Ronda: embrujo romántico en la serranía de Málaga

Ronda es, sin duda, uno de los pueblos más bonitos de la provincia y serranía de Málaga; una comarca que, por cierto, transita sutilmente entre Málaga y Cádiz.

Asi es que es la mano del hombre quien establece los límites a un paisaje que es prácticamente el mismo en esta sierra de pueblos empeñados en abrirse paso entre las rocas.

Ernest Hemingway, que no se caracterizaba por su sutileza al escribir (y dicen que en el trato personal, tampoco) escribió esta frase: ‘Es a Ronda a donde habría que ir, si vais alguna vez a España a pasar una luna de miel o con una amiguita».

La ciudad entera y sus alrededores son un decorado romántico. (…) «Bellos paseos, buen vino, excelente comida, nada que hacer…»

Si eliminamos lo de la ‘amiguita’ -hoy políticamente incorrecto- y lo de que ‘no hay nada que hacer’, suscribiríamos las líneas de Hemingway, sin dudarlo.

Estos desfiladeros sirvieron de guarida a los bandoleros

Turistas accidentales

Pero antes de este escritor norteamericano, por aquí anduvo, entre otros, el ejército francés, que no pudo hacerse con el control de estos desfiladeros durante la Guerra de la Independencia.

Además, y como dice el acervo popular, los franceses fueron reos de las mujeres andaluzas, como la famosa Carmen (ya sabéis: Carmen…la de Ronda’).

Sin embargo, ahora los que sucumben a su embrujo son los turistas que visitan la ciudad ante tanta belleza acumulada.

Ciudad romántica

Ronda es la ciudad romántica por excelencia, no hay duda, y hace siglos también fue el refugio perfecto para los bandoleros.

Así que si hay alguien que te ha robado el corazón, búscalo en Ronda: no hay mejor lugar para recuperarlo.

La zona histórica es más grande de lo que parece, aunque la mayoría de los visitantes nacionales no pasa de la Plaza de España y el Puente Nuevo.

Una pena, porque Ronda tiene mucho más que ver y es una ciudad muy intensa en todos los sentidos. Misteriosa, encantadora…y perdida entre las montañas y la serranía a la que da nombre.

Ronda es misteriosa y cautivadora

Cómo llegar

Ronda era un lugar de difícil acceso para las gentes de antaño, pero hoy se llega fácilmente por autovía y carretera nacional por ejemplo, desde Antequera, otro de los emblemas del interior de la provincia malagueña.

Y entre ambas, como el que no quiere la cosa, el Caminito del Rey, una maravilla de la naturaleza esculpida por el hombre y ahora rehabilitada en toda su dimensión.

Cuentan las crónicas históricas que los viajeros se quedaban boquiabiertos al adentrarse en Ronda y descubrir sus maravillas.

Incluso los árabes, cuya gran cultura sigue siendo santo y seña de Andalucía, establecieron aquí su particular templo Zen.

Cientos de años más tarde el movimiento cultural Romántico, en el siglo XIX, alucinó al encontrar un lugar tan mágico, así que hicieron de él su particular santuario.

Y no nos extaña porque en la actualidad sigue produciendo una ensoñación indescriptible.

Cuando llegas a Ronda y te asomas a su viaducto te dan ganas de buscar enseguida todos sus escondrijos, que los tiene.

Pero es mejor pausar el alma para no emborracharse con la imagen del Puente Nuevo sobre el Tajo. Por eso conviene beberla a tragos cortos y mesurados.

La Serranía de Ronda

Los rondeños y serranos son los herederos del bandolerismo casi ley en la serranía de Ronda.

Tierra actualmente sembrada de vides y donde se elaboran unos vinos notables que se resisten, como los antiguos malandrines, facinerosos o cuatreros, a ser etiquetados como crianzas o reservas.

Y es que los vinos de la serranía de Ronda, cabalgan por meses y añaden, como su gastronomía, más embrujo, si cabe, a esta misteriosa ciudad.

Bandoleros

Las razones de que el bandolerismo triunfara en esta y otras serranías andaluzas, como la subbética cordobesa (en Lucena se hizo famoso José María el Tempranillo), hay que buscarlas en la hambruna, la política, la guerra…y hasta el patriotismo.

Estas y otras razones llevaron a un puñado de hombres a refugiarse en la sierra y vivir de ‘robar al rico para dárselo al pobre’.

Los citados bandoleres contaron con la connivencia de muchos de sus vecinos que aceptaron esta práctica (tendencia, se diría ahora), incluso con simpatía.

A ello contribuyó sin duda la leyenda de sus hazañas forjada a través de los relatos contados por los escritores románticos que se acercaron por estas tierras.

Historias, mitos y leyendas, que a falta de tele, servían para entretener al pueblo llano.

Qué ver

Centro de Ronda

Lo primero que llama la atención, nada más llegar al centro de Ronda, es la plaza de toros; majestuosa y una de las más antiguas de España.

