Cracovia: la dama polaca que los nazis respetaron

Algunos sostienen que Cracovia es la ciudad más bonita de Polonia, pero, sea cierto o no, de lo que no cabe ninguna duda es de que es la más completa.

Para verla hay que reservarse al menos tres días y, ¡atención!, es preciosa cuando el sol se pone.

Cracovia es muy bella, eso no lo puede negar nadie, como tampoco que es la capital más turística de Polonia.

Desde allí, las distintas agencias de viaje proponen salidas al sur y norte del país, teniendo como cuartel general (y nunca mejordicho) esta ciudad.

Un lugar que conserva intacta la práctica totalidad de su arquitectura, ya que fue sede del cuartel general de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Nazis que, dicho sea de paso, la conquistaron en apenas seis días y cuidaron al máximo su arquitectura por la cuenta que les tenía.

Capital espiritual

De hecho, y aunque Cracovia no sea la capital administrativa de Polonia, sí que podría decirse que lo es de forma espiritual.

Por todo lo que conlleva su homeostásis arquitectónica que conserva intactas venas, arterias, huesos, tendones, órganos y hasta la musculatura de su estructura, es un lugar espectacular.

Datos prácticos

Aunque la ciudad es más grande de lo que parece, se necesitan apenas tres días para pasearla y repetir calles y monumentos.

Aquí funcionan de manera excepcional los llamados ‘free tours’ (personas que te enseñan la ciudad y en tu idioma, de forma gratuita; bueno, casi, porque lo que recaudan es ‘la voluntad’ de sus improvisados clientes).

Sus tours parten de la plaza del mercado y se les conoce porque llevan unas banderitas con los colores del país-idioma sobre el que van a impartir sus enseñanzas.

No está mal hacer uno de estos ‘paseos’ para hacerse una idea general de la ciudad y luego revisitarla de forma individual fijándose en los lugares que más nos llamaron la atención y que, a buen seguro, serán numerosos.

Cambiar dinero

Damos por supuesto que tienes alojamiento (hotel, habitación, etcétera) así que estés donde estés, lo primero que debes hacer es parar en una casa de cambio para conseguir algunos zlotis a buen precio.

Después, para abrir boca, dirígete hacia la plaza Rynek Glówny, que es la plaza del Mercado, que data del siglo XIII y es la más grande de Europa (40.000 metros cuadrados).

También puedes hacer una parada en la oficina de turismo para hacerte con un plano (calle Szpitalna, 59) que te ayude a situarte.

Qué ver

La Plaza del Mercado

La Plaza del Mercado es el centro histórico y el lugar desde el que parten todos los ‘destinos’ visitables de la ciudad.

Allí veras unos coches tirados por caballos que son conducidos por ‘choferesas’, que diría el ínclito escritor Camilo José Cela.

Ataviadas con trajes de época van acompañadas –sobre todo por la noche- por hombres con cara de pocos amigos, se supone que para proteger sus aceradas figuras.

Estas choferesas te invitarán a subir a una de sus calesas blancas para recorrer toda la ciudad., y te pedirán ‘money’ por dejarse hacer una foto. Ni caso.

La normas de higiene son tan estrictas (y necesarias) que a los caballos les ponen en el trasero una bolsas de plástico para que sus coprolitos equinos no caigan sobre el asfalto.

Es más, algunas choferesas llevan una pértiga con embudo para ponerlo en el culete del jaco si a este le da por hacer ‘del cuerpo’ mientras dan el paseo.

Todo muy curioso y aséptico.

A nosotros, este paseo nos parece una ‘horterada‘, pero sois muy libres de tomar este transporte u otro de los muchos que existen en la ciudad, como los coches eléctricos que te llevan y traen con charleta incluida o incluso los tranvías, si eres capaz de leer polaco y orientarte.

Como se ve hay infinitas formas de conocer Cracovia y todas son buenas, aunque a nosotros nos va más el pateo de toda la vida.

A la derecha, la lonja de los paños

El Barbicán y la Lonja

Dentro de la plaza puedes entrar en el mercado central, también llamado Lonja de los Paños, uno de los iconos de Cracovia que fue erigido patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.

Compras, pocas, porque sus tiendas de recuerdos están subidas de precio. Eso sí en la misma plaza puedes hacer un repaso de los chocolates de la tienda de Wawel (ya te contaremos mas sobre esto).

Además, puede ver la catedral y resto de edificios mezcla total de estilos, y dirigirte hacia la muralla Barbican (como en Varsovia) que era una de las antiguas entradas a la ciudad. 

