Casablanca

Casablanca es, probablemente, la mejor película de la historia del cine.

Magistralmente interpretada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, se rodó en cuatro meses de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, con los alemanes ahí, dando la vara.

Y aparte de la historia de amor, el compromiso moral, la amistad y los numerosos valores que transmite el filme… lo que me hizo trasladarme a 2020 fue al asunto de los salvonductos

Salvoconductos

Y es que ahora los salvocunductos que tanto perseguian quienes querían salir de Casablanca al mundo libre los administran algunas empresas.

Certificados de movilidad se llaman, que te permiten ver la luz del sol sin temor a que si te para la poli por la calle, te envíen de vuelta para casa con multa incluida.

Así que los nuevos Bogart se llaman Fernández, Martínez o Blázquez, por citar algunos apellidos españoles, y tienen la potestad de darte la libertad, aunque sea solo del trayecto de tu casa al trabajo y viceversa.

Salidas controladas

Dicen los voceros del poder, aquéllos que casi siempre consiguen «en exclusiva» los papeles que reflejan las decisiones del Gobierno antes que éste las anuncie, que ya se ha elaborado un documento donde se establece una salida pautada de la crisis.

¿Cuando? El 27-A. ¿El 4 M? ¿El 16 M?…¿San Fermín? Eso es lo que no sabe nadie, ni el «Pater» Pedro Sánchez.

Se refieren supongo, a la salida a la calle, que es lo que nos hace mas falta en estos momentos, porque lo de las empresas y los negocios es otra cosa.

Pero para que se autorice esta salida individual habrá que llevar mascarilla, dicen, cuando haya mascarillas para todos, y eso «lo que me acojona», porque entonces puede que sea nunca.

Yo, por si acaso, he recurrido a Internet y me he fabricado una con un folio, cuatro grapas y dos gomas de la de atar fajos.

Solo autorizados

Algunos dicen, incluso, que tendremos que llevar una especie de salconducto que nos autorice a correr una serie de kilometros a pie o en bici, o a andar con los niños.

Con lo cuál ya estoy imaginando que se puede generar una especie de mercado negro de salvoconductos por kilometraje.

Y seguro que habrá anuncios en Internet del tipo: ¡vendo salvonducto tipo maratón ( de 42 km) o lo cambio por tres de media maratonl. Razón aquí… y un email de contacto.

Incluso, ahora que el Decatlhon está cerrado, se avecinan robos de prendas deportivas de los tendederos…que la gente es capaz de lo que sea por salir a la calle.

Así que poned a secar dentro de casa vuestra ropa runner porque se va a convertir en un bien escaso.

Además, ha llegado a mis oídos que la poli va a vigilar la autenticidad de los corredores vigilando con controles en los parques.

Así que cuidadín con intentar correr llevando unos pantalones del pijama recortados, la camiseta que te regalaron con el pack de cervezas, o las chancletas de andar por casa, porque no va «a colar».

Libertad sin ira

Tan necesitado estoy de libertad que ayer bajé a tirar la basura al contenedor y me llevé el megáfono por si algún vecino me insultaba y tenía que contestarle en tiempo, forma y potencia.

Pero confieso que saqué botella a botella, y papel por papel para que mi estancia frente al contenedor de reciclaje se alargara más tiempo.

Me dio tanto «resquemor», que incluso me puse a hablar con ese trozo de plasticazo. ¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Qué tal lo llevas? ¿Tu familia bien? …

Y hasta sentì pena de mi mismo, por favor. Incluso, con el objetivo de alargar la conversación, me dio por preguntarle si vivía solo.

La sorpresa fue que me contestó y me dijo que no, que vivía junto al contenedor de vidrio (obvio, lelo, le falto añadir), y que estaba tan harto que cualquier día se tiraban «los cascos» a la cabeza.

En la película Casablanca uno de los ejes principales del reparto era el actor Claude Reins, el famoso inspector Renault. Curioso apellido, ¿verdad?

Y es que, en cuanto consigamos esos salvoconductos y las mascarillas, nos va a faltar tiempo para subirnos al Renault del inspector, Seat, Audi, Citroen, Mercedes o BMW , o cualquiera que sea la marca de coche que tengamos, para salir pitando a la playa.

Si es que nos acordamos de cómo se conduce, claro.

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