Y es que aquí, como en la sierra de Grazalema, el toro es una tradición muy arraigada entre los rondeños.

No es casualidad, por tanto, que uno de los platos básicos de su gastronomía, sea el rabo de toro que por estos lares lo cocinan de mil maneras distintas y todas acertadas y sabrosas.

Desde allí, y en los miradores cercanos, ya se aprecia el valor de los acantilados y lo escarpado del terreno en el que se asienta la ciudad.

Un poco más adelante, junto a la oficina de turismo y caminando a través de la calle José Aparicio, en la que se halla el restaurante El Bardal, galardonado con dos estrellas Michelin, se llega al meollo de la cuestión.

La Plaza de España y el Parador escoltan, como si fueran migueletes, el maravillo Puente Nuevo sobre el Tajo (que no se refiere al famoso río sino al desfiladero, tajo, corte en la piedra) sobre el que, dicen, van a restringir el paso de vehículos porque con el peso de los mismos el terreno está cediendo.

El Puente Nuevo

Mientras eso ocurre, por alli siguen circulando los coches así que hay que subirse a la barrera para asomarse a los balcones que están sobre el puente sin que te ‘embistan’ los vehículos.

Desde allí, y mirando hacia la derecha, y abajo, verás a decenas de personas en una especie de montículo de tierra mirando hacia el Puente.

¿Por qué? Pues porque allí se encuentran las mejores vistas y, claro está, las mejores fotos del monumento.

Para alcanzar el lugar, solo tienes que atravesar el propio puente y girar en la segunda calle a la derecha, esta te conducirá a una especie de parque y desde allí, junto a la valla, verás un camino de tierra que baja hasta distintas zonas de la serranía para contemplar el puente en toda su extensión.

40 años de construcción

En la construcción del Puente Nuevo se invirtieron más de 40 años finalizándose en 1793.

Esta fue la segunda intentona puesto que, bajo el reinado de Felipe V, cincuenta años antes, el puente se derrumbó y sepultó a 50 personas.

El puente actual mide 98 metros de alto y está construído con las piedras del desfiladero extraídas del fondo de la garganta del tajo.

Una de las imágenes míticas del Puente Nuevo

Real Maestranza

La Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería fue inaugurada en 1785 y hoy está considerada una de las antiguas y bellas de España.

Su construcción se atribuye al mismo arquitecto que levantó el Puente Nuevo, Martín de Aldehuela.

Más que una plaza de toros es un monumento que posee una doble galería de arcadas y columnas toscanas con todos los tendidos a cubierto, por lo que parece más un claustro monacal que otra cosa.

De la Real Maestranza de Caballería, en la época de Felipe II, surgió la escuela de tauromaquia, que tuvo como prócer mas famoso a Pedro Romero, a quien siguió la dinastía Ordóñez. con Antonio a la cabeza.

Al principio del reportaje citamos unos párrafos del escritor norteamericano Ernest Hemingway…Y es que éste, junto a Orson Welles eran muy aficionados a los toros y probablemente viajaron a Ronda para ver en acción a Antonio Ordóñez creador, entre otras cosas, de las corridas goyescas.

Plaza de Toros

Palacio de Mondragón

Una vez que recobremos el resuello tras la subida desde el mirador frente al Puente Nuevo, y siguiendo por la calle Tenorio, empezamos a recorrer una serie de calles peatonales plagadas de edificios emblemáticos.

Uno de ellos es el palacio de Mondragón, considerado el edificio civil más importantes de Ronda.

Tiene dos patios: el segundo es de estilo gótico, pero el primero es una maravilla. De ladrillo con diseño clásico con capiteles corintios renacentistas, el salón noble cuenta con un extraordinario artesonado mudéjar.

Santa María la Mayor

Más adelate está el museo Joaquín Peinado y siguiendo por las calles con fachadas llenas de macetas con flores y naranjos se llega a la plaza de la duquesa de Parcent.

En ella destaca la fuente de los ocho caños y, sobre todo, a la iglesia de Santa María la Mayor y el Ayuntamiento.

Según los estudios realizados parece que esta iglesia se asienta cerca o sobre los restos de una basílica paleocristiana del siglo V d.C., aunque también se apunta a que hubiera algún vestigio romano aún no encontrado.

Como es costumbre en los conquistadores, sobre esas ruinas se construyó una mezquita y, sobre la mezquita, los Reyes Católicos mandaron construir una catedral.

Dos siglos tardó en construirse el edificio religioso que finalmente se concluyó en el siglo XVII.

Santa María la Mayor

La Muralla del Carmen y Almocábar

Caminando hacia el Carmen, encontrarás una cuesta en descenso que te llevará hasta donde no llega casi ningún turista.

La muralla y la puerta de Almocábar son inconfundibles y marcan el límite de la ciudad vieja.

A la muralla, antes árabe, por supuesto, se puede subir y caminar hasta el Carmen.

