Ya está claro: la desescalada va a ser como unos encuentros en la tercera fase.

Bueno, encuentros, siempre que tu novia no viva en otra provincia con distinto desescalado que la tuya, o no tengas tu segunda residencia en una provincia distinta de la que vives.

Si es así, ya te puedes despedir de ella porque no la vas a ver ni en fotos… y a la casita en la playa o en el pueblo también le puedes decir ciao hasta, por lo menos, final de junio, siempre que la provincia donde vives y la de la segunda residencia estén en la tercera fase.

Después de la nueva intervención/vaselina de ayer de Sánchez, ya sabemos quien es el asesor del presidente del Gobierno.

No se trata del conocido Iván Redondo, jefe de su Gabinete, sino del catedrático de semiótica, Umberto Eco.

Y es que, o en el Gabinete del Presidente, alias «el reuniones y comités», se ha instalado la tontería excesiva, o estamos en vías de convertir a los españoles en expertos semiólogos, lo cuál no estaría mal y sería preferible a ser fans de Gran Hermano, por decir algo.

Frases lapidarias

Y es que, a veces, los pegajosos eslóganes del Gobierno parecen más bien frases lapidarias sacadas de las parodias del programa de José Mota, pero, eso sí, sin gracia ninguna.

Por eso, a falta de concreción en las medidas a tomar, el Gobierno se dedica a la semántica o la retórica, creando «palabros» o reformando nombres de comisiones.

Un ejemplo de «palabro» sería la famosa desescalada, cuya palabra la RAE recomienda no utilizar.

A él se le ha añadido ahora la frase nueva normalidad, pero antes fueron doblegar el pico de la curva, desconfinamiento, o hacer que los días de diario sean como un domingo.

Sánchez también dijo en su comparecencia de ayer que el programa para la desescalada español se va a llamar: “Plan para la Transición hacia una nueva normalidad” que, en su mismo concepto, y retomando a Mota, lleva veneno amasao.

Un plan sin plan

Este Plan que no es plan no tiene fechas precisas -porque se hará en fases- para la reapertura de comercios, playas o bares, que son precisamente los que precisan precisión.

Y aunque parece que finalmente podríamos salir a dar un paseo o hacer deporte el sábado 2 -que aún no lo tengo claro- , no hay detalles concretos de unas fases (0,1,2 y 3) que tendrán que analizarse provincia a provincia de acuerdo a su grado de afectados por el virus.

Pero, eso sí, el presidente ha reorganizado su equipo de ministros y asesores…dejando a los mismos de antes.

También ha ordenado que el El Comité Técnico de Gestión se llame ahora Comité técnico para la Desescalada. Patético.

Mas allá de cifras verdaderas o falsas en número de infectados o fallecidos, de decisiones tardías o sanitarios trabajando sin EPIs, podríamos estar asistiendo a un nuevo modo de gobernar; a una nueva filosofía política basada en el estudio del alma de las palabras..

El eco de la nada

Pero me temo que no hay nada de eso y que, desgraciadamente, el catedrático de semiótica Umberto Eco no está entre los asesores del Gobierno, no sólo porque falleció en 2016, sino porque el único eco que resuena aquí es el del vacío; el de la nada.

Palabras y palabrería. Comisiones de comisiones que se reúnen para fijar la fecha de una nueva comision o el cambio de nombre de más comisiones que lo único que consiguen es que todos perdamos el tiempo, que es justo lo que no tenemos.

Querido presidente: La vida es muy corta, los ciudadanos ya no están para más tontunas y a usted se le está yendo el vino en catas.

¿A que tú también «tas dao» cuenta?