Construida en el siglo XV, más o menos cuando los españoles descubrieron América, tiene un grosor de tres metros, siete torreones y 130 troneras.

Algunas torres de la muralla

La puerta de Florian

Desde allí y entrando de nuevo a la ciudad nueva (habrás pasado ya por allí) está la puerta de Florian.

Esta sí del siglo XIII, y que pertenece a la antigua muralla de la que apenas queda un trozo pequeño aunque llegó a tener 3 kilometros de longitud.

El trompetista de las 12

Si vuelves a la plaza del mercado procura que sea sobre las 12 de la mañana, o a partir de entonces, porque es cuando un trompetista interpreta una melodía desde la Catedral de Santa María.

Dicen que, en realidad, no es un trompetista sino varios bomberos que se dan relevos para subir hasta la torre de la Catedral para interpretar una melodía que se conoce como Hejnał Mariacki y tiene 700 años de antigüedad.

La leyenda

Dice la leyenda, que desde esta torre se daba un toque de trompeta para abrir y  cerrar las puertas de la urbe –como la de Florian-, pero que también servía para avisar cuando atacaban los enemigos, tártaros para más señas.

Parece que en una incursión, por sorpresa, de dichos tártaros, éstos lanzaron una flecha hacia el trompetista vigía con tan mala fortuna que se le clavó en el pecho ‘mándándolo con Fausto’ antes de acabar su toque de llamada.

Por eso, y en recuerdo de aquél, los trompetistas actuales dejan de tocar el Hejnał Mariacki a mitad de melodía.

Es curioso verlo (no es fácil), y si hay mucha bulla en la plaza se oye poco, así que presta atención a una de las ventanas superiores porque no es sencillo de disfrutar, aunque mola un montón.

La Catedral

En cuanto a la catedral, el pórtico de la fachada es de estilo barroco y se  construyó en el siglo XVIII.

También hay una placa que conmemora la época en la cual el Papa Juan Pablo II fue arzobispo de la ciudad, ciudad y universidad, dicho sea de paso, en la que se formó Józef Wojtyla.

Una de las ventanas de la torre de la izquierda es la del trompetista

El castillo de Wawel

La colina de Wawel es otro de los puntos de interés indispensable del recorrido y a la que se llega por una de las calles, como no, que salen de la plaza del mercado.

Interior del castillo de Wawel

La colina es pequeñita y está sobre el río Vístula.

Allí podrás visitar su curiosa catedral, una bonita amalgama de estilos arquitectónicos que se considera un símbolo de la unificación polaca; así como el castillo de Wawel, donde se coronaban y vivían los reyes.

De hecho, parece que los orígenes de esta estructura defensiva y religiosa se remontan al siglo IV y fue el epicentro de la política polaca hasta que en el siglo XVII la capitalidad se trasladó a Varsovia.

El castillo por fuera

El Dragón

Pero, sin duda, una de las mayores atracciones del castillo se halla fuera de él.

Nos referimos al dragón y su cueva, a la que es posible acceder desde una de las murallas.

Otra leyenda (que bonitas son todas) señala que fue el Rey Krak el encargado de ofrecer un recompensa a quien librara a la ciudad del dragón que vivía en el interior de la colina de Wawel.

Así fue como a un pastor se le ocurrió llenar una oveja de azufre y alquitrán de modo que cuando se la comió el dragón a este le dio tanta sed que tuvo que bajar al río a atiborrarse de agua, tras lo cuál explotó.

Ahora, a la salida de la gruta hay una estatura en bronce de este dragón que lanza fuego por su boca al paso de los transeuntes.

Eso sí, no lo hace siempre, sino cada cierto espacio de tiempo, así que hay que tener un poco de paciencia y esperar a que exhale el fuego para hacerse la foto correspondiente.

Barrio judío

Finalmente, otro de los puntos clave de la ciudad es el barrio judío (kazimierz), que mantuvo el pulso de la ciudad desde el siglo XIV hasta la Segunda Guerra Mundial.

La basílica, el monasterio y algún que otro cementerio, son sus mayores atracciones en un barrio ahora bohemio en el que se han instalado algunos de los mejores restaurantes.

Barrio judio de Cracovia

Más pistas

Lo que las guías no dicen

Las minas de sal, a 30 km. de Cracovia, son una de las visitas recomendadas. Pero no tenemos claro si aconsejaros que vayais o no.

No sé si será por nuestra pasíon viajera, pero el  caso es que no solo no nos impresionó, sino que nos decepcionó un poco.

