invencible.

Así que los «falsos expertos» me producen tanto estrés como la avalancha de los programas online, que ya suponen una carga insufrible para mi cerebro, como seguramente corroborará en breve en la Tv cualquier psicólogo experto.

Y es que a las 9 de la mañana (todo on line) ya me pongo a hacer sentadillas, luego paso a alguna tertulia, después clase de cocina, más tarde sobremesa por skype, concierto, aplausos a las 8, curso on line de peluquería para perros, cena…ufff. No puedo más.

El refugio

Por eso me he refugiado en los libros y en la teletienda, más que nada para descansar.

Disfruto mucho de madrugada viendo los artilugios que venden. Vamos que yo me compraría todos: desde el cuchillo indestructible hasta el quitarañazos de coche.

Pero por lo que no paso es por comprarme el reloj de oro y acero “que todo caballero debe llevar en su muñeca”. ¡Qué eslogan más rancio, por Dios!. Eso si que no.

Y tampoco por preguntarle nada a Kiko (Hernandez creo que se apellida), uno más de la factoria Mediaset que el otro día vi mientras zapeaba a altas horas de la madrugada.

El peligro de tener razón

Mi madre siempre me ha dicho que soy un sentimental para los cachibaches. Me tocas la fibra  del “gadget” y se me saltan las lágrimas.

Por eso no veo el Sálvame y programas así, porque me da pena ver a estos «pobres muchachos y muchachas» que son carne de teletienda.

Hay mucha gente supervaliosa en paro, así que podría nombrarse un comité de expertos que a su vez hicieran un ERE a los actuales expertos -trasnochados y caducados como los yogures pasados de fecha- y rescataran del olvido a la gente supercapacitada que hay en el INEM. Justicia intelectual, se llama.

Pero, como decía Quevedo: “allí donde no hay justicia, es peligroso tener razón. Así que no he dicho nada.