La Raya y el Escalerón, senderismo «de lujo» en Cuenca

La Raya y el Escalerón o El Escalerón y la Raya, que tanto da, no son dos rutas de senderismo sino una.

Y es que cada uno de estos nombres se corresponde con una parte de los caminos que te llevarán hasta un lugar alucinante en la serranía de Cuenca: el desfiladero de La Raya.

Un lugar idílico con lago, montaña y un pueblo, Uña, pequeño y coqueto, enclavado en un lugar en el que alucinarás.

La laguna desde el pueblo de Uña

Cómo llegar

Para ver estos maravillosos acantilados, de más de 300 metros de altura, tendrás que llegar hasta Cuenca y tomar la carretera que lleva hasta la Ciudad Encantada.

Debes en dirección a Villalba de la Sierra, a unos 30 km. de la capital, y 20 km. más allá te encontrarás con el pueblo de Uña.

La sucesión de lugares que ver en esta carretera son, por este orden, Cuenca, Villalba de la Sierra, La Ciudad Encantada, Uña y el nacimiento del Río Cuervo.

Uña

Uña está ubicado junto a la laguna del mismo nombre, en la margen derecha del río Júcar. De hecho, el arroyo del Rincón de Uña desemboca en el Júcar, al norte de la población.

La ruta parte desde el mismo pueblo, junto al aparcamiento de vehículos.

Hay dos formas de ascender: la que bordea la laguna por la izquierda y la que sube hacia la ermita de la Virgen del Espinar.

Nosotros os recomendamos esta segunda ruta porque, aunque la subida al escalerón sea dura, la ascensión por el otro lado es aún peor y cuenta con senderos bastante resbaladizos.

Laguna de Uña

Qué veremos

En esta preciosa y espectacular ruta por el Parque Natural de la Serranía de Cuenca, no solo pasaréis por desfiladeros, sino que podréis asomaros a los muchos miradores que dan al pueblo de Uña y su bonita laguna.

Si tenéis suerte, durante este paseo de unos 10 km. (netos), que se hacen en unas 3,5 horas a ritmo medio de marcha, veréis buitres y otras rapaces volar sobre vuestras cabezas (literal).

Como hemos señalado, la ruta comienza en el mismo pueblo de Uña, donde unos carteles nos indican el camino a seguir (PR-CU 37).

El sendero está perfectamente balizado y señalizado, no tiene ninguna pérdida y es muy fácil de identificar.

Sólo debemos extremar las precauciones al acercarnos a los miradores, ya que no hay barandilla «quitamiedos» y el barranco es muy profundo (más de 300 metros).

Los miradores no tienen «quitamiedos», así que hay que acercase con precaución

Centro de interpretación

Al comienzo de la ruta, y después de la preciosa laguna, que irá siempre a vuestra izquierda, veréis el centro de interpretación donde podréis conseguir un mapa de la ruta.

Dese este lugar, también disponéis de unas vistas impresionantes de los acantilados de la Raya sobre el lago.

Vista desde el centro de interpretación

Después encontrareis unas cabañas/hotel chulísimas, y un poco más adelante, a la derecha, un caminito que lleva a la Ermita de la Virgen del Espinar.

Obviamente, la ermita está encajada en un pedrusco calizo, como no podía ser de otra manera por estos lares.

Escalerón

Un poco más adelante, y ya en plena ruta veremos a la derecha el desvió hacia el escalerón, que efectivamente, parece una escalera larga, aunque no lo sea.

Camino balizado hacia el Escalerón

En realidad es un camino todo en subida y con alguna piedra, pero en buen estado.

Por lo tanto no hace falta ser un portento del senderismo para subir la cuesta, si bien es cierto que la parte final se hace larga.

En todo caso, se pueden hacer altos por el camino para recuperar el resuello, si es que lo habéis perdido en algún momento del ascenso.

Cabezuelos al final del Escalerón

Los cabezuelos

Un giro hacia la derecha, y el paso entre dos piedras, con un incremento notable en el desnivel del sendero, nos avisa de que ya estamos cerca de la cima.

El cielo está allí, casi para tocarlo con las manos, y el aire puro, con olor a pino, te llena los pulmones de oxígeno.