Compuesta por más de 300 kilómetros de túneles que pueden alcanzar hasta los 327 metros de profundidad, dicen que es la única mina de sal del mundo que lleva en funcionamiento desde la Edad Media.

Sala principal de la mina. La Capilla. Todo es de sal, hasta las lámparas

Aparte de túneles y túneles con muñecos que simulan personas y carruajes, sólo hay dos cosas impresionantes.

La capilla ( hay que pagar una tasa por hacer fotos y vídeos) en la que destacan las esculturas y candelabros labrados en sal.

Y la salida de la cueva en una especie de ascensor o montacargas que te sube a la superficie ‘a toda pastilla’. Por si acaso os animais a ir, aquí os dejamos un breve video.

El barrio judío, aunque lo recomiendan las guías, no tiene demasiado interés salvo por los restaurantes que acoge.

Además de eso, a pocos kilómetros de Cracovia, también se encuentran los oasis de Skalki Twardowskiego y Zakrzowek , y el Parque Nacional de Ojców, pero si no dispones de mucho tiempo también te los puedes saltar.

Lo que no te puedes perder

Aparte del castillo de Wawel, no debes perderte Auschwitz. No es bonito, ni agradable….pero sí impresionante.

El dolor que allí se vivió está por todos lados y es imprescindible para comprender la historia de Europa y lo que traen los totalitarismos.

También te aconsejamos que compres chocolate en la tienda de Wawel que hay en la plaza del mercado.

El mejor es el negro con frambuesa y otro blanco con frutas. Y el peor, aunque parezca mentira, el negro con naranja.

Pero, vamos, que en la tienda tienes para dar y tomar y a precios muy competitivos.

Otra cosa que no debes perderte es la llamarada del dragón de la cueva de Wavel.

Otra imagen del castillo

Cronometra un poco la cadencia de tiempo de cuando se produce la llamarada (cada 5 minutos aprox.) y así no te perderás la instantánea más impresionante.

El vodka es otro de los lujos de Polonia y Cracovia. El más rico es el Zubrowka Biala y a nosotros el que más nos gustó fue de sabor a Miety (menta-hierbabuena).

Los venden en botellas de 200 ml y los podreis encontrar en cualquier tienda de licores (que hay unas cuantas) y…en el Lidl, que tambien hay unos cuantos repartidos por la ciudad o a la salida de la misma.

Barbican de Cracovia

Comer y dormir

Tanto si has reservado on line, como por medio de alguna agencia, entendemos que tendrás el alojamiento solucionado y los vuelos (Ryanair vuela allí) también, así que vamos a centrarnos un poco en la gastronomía.

Como es normal, los restaurantes cercanos a la plaza del mercado son más turísticos, y más de autor según nos alejamos de la misma.

Los platos tipicos aquí son, aparte de la cerveza y el wodka, las sopas y los pierogi (las empanadillas de las que ya hemos hablado en otros post).

Pero no debeis marcharos de Cracovia sin haber entrado en uno de sus bares de leche (mleczny).

No sólo por el precio (apenas 6 euros con dos platos, bebida y postre), sino porque se come bastante bien y platos típicos en un entorno digno del mismísimo ‘telón de acero’.

Bares de Leche

Los bares mleczny se crearon a finales del siglo XIX, y su expansión por todo el país llegó en tiempos de la República Popular de Polonia, cuando las autoridades socialistas abrieron restaurantes de este tipo para los obreros que no disponían de cantina en sus fábricas.

Se llaman ‘de leche’ porque los productos básicos que se servían entonces eran lácteos o derivados, aunque hoy se elaboran platos de la cocina polaca tradicional.

La tradición que perdura es que no se puede tomar bebidas alcohólicas, ni siquiera cerveza.

El bar de leche Pod Temida

Cerca del centro hay al menos ocho establecimientos de este tipo, pero para nosotros el mejor es el Pod Temida.

Está situado en la calle que baja hacia el castillo desde la plaza del mercado, en la fachada derecha: cubiertos de plástico, mesas comunitarias…todo auténtico y la comida muy sabrosa.

Menu del pod temida

En cuanto a los restaurantes, no hay ninguno que sea ‘para tirar cohetes’, pero entre los más recomendables están Cyrano de Bergerac y Zazie Bistro, ambos de marcada influencia francesa.

El segundo está en barrio judío y el primero, cerca de la muralla. También recomendamos .Zielona Kuchnia, (para los más vegetarianos) y Przystanek-pierogarnia. Es pequeñito y perfecto para tomar pierogis, ¿what else?.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *