Santander: la «novia del mar» y de la buena mesa

Santander es una de las capitales españolas más señoriales y distinguidas, y tal vez por ello sigue admirando a los visitantes.

Pero, es que, como decía el estribillo de una canción clásica: “Santander, eres novia del mar… Y, siendo justos, la capital de Cantabria, más que novia, está casada con el mar.

Él y el viento, son los que dirigen sus días y marca que éstos sean benignos y brumosos, por culpa del viento que viene del sur, o salvajes y limpios, debido al viento proveniente del norte.

Vistas de la playa del puntal y la Magdalena desde el Hotel Real

Calidad de vida

Sea como fuere, esta ciudad es sinónimo de tranquilidad y calidad de vida y el lugar ideal para una escapada de lujo.

Plagado de palacios y palacetes, la zona que rodea a la primera playa de El Sardinero concentra tal cantidad de edificios suntuosos, que no es raro que la realeza fijara allí su residencia.

Durante el primer cuarto de siglo, la Familia Real Española, con Alfonso XIII a la cabeza, veraneaba en esta ciudad montañesa.

Palacio de la Magdalena

Ciudad de reyes

De hecho, el Palacio de la Magdalena, que domina la península a la que da nombre, fue donado por Santander al Rey.

Sin embargo, la ciudad no contaba con grandes atractivos que pudieran satisfacer las exigencias de la nobleza y las visitas de alta alcurnia que recibía el Monarca.

Fue así como surge la idea de construir un hipódromo, un casino y un hotel.

Hotel Real

El hotel Real abrió sus puertas el 13 de julio de 1917 y se concibió como una construcción del lujo y poderío de la ciudad que sigue presente en la actualidad.

En realidad más que un hotel es un palacio, el más grande de los de la zona.

Situado sobre un montículo frente a la Magdalena, conserva intacta su arquitectura neofrancesa presente en fachada, habitaciones, salones y terrazas.

Fachada del hotel Real, antiguo palacio

Sus propietarios, la familia Botín –el extinto don Emilio, como lo siguen llamando con respeto los santanderinos–, dejaron su gestión temporal a la cadena Husa, quien en 1987 comenzaría su renovación.

Ahora, sin embargo, es la empresa Eurostars la encargada de su gestión y mantenimiento.

La Magdalena

Pero la cuestión fundamental en Santander es que mire uno donde mire, ve belleza.

Desde la playa del Puntal, a la Magdalena, pasando por el club náutico, el paseo de Pereda o los miradores de Piquío.

Palacio de la Magdalena

Dentro de la península de la Magdalena, aparte del palacio, existe una especie de minizoo con focas, leones marinos y hasta pingüinos que hacen las delicias de los niños.

Casino de Santander

Eso para pasear durante el día, pero si te has quedado con ganas de lujo ahí está el Casino, el lugar de reunión preferido por la que jet set local, frente a una de las bahías más bellas del mundo.

¿Aún quieres más? Pues pasea por el parque de Mataleñas o el paseo de Castelar.

Alrededores

Fuera de la capital el paisaje sigue siendo bello y arrogantemente lujoso, desde los conocidos picos de Europa, con los lagos de Enol, hasta la archifamosa Santillana del Mar, Comillas o San Vicente de la Barquera.

Comillas

En cuanto a las cuevas hay muchas y de distintas texturas, pero las más conocidas son las de Altamira, aunque la zona a la que pueden acceder los visitantes es una reproducción.

Cuevas de Altamira

Por ello, os recomendamos dirigirse hacia el oeste de la capital, a la cueva del Soplao, una antigua mina en la que los trabajadores descubrieron, por casualidad, sus tesoros cristalizados.

Allí descansan las estalactitas excéntricas: Otra maravilla más.

Cueva del Soplao

Más pistas

Lo que las guías no dicen

Si le gusta la naturaleza y los pueblos solitarios, no olvides visitar Carmona, y, sobre todo, Bárcena Mayor.

Este pueblo es una joya en medio de la naturaleza verde y exhuberante.

Bárcena Mayor

Y para los amantes del mar, la recomendación es llegar hasta el parque natural de las dunas de Liencres.

Te sientas, miras las impresionantes olas del Cantábrico y te olvidas del estrés de cada día.

Parque Natural de Liencres

Lo que no te puedes perder

Aparte de la ineludible visita a la península de la Magdalena, merece
la pena acercarse hasta la cueva del Soplao.

Se tarda poco más de media hora desde Santander y tiene una concentración de estalactitas excéntricas que quitan el hipo por su extraordinaria belleza.

Si vas con niños, el parque de Cabárceno –un zoo al aire libre–, ahora con teleférico, les dejará boquiabiertos.

Cabarceno

Comer

La gastronomia es uno de los puntos fuertes de Santander y toda la Comunidad cántabra.

Así que no estaría demás que te hicieras una planificación de visitas a los restaurantes imprescindibles para apreciar la auténtica dimensión de sus productos y chefs

Empezando por el mejor de todos, si puedes, deberías almorzar o cenar en el tres estrellas Michelin, El Cenador de Amós, en Villaverde de Pontones.

El chef Jesús Sáchez, en el Cenador de Amos

Su chef, Jesús Sánchez, hará que se te salten los plomos endorfínicos.

Otros clásicos, y no por ello menos imprescindibles, son Cañadío (40-55€) o La Casona del Judío (50-70€).

También puedes optar por los estrellas Michelin El Serbal (40-80€), el Nuevo Molino, en el pueblo de Arce, (40-70€) o el nuevo estrellado La Bicicleta (40-90€), en Santander.

Calidad a precio moderado

Pero también tienes otras posibilidades muy interesantes y nuevos fichajes de gran interés gastronómico como, por ejemplo, Agua Salada (30-40€), Umma (10-40€), Querida Margarita ( a partir de 20 €) o el Hostal.(20-50€).

Y, por supuesto, los pinchos Casa Lita, en el paseo de Pereda (3-12 €) que nunca fallan.

3 comentarios en «Santander: la «novia del mar» y de la buena mesa»

  1. Reportaje muy interesante, me queda mucho por conocer Santander, y fotos muy bonitas.

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