Ya escribí hace días (llevo 52 columnas) que aquí nadie se fía de nadie y por eso, como si fuéramos escolares, el Gobierno nos pone a los Polis de guardería.
No hay más que asomarse a una ventana o balcón para ver que hay mucho incumplidor de las medidas de aislamiento y son mayoría los niños y sus cuidadores.
Por eso nos han puesto a la Poli encima, y por eso mismo los policias están entre la espada y la pared.
Ahora, además, con estos multijuegos normativos, que tienen más casillas que el Monopoly, o la policía tiene memoria de elefante o lo llevan crudo.
Normas a gogó
…Si es que no les da tiempo a tener todo en la cabeza. Veamos:
Por ejemplo, no solo tienen que vigilar las horas a las que sale cada individuo por condición, edad y hasta salud, sino medir la distancia de los que pasean a los perros.
También han de estar atentos a ver si los niños se cuelan en los parques o si los ancianos se despistan de hora para recogerse.
Tanto es así, que el otro día un vecino -que está muy machacao, eso sí- lo detuvieron por estar a las 21 h. en la calle y tuvo que subir a su casa a por el DNI para demostrar que tenía 55 años.
Requisar el Marca
Además de eso, y desde el dìa 4, tienen que vigilar a los que están en la cola de la peluquería para que no hablen entre ellos.
También han de controlar la presencia de elementos subversivos que, con la excusa de cortarse el pelo, dejen el Marca o el Hola encima de la mesa que suele haber en estos negocios.
O aún peor, que dejen la revista Pronto, con tantísima información que contiene.
Así que otros de sus nuevos cometidos es requisar todo lo que pillen en papel.
Incluso les han dado orden de retirar los anuncios en los que el inefable Eduardo Molet te invitaba a merendar a cambio de contarte lo de la de la nuda propiedad: ¡vendido, vendido, vendido!
Y con la apertura de las ferreterías también deben estar alerta para que los tornillos rosca-chapa que han tocado los clientes de la ferretería pasen su correspondiente cuarentena o sean desinfectados de forma idónea.
Probadores y ropa
Por si eso no fuera suficiente, los Polis también han de revisar que las cortinillas de los probadores de las tiendas de ropa estén limpios y aseados, e incluso que la ropa probada huela a sanitol o similar.
Así irán husmeando prenda por prenda para identificar los posibles olores -principalmente a sobacazo– que puedan delatar que alguien se ha puesto la prenda y luego no se ha limpiado.
En los bares, les vemos midiendo las mesas de las terrazas para que guarden la distancia de dos metros; y en algunos lugares, incluso sometiéndose a una ducha de ozono o mister proper para probar la eficacia desinfectante de esta barrera química.
También deberán vigilar las librerías y entrar en ellas, por mucha alergia que les de, a comprobar que nadie toque los libros a no ser que están forrados o plastificados.
Testigos
Asi que los policias, sobre todo los municipales y locales, van por la calle con una especie de Biblia en las manos que más que agentes del orden parecen testigos de Jehová.
Bueno, más que de Jehová, aquí ejercen de testigos de Sánchez y sus apóstoles, digo, expertos.
Pero todo tiene un límite y tal vez por eso uno de los parques de mi barrio, el mismo del que fui expulsado el pasado dos de mayo por atravesarlo corriendo, ha sido tomado por los ciudadanos.
Y lo han hecho como si fuera la toma de la Bastilla que derrocó al Antiguo Régimen y fue el punto inicial de la Revolución francesa.
Pero aquí la única Revolución francesa que va a haber es la de la tortilla que me voy a hacer en cuanto acabe esta columna.
Y en lugar de la toma de la Bastilla, lo que va a ocurrir es la toma de la Pastilla, Ibuprofeno, para más señas.
Ibuprofeno que me voy a tomar con agua y azúcar para ver si me quito las agujetas que me ha producido volver al deporte en esta nueva normalidad.
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