Capricornio uno

Mi abuelo nunca creyó que el hombre hubiera pisado la luna, y, cuando vi el escenario lunar de Capricornio uno, entendí que podía estar en lo cierto.

Para quienes no hayáis visto esta película de Peter Hyams, el resumen es que una agencia espacial americana simula, en un escenario desértico, un aterrizaje lunar de tres astronautas que en realidad nunca viajaron al satétile .

Esa nueva realidad o normalidad de los astronautas de la película es la que vivimos ahora o que vamos a vivir cuando los 12 misteriosos técnicos que asesoran al Gobierno quieran, o eso me parece a mi.

Y es que, a medida que avanzan los días es como si viviéramos en una realidad paralela; en una ficción donde los medios de comunicación, principalmente las teles, nos dicen qué hechos ocurren, pero no sabemos si ocurren realmente.

Noticias paralelas

Me refiero a los estados de alarma, las fases de desescalada, el número de afectados que va y viene, la gente paseando a las 8 de la tarde como si fueran zombis por la calle…

En Capricornio uno, las familias de los astronautas van siguiendo, a través de las pantallas y de la tele, las noticias de cómo el cohete se pone en órbita, cómo transcurre el viaje y hasta del alunizaje.

Todo se complica cuando los astronautas, hartos de la farsa y el confinamiento, consiguen escapar, pero se dan cuenta de que están atrapados en un escenario montado en medio del desierto.

En nuestro día a día ha pasado casi lo mismo. Después de casi 60 días de confinamiento y de insoportables muestras de buenismo aborregado, con cancioncitas incluídas, empezamos a hacernos preguntas.

Preguntas sin respuesta

Preguntas acerca de la economía, del trabajo, de qué será de nosotros, en definitiva, y mientras tanto los políticos, alejados como siempre de la realidad, hablando para los periodistas con sus disputas partidistas, independentistas o gilipollistas, que todo acada en istas.

Siguiendo con los paralelismos, cuando consigamos escapar definitivamente del encierro, como les ocurrió a los astronautas, vamos a darnos cuenta de la cruda realidad; de que estamos en un desierto.

Un desierto personal, de valores, laboral, económico y hasta de ideas.

Los polìticos, y sus expertos, que nadie sabe ni quienes son, si están cualificados o a qué se dedican, nos hablan todo el tiempo de una nueva normalidad.

Pero no tenemos información de quienes son esos doce hombres y/o mujeres sin piedad que dirigen nuestros destinos (quien es libre y quien no) con la premisa del despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo.

Ahora, después de que se haya conocido el NO a que La Comunidad Valenciana pase a la fase 1 ya se sabe quién podría ser uno de los doce «apóstoles»: José Luis Ábalos.

¿Por qué? Pues porque no se explica el no a Valencia, con todos los indicadores sanitarios en positivo, salvo por las cuentas pendientes que este profesor de educación primaria (de Torrent, Valencia) ahora ministro de Transportes y Movilidad, tiene con parte del Gobierno esa CAM.

Técnicos inexistentes

¿Y si el ignoto comité técnico no existe? Pues también podría ser. ¿Y si todo esto sólo es una cortina de humo para justificar malas gestiones y peores políticos instalados en la endogamia perpetua?

Por eso ya casi no me creo nada. Y me da la impresiòn de que estamos metidos en una especie de película donde si hay repunte, tenían razón los que abogan por el confinamiento, y, si no lo hay, pues ¡ancha es Castilla!

Es lo que tienen los portadores de malos augurios y futuros oscuros, que si aciertan, siempre dirán: ya lo dijimos o lo advertimos nosotros; pero si fallan, nadie se acordará de reclamarles nada porque con las buenas noticias todo se olvida.

¡Ah!, y el final de la película es de traca. Los astronautas escapan del confinamiento, pero el gobierno da órden de perseguirles y asesinarles para que la verdad no salga a la luz.

Incluso reúnen a las familias de los astronautas y les ponen un vídeo de la nave desintegrándose al entrar a la Tierra, con posterior oficio de funerales de Estado incluído.

Novedades en todo

Si es cierto que vamos a una nueva normalidad, ésta debería contener en su ideario, a nuevos políticos y nuevas formas de hacer política.

Los que hay no valen, y habrá que reinventarlo todo para que no vuelvan nunca mas, porque no puede ser que todo cambie en nuestra futura vida, menos ellos y su forma de actuar.

Mi abuelo sospechaba lo del «camelo lunar» porque trabajaba con maquetas de cine y sabía lo que se podía hacer con cuatro maderas y un poco de pintura.

Yo sospecho que hay gato escondido o que nos están dando gato por liebre en este «guiso», pero aún no tengo claro si ese gato fue el que se murió contagiado con coronavirus o será una liebre.

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