Breslavia (Wroclaw), Polonia, cuenta con la Plaza del Mercado más bonita de Polonia y, probablemente, una de las más bonitas de Europa.
Sede ‘oficial’ de los Pierogi, las famosas empanadillas polacas, es un lugar donde se come bien, en abundancia y a unos precios muy asequibles.
Entre los restaurantes más recomendables, si no el mejor, está La Maddalena: un oasis donde no ponen pierogis, lo cuál, cuando llevas varios días en Polonia, es hasta de agradecer.
Territorio Pierogi
Los pierogi, como ya hemos comentado en otros post, son una especie de empanadillas típicas de Polonia que se sirven, por todos lados, y en distintas cocciones y frituras, y con distintos rellenos.
Están, de una u otra forma, en las cartas de todos los restaurantes, pero una vez que las has probado en variadas y distintas modalidades, y en locales diferentes, lo cierto es que pueden llegar a ser cansinas (si abusas).
Además de eso, como están hechas de masa de harina, si las tomas un día, hay que descansar por lo menos dos.
Fuera de carta
Por eso el restaurante La Maddalena, uno de los mejores, si no el mejor de Breslavia, no las incluye en su carta.
Es curioso, pero para nosotros supuso un soplo de aire fresco encontrarnos con este restaurante de Wroclaw; tal vez la ciudad mas alemana de Polonia y comprobar que, además de contar con un menú sensato y distinto, aportaba toques de autor muy interesantes a la cocina típica del país.
Buen servicio
El local, además, es muy agradable y bonito. Tiene luz y está decorado un poco al estilo bistró francés, aunque por fuera no lo parezca.
En cuanto al servicio, muy bueno y atento, aquí además de tener la carta en inglés, te simplifican la vida con un resumen eficaz.
Tres entrantes, dos sopas o cremas, cuatro principales y tres postres.
En total, doce platos a elegir y que cambian regularmente en una carta cerrada, pero que tiene de todo lo que a uno de le pueda apetecer.
Fuera del centro histórico
El lugar, que está cerca pero fuera del centro histórico, donde abundan los restaurantes para guiris, es frecuentado por los visitantes de la ciudad que buscan algo más que pierogi.
También son asiduos los amantes de la gastronomía de Breslavia. Las raciones no son nada cicateras, así que sales con la sensación no solo de haber comido bien, sino en abundancia; cosa, por otro lado, bastante común en toda Polonia.
Se nota que aquí, en invierno hace un frio que pela, así que no se privan ni de la comida ni de la pivo (cerveza) o el vodka.
Mar y montaña
Uno de los entrantes que probamos fueron las vieiras con mousse de coliflor, torreznos, habas crudas, arándamos y cebolla, entre otros componentes no solo armónicos, sino interesantes y soprendentes para el paladar.
Un mar y montaña en toda regla vistoso y suculento; y uno de los platos que más llamron nuestra atención.
También probamos y nos gustó el carpaccio de buy con lascas de queso, siempre correcto, y nos saltamos, porque si no el guión se nos hubiera ido de las manos, la lengua al vino tinto.
Rabo de toro
En este punto del almuerzo ya estábamos arropados por la música suave y de fondo, en versiones clásicas y acústicas, de muchos temas reconocibles para los que somos amantes del dance de calidad, como el First Time de Kygo,
Así discurrió el tiempo casi sin darnos cuenta hacia una excelente crema de coliflor y un aún mejor caldo de buey con raviolis de rabo de toro; así, como suena: rabo de toro.
Plato espectacular lleno de sabor y acierto que nos transportó en volandas a tierras españolas.
Solomillo campeón
La siguiente parada en este restaurante, bien dirigido por Pawel Borejko, eran los principales.
Pedimos carne y pescado para comprobar de nuevo qué tratamiento se le daba a este producto (el pescado) tan poco solicitado en tierras polacas.
Y nuevamente salió ganando la carne, aunque la corvina que tomamos estaba muy bien cocinada.
Pero es que el solomillo de ternera empanado con una tempura de hierbas, acompañado de lentejas negras, una mermelada de grosellas negras, puerro, zanahorias baby, un demi glace. aceite de trufa y queso de cabra, ganó por goleada.
Postres
En todo caso, los principales nos parecieron muy buenos y competitivos en una ciudad plagada de sitios donde elaboran pierogis. Eso sí, damos fe que en Breslavia se come, y se come bien.
Terminamos con dos de los postres del triunvirato propuesto en carta: una cremme brulée de chocolate fantástica y un flan de caramelo y vainilla con grosellas, nueces y bálsamo de limón que nos dejó el mejor sabor de boca posible.
Asi que La Maddalena es una muy buena recomendación para comer o cenar cuando viajes a esta bella y coqueta ciudad del oeste de Polonia.
La Maddalena. c/ Pawla Wlodkowica 9. Wroclaw. +48 71 782 60 90 http://lamaddalena.pl/
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