Le llaman la hija del Báltico, pero Helsinki, la capital de Finlandia, no puede negar su mestizaje nórdico y eslavo.
De hecho, la mayoría de los carteles que anuncian sus calles aún están en finés… y en ruso.
Y es que fue en la época de los zares cuando alcanzó su máximo esplendor llegando a ser un Ducado creado para competir con Tallín, la actual capital de Estonia.
Aunque primavera puede ser una época estupenda para visitarla y aprovechar las últimas nieves, lo ideal es hacerlo ahora, antes de que llegue el invierno.
Primero, porque su temperatura es fresca y benigna y, segundo, porque los días son más largos aunque no tanto como en pleno verano a causa del famoso sol de media noche.
Una ciudad abarcable
El centro de la ciudad no es muy grande, pero si uno es amante de la naturaleza Helsinki está lleno de parques y bosques por todos lados.Algunos de ellos en pequeñas islas de las que hay centenares.
Fundada en 1550 siempre ha sido una ciudad pegada a un puerto; o, dicho de otro modo, era un puerto pesquero que se creó para rivalizar con Tallín (ahora Estonia).
Pero no fue hasta la victoria de los rusos sobre la corona sueca (que regentaba esta capital báltica), que la ciudad comenzó a crecer bajo la denominación de Gran Ducado de Finlandia.
Tal vez por eso hoy Helsinki sigue teniendo rasgos de ciudad rusa y la catedral ortodoxa de Uspenski es la más importante de la capital.
Y esto es así porque el propio Zar buscó que Helsinki se pareciera a San Petersburgo y por eso está plagada de edificios neoclásicos.
Qué ver
Suomenlinna
No es que la capital de Finlandia sea sólo un puerto, pero está claro que la ciudad vive volcada hacia él y en sus inmediaciones se concentran los edificios más emblemáticos.
Desde allí se toma un pequeño ferry (hay muchos y a muchas horas) que viaja hasta la fortaleza de Suomenlinna.
Es, sin duda, una de las atracciones del lugar y está situada en la embocadura del puerto.
Construida sobre seis islas, fue muralla defensiva y también prisión.
Seurasaari
Otra de las atracciones de Helsinki -y de obligada visita- es el museo etnográfico al aire libre de Seurasaari, ubicado en una isla a sólo 3 km. del centro.
Allí se encuentran (en medio de un bosque) las casas típicas rurales finesas.
De hecho, se creó en 1909 con el objetivo de preservar esta arquitectura y conserva casas, corrales y granjas que fueron traidos hasta allí desde diversos puntos de Finlandia de los siglos XVIII y XIX.
Catedrales y mercadillos
Pero otros atractivos de la ciudad son la visita a Temppeliaukio, una iglesia de planta circular cavada en una roca.
También es interesante descubrir la citada catedral ortodoxa de Uspenski o la luterana de Tuomiokirkko, símbolo de la ciudad.
Y, como no, sus mercadillos. Los hay de todos los tipos y venden desde pescado a dulces, fruta o artesanía.
Las calles principales de compras son Pohjoisesplanadi, Aleksanterinkatu (aquí hay muchos restaurantes, entre ellos el Hard Rock) y Fredrikinkatu.
El almacén más viejo y grande de Helsinki es Stockmann y los mejores mercados son Kauppatori y Market Hall, un sitio donde se encuentran los objetos más variopintos, aunque algo caros.
Más pistas
Lo que las guías no dicen
En la calle Bulevardi venden ropa de diseño de segunda mano.
Por otro lado, el mercado viejo es centro de reunión para los sibaritas de Helsinki. Con más de un siglo de historia, ofrece desde pan recién hecho hasta objetos de diseño.
Para no perderse
Además de Suomenlinna y Seurasaari, no debes perderte la catedral ortodoxa de Uspenski , como tampoco una visita a la iglesia de Katuna, que data de 1685 .
En esta última, los guías van vestidos al estilo tradicional, y se pueden comprar recuerdos típicos, como los trols.
Asimismo, es interesante dar un paseo por el puerto y su mercadillo (caro, como todo por aquí), pero atractivo.
Comer
Que nos perdonen sus chefs, pero nosotros diríamos que la gastronomía finesa o finlandesa no tiene muchos alicientes para un español.
Sólo queda la sopresa de algunos platos y los sabores simples y complejos (todo en uno) que pueden albergar ciertos menús.
Sin embargo, así y todo, hay algunos locales interesantes para pasar una velada agradable a un precio razonable.
Uno de ellos es Gaijin, (32-60€); un lugar donde se empeñan en mezclar sabores y texturas sin miedo. Y lo consiguen con notable éxito emulando la cocina asiática.
Otro de los elegidos para la gloria (el mejor en relación calidad-precio) es Nolla.(45-55 €). Decididamente sostenible, trabajan con productos y productores locales.
El tercero en discordia es el Boulevard Social,(30-65 €) un crisol gastronómico donde se sirven platos griegos, tunecinos y marroquíes.
Más opciones
También puedes comer en Teatteri , Savoy, pero éste último no es barato. De hecho, es más caro que algún estrella Michelin.
Es el caso de Demo (a partir de 65 €), Gron (a partir de 64 €) e Inari (70-120€). El resto (hay otros tres) ni los mencionamos porque todos rebasan los 100 €.
- Estocolmo, esplendor en verano
- Copenhague, tierra de vikingos
- San Petersburgo, refugio de zares
Un gusto pasear por Helsinki, desde el ordenador y bajo tus manos.
Un lugar que ya tengo apuntado para ir.
Un saludo y Feliz Fin de Semana
Muchas gracias, Alejandra. Siempre son gratificantes estos comentarios que animan a seguri adelante.