Muchas guerras mundiales, nacionales, locales, armamentìsticas, petrolíferas, de precios, verbales y hasta conyugales se han ganado y perdido por la comunicación.
O, mejor dicho, por la falta de ella.
Pero todo tiene su lado oscuro y esta no iba a ser una excepción.
Y es que solo hay una cosa que sea capaz de helarte la sangre más que el rapapolvo más descarnado de tu padre; y esa es la frase femenina: «tenemos que hablar».
Frase envenenada
Es una frase que, en sí misma, no dice nada pero, que, en el fondo, lleva veneno amasao.
Hay posibilidades de que te libres, pero lo más seguro es que te lleves un pescozón verbal similar a la colleja que te daba tu padre cuando cometías una fechoría o a la zapatilla que te lanzaba tu abuela con propiedades boomerang (porque no sabías cómo, pero siempre volvía a su mano).
También es posible que no hayas hecho nada conscientemente que requiera este tenemos que hablar, pero lo puedes haber hecho incoscientemente. O, incluso, que incoscientemente hubieras sido consciente de pensar que lo hacías.
Napoleón mantenía que las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo y tal vez tenía razón.
Pero mejor no buscarle más explicaciones porque es un tema más complicado de entender que a nuestro Gobierno en esta pandemia.
Zulo emocional
Y es que la comunicación, como concepto universal, hoy sigue siendo la ama (no el amo), porque es mujer, del mundo y hasta del Universo.
En esta pandemia, la comunicación, mala y contradictora en general, ha causado y sigue causando muchas dudas y desconcierto.
Dudas sobre cómo contabilizar el número de afectados y fallecidos; sobre si la mascarilla sirve o no según que condiciones; sobre si el uso de guantes es perjudicial o beneficioso.
También dudas sobre si estamos inmunizados o no, después de haber pasado la enfermedad, o, incluso en relación a qué podemos hacer exactamente en cada fase.
Es un arma tan poderosa, que la información y la comunicación son capaces de ilusionar a la población o meterla en un zulo emocional..
Pero también sirve a poderes oscuros a través de fake news o bulos que calan fácilmente en una población generalmente mal informada y que va justita de cultura general.
Cambio repentino
Por eso me sorprendió el brusco cambio de rumbo del presidente Sánchez que ha pasado de meternos más miedo que una suegra a masajearnos con gel de superoptimismo, como si fuéramos bueyes de Kobe .
En lugar de seguir adoptando el papel de predicador que nos ha tenido acojonados 75 días; ahora abre la mano de los premios como si fuera Jordi Hurtado en Saber y Ganar.
Turismo internacional en julio sin cuarentena y se podrá avanzar de fase en apenas siete días si las condiciones de la región y los expertos así lo estiman.
Pero algo huele a podrido en Dinamarca. No sé, todo es un poco raro.
Estos días, en fase cero y uno, he visto mucho botellón y muchos mayores, a los que yo defiendo y protejo siempre que puedo, actuando como si el virus no fuera con ellos.
Mucho incumplidor
La Marina de Valencia, sin ir más lejos, ha sido apercibida de cierres masivos de locales por los incidentes -con peleas incluidas- acontecidos el finde pasado.
Algunos jugadores del Sevilla de barbacoa, poniendo de relieve, una vez mas, que los futbolistas se creen por encima del bien y del mal.
Pero no sólo eso, sino que son tan bobos, que lo suben a las redes sociales, sabiendo que lo va a ver todo el mundo.
«Etoooo e increible», que diria Bisbal
Antes no me gustaba, pero ahora entiendo que Sánchez quisiera asustar a toda la peña y «le diera leña al mono».
Porque si sembrando el pánico la gente hace lo que le sale del chirimbolo, ¿que hubiera ocurrido dejando carta blanca?
Mucho aplauso y mucha cacerolada, pero no se cumplen las normas y quienes no las cumplen nos ponen en riesgo a todos.
Lo último de este país de pandereta es que un nuevo recuento de fallecidos ha dado como resultado 2000 menos de los contabilizados y las muertes no superan las 7 diarias en la última semana.
Registros duplicados
Y encima hay que dar gracias de que este fallo de comunicación haya sido para reducir las cifras y no para aumentarlas.
Parece ser que había muchos registros duplicados…y/o 17 maneras distintas de hacer las cuentas (esto lo añado yo).
Justo lo que le pasó a los chinos, que tenían duplicados 400.000 muertos.
A esos había que restarles 195.600 que habían sido dados por «fiambre» al estar muy amarillos.
Luego se descubrió que estaban amarillos porque eran chinos y por eso la cifra quedó 4.400 muertos.
Es lo que tiene la comunicación, que cuando no se hace bien, los dedos se te hacen huéspedes, los muertos resucitan o un diputado de Vox es elegido como presidente de la mesa de reconstruccion de Andalucía que el mismo había vetado.
Van a tener razón aquellos que en tiempos de Manuel Fraga acunaron el término de que «Spain is different», pero bien different…<<tu también «tas dao» cuenta, ¿a que sí?>>
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