Hoces del Duratón: un remanso de belleza y paz

El Parque Natural de las Hoces del río Duratón es una maravilla y se puede (y se debe) visitar en cualquier época del año.

Con esta afirmación, podríamos acabar el reportaje, pero este enclave kárstico de la provincia de Segovia, merece un relato un poco más extenso.

Y es que acercarse hasta las inmediaciones de Sepúlveda emociona no sólo por la vegetación y el cañón del río, sino por las aves rapaces que se refugian en sus paredes.

De hecho, las oquedades que dejan las rocas son un refugio perfecto para anidar y cuidar a las crías.

Bajo el mar

La roca caliza que forma paredes verticales de hasta 100 metros se originó hace unos 140 millones de años cuando la Península Ibérica estaba sumergida en el mar.

Así fue que 90 millones de años después, un movimiento de las placas tectónicas hizo que emergieran del fondo dando lugar a su aspecto actual.

Pero eso no bastó para conformar el cañón y por eso la intervención del río, en este caso el Duratón, fue definitiva para terminar en la configuración actual.

Dicho de otro modo: fue el agua del río la que fue horadando las paredes durante años y años, hasta dibujar su cauce.

El «rey» buitre

Aunque a lo largo del parque se pueden encontrar distintos tipos de vegetación, destaca la variedad de su fauna, principalmente aves.

Y entre ellas, el rey del Duratón es el buitre leonado con cabeza blanca y sus alas de casi 2,5 metros de envergadura.

Alucina verles volar en círculo de un lado a otro de las hoces y cómo buscan la carroña, aunque sean los cuidadores del parque quienes «les alimentan».

Población actual

La población actual de buitres en el Parque Natural ronda las 250 parejas, pero gracias a las actuales condiciones, esta cantidad se está incrementando cada año.

La época de cría se extiende de enero a julio, por eso os recomiendo que si hacéis una excursión hasta allí, os pareis a mirarlas.

Teneis que guardar silencio para sentir y disfrutar del ruido que hacen las alas –parecen aviones- al volar sobre vuestras cabezas.

Ermita de San Frutos

Otro de los alicientes del lugar es visitar la Ermita de San Frutos.Está situada sobre un promontorio rocoso y justo al lado de un pequeño cementerio.

A un lado podremos ver el pantano de Burgomillodo, donde acaban
las hoces y al otro un espectacular cortado sobre el río Duratón.

En paredón que se encuentra enfrente se puede distinguir una gran buitrera, de la que constantemente salen las rapaces que sobrevuelan por la zona.

Un misterio

Sin embargo, gran parte de la historia de la ermita sigue siendo
un misterio digna del programa Cuarto Mileno.

Y es que, hasta ahora, nadie ha podido explicar aún cómo llegó el santo hasta allí y con qué objeto.

Declarada Monumento Histórico Artístico, su iglesia del siglo XII está sobre una de las curvas del cañón, sola y aislada y con la única compañía de los buitres.

Eso es lo que se oye: nada. El silencio, el río y las aves rapaces.

Aparte de poseer unas vistas impresionantes, desde una de sus atalayas se contempla a quienes se atreven con las piraguas, incluso en invierno.

Esto piragüistas navegan y navegan explorando las cuevas y gargantas horadadas en la piedra por el río, desafiando al frío y la humedad.

El monasterio

Otro lugar de gran belleza son las ruinas de Monasterio de Nuestra Señora de los Angeles de la Hoz.

Fundado en 1.231 por monjes franciscanos, es el lugar donde la leyenda dice que Nª Sª de los Angeles se apareció a un pastor llamado Pedro.

El antiguo monasterio se derrumbo en 1492, salvo la iglesia, donde la comunidad estaba rezando maitines.

Hacia 1565 fue visitado por el rey Felipe II el cual impulso las obras de reconstrucción.

Con la desamortización de Mendizabal el monasterio fue abandonado y en la actualidad solo quedan las ruinas, a las cuales solo se puede acceder por el agua.

Sepúlveda

Por si todo esto no tuviera suficiente atractivo, cerca de allí está el pueblo medieval de Sepúlveda.

Ubicado sobre dos cerros – Somosierra y la Picota– y entre dos ríos –el Duratón y el Caslilla–.

Se encuentra a una hora en coche de Madrid, Segovia, Valladolid y Burgos, y es famoso, gastronómicamente hablando, por su cordero.

Eso sí, el acceso al centro está limitado para los coches, por eso lo mejor es aparcar en la cuesta que sube hasta el centro donde hay un gran parking.

También hay que recordar que Sepúlveda tiene muchas cuestas, así que si piensas recorrer sus calles, mejor hacerlo antes de comer porque tras un buen ágape puede resultar tortuoso.

Mas pistas

Lo que las guías no dicen

El tiempo en la zona es cambiante, así que dependiendo de la época del año, mejor ir abrigados y con paragüas.

En los altos farallones rocosos anidan cerca de 500 buitres leonados, acompañados de un buen número de alimoches, águilas reales
y halcones peregrinos.

Cómo llegar

Para acceder a la ermita de San Frutos, hay que llegar hasta el pueblo de Villaseca y, desde allí, tomar un desvío por una pista de tierra.

Al final de la pista hay un parking habilitado para vehículos que nos marca el principio del camino que nos llevará hasta las mismas puertas de esta misteriosa ermita.

Lo que no te puedes perder

Lo mejor, aparte de los preceptivos paseos por sus caminos y la visita a San
Frutos, es pararse y sentarse a contemplar el vuelos de los buitres y oírles pasar una y otra vez.

Detenerse a ver los meandros del río, desde los distinos miradores y, por supuesto desde la propia ermita.

Rebasa el templo y mira desde la curva del acantilado, es impresionante.

No te olvides del polvo del camino y, si pensabas lavar el coche, hazlo después de este viaje porque el camino hasta la iglesia te dejará el vehículo para el lavadero.

Además, a pocos kilómetros de allí está el pueblo de Turégano con un hermoso castillo que merece la pena.

En verano aprovecha para darte un «garbeo» en piragua. Hay varias empresas que las alquilan y te acompañarán monitores.

Comer

Para comer hay numerosos asadores en Sepúlveda, que, como ya adelantamos, es famoso por su cordero lechal.

Uno de ellos, en la misma plaza, es la cocina de Paulino. Otros locales interesantes son el Fogón del Azogue y el Figón de Ismael.

Pero, el mejor sin duda es Area de Boceguillas, (en el pueblo del mismo nombre), salidas 115 y 118 de la A-1.

Cerca de allí, en Cuéllar, La Brasería y el Mesón San Francisco, y en Turégano, el Zaguán y el Coli.  

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