Contagio

El contagio a través de una bacteria o un virus puede llegar a ser muy peligroso si no hay vacuna o antibiótico eficaz, pero tanto o mas riesgo tiene el contagio de la estupidez.

Desde que el mundo es mundo, que es mucho decir, las informaciones y los informadores se han intentado moldear y manipular al antojo del poder.

Y el poder, sea expresado en forma armas, iglesia o dinero, siempre lo ha utilizado en su beneficio para manipular a las masas

Los famosos bulos o fake news son de toda la vida y han contribuido a crear en la población rumores, miedos, populismos, sometimiento, esclavitud o exaltación, según el caso.

Antes y ahora, cuando no se entendía racionalmente el porqué ocurría una determinada desgracia o acontecimiento, los humanos se encomendaban a Dios, paganos o divinos, pero a deidades al fin y al cabo.

Sacrificios

Los Aztecas, y probablemente los Mayas, sacaban el corazón a los habitantes de los pueblos que esclavizaban, les cortaban la cabeza y la arrojaban desde lo alto de una pirámide.

Y lo hacían, entre otras cosas, como sacrificio para que Dios mediara en el cese de una plaga.

Los Cruzados de distinto signo, condición y pelaje, marcharon hacia Jerusalén bajo la bandera de un Dios cristiano que les guiaba en su Guerra Santa. Por eso había muchos monjes-soldados, como los templarios, que combatían por fe.

Pero también había quien emprendía esta peligrosa aventura por la tentación de conocer los lujos del mundo musulmán, sus riquezas y su estilo de vida, además de abrir rutas comerciales para vender y vender; vamos como si fueran los actuales chinos

Seguimos en la Edad Media

De la Edad Media a la actualidad han cambiado muy pocas cosas, aunque parezca mentira, y las soflamas que se soltaban entonces para arengar a los soldados y ciudadanos o para engañarles y someterles, eran las mismas de hoy.

También el ser humano de hoy necesita conocer el porqué de las cosas, y cuando no lo encuentra recurre aun Dios, sea el que fuere.

Hoy estamos contagiados de estupidez y estulticia, además de informaciones que nos intoxican por todos los lados.

Por eso más que nunca, la cultura, la de antes, la que te permitía discernir y pensar sobre la información que recibías, es imprescindible

Rebelión de las masas

Necesitamos una Opinión Pública potente y no la opinion publicada, que es lo que tenemos ahora, y que el propio Ortega y Gasset ya definó en 1930 en su libro más famoso: La Rebelión de las Masas.

Ortega y Gasset era un filósofo, no dos. Lo digo por si lo está leyendo Esperanza Aguirre, para quien el escritor portugués José Saramago era la señora Sara Mago.

Pero el título de su libro, contrariamente a lo que parece, no trata de ninguna rebelión popular, sino, más bien, de todo lo contrario.

Habla de la estupidez de los ciudadanos arrastrados por una realidad vacía, llena de apariencias pero sin profundidad, sin objetivos, protagonizada por el hombre-masa.

Ortega y Gasset, que era un sabio, escribía hace 90 años como si viviera hora que «La situación se ha acentuado y generalizado hasta tal punto que todo el mundo, cualquier individuo, opina. O mejor dicho, impone su opinión sobre cualquier materia.». 

Especialistas de pacotilla

«El hombre-masa es especialista en todo y más que nunca se siente en posesión de la verdad, su verdad, y trata de imponerla», escribió el filósofo.

Por eso no es raro que ahora leamos o escuchemos solo aquello que queremos leer o escuchar, sin el menor espíritu critico, y que sea tan fácil contaminarnos y manipularnos.

Pero, además, las redes sociales, en las que supuestamente está ahora la libertad, no representan mas que a otros individuos que defienden con vehemencia, tengan o no razón, a su intoxicadores

A veces, para llegar a un buen destino, elegimos el peor camino y eso es lo que ha hecho el Gobierno desde que empezó la crisis.

Se fia solo de su GPS de expertos y llevamos dando vueltas mes y medio por cientos de «sembraos» sin encontrar la carretera y el destino.

Y es que lo malo de tener a un lobo (esta crisis) cogido por las orejas, es que no sabes como soltarlo, ni como continuar aguantándolo.

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