Muralla y Puerta de Almocábar

Baños Árabes y Arco de Felipe V

Arco de Felipe V

Desde allí te recomendamos que vuelvas sobre tus pasos, hacia el Carmen y camines por el interior de la muralla hacia los baños árabes.

De estos se conserva más bien poco, pero la muralla tiene algunos minaretes con unas vistas espectaculares.

Para seguir esta ruta deberás pasar por el arco de Felipe V.

La vieja Puerta Árabe fue sustituida por la actual mas grande durante el reinado del primer Borbón del trono español, Felipe V, en el año 1742, según consta en la inscripción en piedra situada próxima a la misma.

Palacio del Rey Moro y Puente Viejo

Inmediatamente después el camino te lleva de subida al puente Nuevo pero por el lado contrario.

Esta, que es como la cara oculta de la Luna, es una ruta poco frecuentada y para pasearla tendrás que pasar por el Puente Viejo y el Palacio del rey Moro que está en la cuesta de Santo Domingo y cuya estructura (inmensa) se adapta a la curvatura de la calle.

Guadalevín

Se trata de una compleja obra islámica que desciende al fondo del tajo por donde discurre el Río Guadalevín.

Se construyó aprovechando una grieta natural vertical de la roca desde donde sale una escalera tallada con más de 200 peldaños y que desciende en vertical unos 100 metros.

Está cerrado al público, por lo que solo podrás verlo por fuera.

Puente Viejo

La vuelta de subida hacia la Plaza de España donde está el Parador de Ronda tiene unos miradores extaordinarios desde donde ver el atardecer.

Si no hace bueno, incluso podrás sentarte a contemplar uno de los espectáculos más bellos de Ronda con el puente y los restaurantes y casa colidantes iluminados.

También te aconsejamos que rodees el Parador para contemplar el atardecer de la Sierra y, de nuevo, el puente con sus luces y su fondo azul.

Los arcos del puente al anochecer desde detrás del Parador

Gastronomía popular

De la gastronomía popular destacan, sobre todo, el rabo de toro, que, como hemos adelantado, es uno de los platos típicos que se pueden degustar en Ronda.

También el bienmesabe, o la porra (una especie de salmorejo) aunque sea antequerana, la calabaza y las yemas de Ronda.

Los vinos, están dando de que hablar y algunos son meritorios y tienen buen precio como el Sarraceno o el Perezoso.

Distintas imágenes de Ronda

Más Pistas

Lo que las guías no dicen

Aparte del maravilloso Puente Nuevo, una de las zonas más bonitas de Ronda es el camino que recorre la muralla hasta el Puente Viejo.

Eso sí, aunque los carteles te indican que pueder avanzar a pie de muralla, no hagas caso porque o eres una cabra o a mitad del recorrido tendrás que volverte por tus pasos.

Los baños árabes solo se pueden ver por fuera e imaginar. Y del palacio del Rey Moro solo se pueden visitar los jardines.

Lo que no te puedes perder

Debes bajar sí o sí hasta la ladera del tajo para ver el Puente Nuevo en toda su magnitud.

Además de eso es muy recomendable ir hasta la iglesia de Santa María La Mayor y ver la muralla del Carmen.El barrio por donde discurren las calles es típicamente rondeño

Asimismo, otro que es de obligada visita es el puente Viejo… y el puente Nuevo iluminado de noche.

Y ya que vas a Ronda, te recomendamos que vayas a ver los pueblos Blancos de la sierra de Grazalema y, desde luego, el Caminito del Rey. (en este caso hay que reservar con mucha antelación).

Comer

En la calles Nueva y Carrera Espinel, que parten de un ramal de la Plaza de España, es donde se concentran la mayoría de los restaurantes de Ronda.

Espinel es donde está uno de nuestros recomendados, Las Maravillas porque, aunque es de batalla, es bueno, bonito y barato, por eso está siempre lleno hasta la bandera.

Calle Nueva es el lugar donde está Tragatá, la segunda marca o bar de tapas del ya dos estrellas Michelin (El Bardal) que pilota Benito Gómez, por si quieres probar tapas ‘mas gourmet’.

Tragatá

En Tragatá tienes tapas maravillosas y sorprendentes como el bocadillo de calamares con salsa brava (2,90€), o el saam de papada de cerdo con chili dulce (3,50€), de los que nos hubiéramos comido cuatro piezas.

Luego hay otros, digamos, menos emocionantes como el Bao de panceta cantonesa con salsa hoisin (3.20€) o las patatas bravas (6€).

También tomamos unas sabrosas albóndigas de cerdo ibérico con chipirones y guisantes (12,50€).

De postre, muy rico el royal de frutas de la pasión con granizado de menta y coco; e ingenioso el ganaché de tierno de chocolate con cremoso de jenjibre (4.90).

Otros lugares recomendables en Ronda son el Puerta Grande y Siempre Igual.

Tragatá, Bocata de calamares, Rabo de toro de Las Maravillas y El Bardal

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