El subidón de moral llega cuando alcanzas el primer mirador tras la subida: ¿qué se oye? Nada. Exacto. Nada. Solo el viento y tu respiración.

Abajo, en la lejanía, ya divisarás la Laguna y el pueblo de Uña, y al frente los acantilados que vas a conquistar.

Tramo final de subida

Bosque

A mitad de recorrido, mas o menos, el camino se adentra en el bosque y, aunque bonito, esta es la parte menos espectacular de todo el recorrido.

Una vez pasado este rubicón, vuelves a caminar junto a los acantilados y empiezas a ver los buitres leonados planear aprovechando las corrientes de aire.

Impresionados por el espectáculo, pasamos un buen rato sentados en una piedra parecida al púlpito de los fiordos noruegos, observando en silencio el vuelo las rapaces.

El bosque intermedio del recorrido

Buitres

Los buitres solo comen carroña y animales en descomposición, así que si no eres un zombi, no tienes nada que temer, aunque les veas acercarse a tu cabeza peligrosamente.

El camino que te queda es prácticamente llano hasta llegar a la Raya y comenzar el descenso al pueblo.

Antes puedes pararte en alguno de los miradores, y disfrutar de ese maravilloso «bocata», que seguro llevarás en la mochila, dejando que la mirada se pierda entre estas rocas kársticas que en otro tiempo fueron moldeadas por el agua.

Los miradores son únicos y fascinantes

San Roque

Mas adelante, llegarás a un punto en el cual se inicia la bajada y el acceso a La Raya, pero antes, tendrás otro desvío, en este caso para alcanzar el Puntal de San Roque y sus vistas.

De repente, verás como el camino se acaba y surge ante ti un desfiladero (llano) entre piedras, por el que solo cabe una persona.

Sin embargo, un poco más adelante te asombrarás de nuevo porque la ruta cae de repente, de forma vertiginosa, y llegas a unos resbaladizos callejones de piedra.

Te aconsejamos que no dejes de mirar al suelo porque está lleno de rocas resbaladizas por la humedad y el microclima del lugar: es como si atravesaras un trozo de selva tropical.

La Raya

Una vez superado este callejón, verás la luz, como si atravesaras el Siq de Petra, en Jordania.

Después aparecerá ante ti, sinuosa y desafiante, la Raya. Una raya o línea del desfiladero, nuevamente sin quitamiedos, que da nombre a la ruta.

No obstante, el camino está muy bien señalizado. Por eso hay lugares marcados con la X que no debes atravesar.

Sin embargo, como suele ser habitual, siempre hay gente que se lo salta para hacerse un selfie o así, con el riesgo que conlleva.

La Raya, sin más

Nosotros te aconsejamos que no lo hagas, el riesgo es muy grande y si resbalas, y te caes por el acantilado, te van a recoger con pala o aspiradora, porque hay mas de 300 metros de altura.

Después, y siguiendo las indicaciones de las balizas, comenzaremos a bajar hacia el pueblo de Uña. El camino sigue en descenso durante unos dos kilómetros, tras lo cuál llegaremos al llano.

Este es el final de la ruta, bueno, no exactamente, porque luego te queda otro paseíto hasta el pueblo, bordeando la laguna y su embalse, divisando al fondo la montaña que acabas de conquistar.

Uña y la laguna

La ventana del diablo

De vuelta a Cuenca, y una vez superado el pueblo de Villalba de la Sierra, haz una parada en la llamada ventana del Diablo.

Se trata de una oquedad en la piedra, con impresionantes vistas al Júcar.

Está en una curva de la carretera que lleva hasta Cuenca, pero hay sitio para aparcar. No se te olvide. Es fundamental que la veas y la sientas para cargar las pilas completamente.

Comer

Damos por supuesto que vas a pernoctar en Cuenca, pero si quieres comer en el camino, en Villalba de la Sierra tienes el restaurante Nelia, un acierto seguro.

Luego, en Cuenca, ya sabes: el restaurante Trivio, con una estrella Michelin, es el number one y después otras recomendaciones son Olea Comedor, Romera Bistró y Occitano, aparte de la cocina clásica del Figón del Huécar.



**** Cuenca: incómodamente perfecta

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