Naranco, Candás y Luanco: joyas en miniatura

Santa María del Naranco, y los pueblos de Candás y Luanco son tres visitas que pueden ser consideradas «menores», turísticamente hablando, pero que tienen mucho interés.

El monte Naranco está junto a Oviedo o, si lo preferís, la capital Asturiana está a las faldas de este monte.

Eso no sólo hace que Oviedo tenga un microclima especial, un poco más lluvioso que el resto del Principado, sino que lo convierte en un auténtico lio meteorológico.

Asimismo, en el monte Naranco se encuentra una de las joyas del prerrománico:Santa María de El Naranco o Palacio de Ramiro I.

Entrada al palacio

Palacio de Ramiro I

Y es que, a pesar de los siglos transcurridos, aún no está claro si es un palacio, iglesia, pabellón real o aula regia,.

Lo que es seguro es que el edificio, de planta rectangular, tiene dos pisos, uno inferior o cripta que es totalmente cerrada y una superior diáfana, unidas por una escalera exterior.

Declarado Monumento Nacional en 1885 y Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, fue inscrito con el nombre de «Iglesias del Reino de Asturias», en 1985.

Hay quien lo considera el monumento más importante que se conserva del arte altomedieval europeo.

Sufrió diversas modificaciones en el periodo gótico y barroco, fase en la que se construyó un rectoral y una sacristía.

El Palacio de Ramiro I

Miradores míticos

Los miradores se estructuran en triple arquería que apoyan sobre columnas con fustes labrados y capiteles corintios.

Exteriormente, desde las ventanas, penden pilastras estriadas y con cruces que se rematan en medallones con figuración animal y humana.

De hecho, el logotipo de turismo de Asturias está basado en uno de estos miradores, solo que con el mar y la montaña cambiados en sentido este/oeste.

El mirador más famoso

San Miguel de Lillo

Solo 300 metros más arriba del palacio, conocido también como Santa María del Naranco, está la iglesia de San Miguel de Lillo.

En la Edad Media un desplazamiento de tierras destruyó los dos tercios más orientales de la iglesia.

Por ello tuvo que ser cerrada a partir del primer tramo de las naves con un muro y un ábside.

San Miguel de Lillo a los pies del Naranco

En 1850, bajo la dirección de Andrés Coello, se efectuó una primera reparación, eliminando todos los elementos añadidos a lo largo de diez siglos, para dejarla en su aspecto actual.

Asimismo, a lo largo del siglo XX ha sufrido diversas intervenciones arqueológicas y de restauración.

La última de ellas, efectuada por el Instituto Arqueológico Alemán en 1989/90, permitió reconstruir con suficiente fiabilidad su planta original.

Luanco

Los pueblos pesqueros de Luanco y Candás están cerca de Gijón, siempre fueron rivales y ambos cuentan con encantos ocultos.

El primero de ellos, Luanco, es coqueto y tiene un puerto (dos, mejor dicho) «acorazado».

Se nota que aqui pega el viento y por eso los parapetos tienen hasta dos y tres escollleras.

Luanco

Es la villa marinera situada más al norte Asturias y ofrece una imagen idílica tanto por tierra como por mar.

Puerto pesquero

Su puerto servía de abrigo para su gran flota, dedicada en un principio a la pesca de la ballena.

Esta actividad derivó hacia la captura del bonito, la sardina, la xarda (caballa), el pixin (rape), los centollos, las andaricas (nécoras) y los percebes y a la existencia de una pujante industria conservera.

Precisamente esta gran tradición marinera dio origen al Museo Marítimo de Asturias, el decano de los museos del Principado (se fundó en 1948)

playa de Luanco

Torre del reloj

Te recomendamos un paseo por el Casco Histórico, con su Torre del Reloj, (siglo XVIII) y que fue utilizada como torre de vigía, cárcel y almacén.

Además, cuenta con un maravilloso paseo marítimo, donde al final de la playa de La Marina encontrarás la iglesia de Santa María.

En su interior alberga el Cristo del Socorro que, según la tradición, salvó a unos marineros luanquinos de una tempestad en el siglo XVII.

Candás

En cuanto a Candás, es un pueblo sorprendente, no solo por poseer una playa curiosa llena de rocas con formas caprichosas, sino por poseer un paseo maritimo para eso; para dar paseos.

Este paseo llega desde el camping hasta el puerto y recorre toda la playa desde un malecón elevado.

Varios miradores jalonan el recorrido y terminan en una pasarela que separa el puerto de la playa.

Puerto de Candás

Algunos valientes desafían sus frias aguas para adentrarse al mar desde el puerto y este, nuevamente, con dobles y triples defensas, llega hasta el corazón del pueblo.

Gaitas

En lo gastronómico, esta villa también es muy conocida por unos dulces conocidos como marañuela (una galleta con forma de nudo que fue alimento de marineros en grandes travesías).

Candás destacó también por su gran tradición conservera, de la que aún quedan interesantes vestigios.

Por esta razón, un recorrido por el puerto siempre es interesante, dado que antaño fue uno de los más destacados del Cantábrico.

Pleito a los delfines

Además, el paseo marítimo, el faro o el Centro de Escultura Museo Antón, con obras de Antonio Rodríguez García, son visitas obligadas.

Lo más cuiroso, históricamente hablando, es el llamado ‘pleito de los delfines’, que refleja uno de los acontecimientos más curiosos de la villa

Parece ser que en el siglo XVII, los pescadores candasinos demandaron a los delfines y calderones que merodeaban por la costa, al acusarles de la merma en sus capturas.

Y como no se presentaron al juicio (obviamente), un notario se embarcó para leer la sentencia que expulsaba a los animales del lugar, que curiosamente desaparecieron.

Asimismo, merece una visita la exposición de la industria conservera. Y no puedes perderte (cuando todo vuelva a la normalidad) el festival de Bandas de Gaitas, en el mes de julio (nosotros escuchamos los ensayos desde el puerto).

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