Madridejos es un pueblo singular y uno de los más importantes de Castilla La Mancha.
Esa comunidad vergel de viñedos al que se apoda la viña de Europa, por su gran producción de uva, tiene como santo y seña el empuje de una tierra que ha sido inspiración de ilustres caballeros y literatos del Siglo de Oro.
Ahora, una serie de empresas locales emprendedoras intentan empoderar los cimientos de un lugar que va unido al vino, al queso, al AOVE y, sobre todo, al azafrán, cuyo fruto se verá a finales de mes.
No en verano
A cerca de 70 km. de Toledo, Madridejos en verano se convierte en un desierto debido al calor.
Sus calles y casas bajas parecen arrugarse en sí mismas, como un caparazón, para protegerse del sol implacable que azota estas tierras tan quijotescas.
Cerca de allí, se encuentra Consuegra y sus Molinos y un poco más allá Campo de Criptana, Daimiel y sus tablas, ahora secas, y Almagro.
Así que otoño es una época ideal para visita Madridejos, su Convento de San Francisco y sus silos.
Convento y silos
El Convento de San Francisco fue fundado en 1612 y actualmente alberga la Casa de la Cultura, la Oficina de Turismo y el Museo del Azafrán.
De su pasado religioso queda la imagen de la patrona, la Virgen de Valdehierro.
Pero aparte de otros edificios religiosos, la curiosidad de este pueblo toledano son los Silos o los Silos de toledillo para ser más concretos.
Cuevas
Los silos son cuevas/casas excavadas en el suelo, en terrenos que se donaban a los recién casados como parte de la dote.
Como entonces no había albañiles como tales, cada uno se buscaba la vida como podía para procurarse una vivienda.
De manera que los silos normalmente eran construidos (excavados) por sus propietarios, convirtiéndose en una vivienda subterránea con climatización natural.
Dentro de los Silos de Madridejos los mejores conservados son los del tío zoquete que el ayuntamiento compró en 2004 para rehabilitarlo y el colorao.
Pata palo
El silo zoquete se llama así, porque al contrario de lo que ocurre ahora, antes, en el mundo rural al pelirrojo se le llamaba colorao, al mudo, mudo; al cojo, cojo…
En este caso, es porque el dueño del silo tuvo un accidente y le tuvieron que poner una pata de palo y desde entonces era el tio pata palo o zoquete.
De hecho, una de las acepciones de la RAE para la palabra zoquete es «Pedazo de madera corto y grueso, que queda sobrante al labrar o utilizar un madero». Ahí lo tenéis.
Climatización
Pues gastronomoyviajero tuvo la oportunidad de visitar uno de estos silos (el del colorao) en un día caluroso y os podemos asegurar que la temperatura del interior era muy agradable.
Aislados, en habitaciones o habitáculos donde había que agachar la cabeza para no darse con el quicio de las puertas, la gente vivía como podía.
Así que los silos (ahora hay algunos alojamiento que se alquilan como apartamentos) son un ejemplo maravilloso de lo que es la arquitectura popular.
Vino
Sin embargo, uno de los motores de Madridejos (junto al azafrán) es el vino y una de las bodegas familiares destacadas es la de Bogarve 1915 que fabrica unas 300.000 botellas anuales.
Aunque fue fundada en 1905, la familia lleva elaborando vinos de forma ininterrumpida desde 1915.
Lo normal es que la vendimia se haga a primeros de septiembre y por la noche.
En el año 1.996, Bogarve realizó sus primeras plantaciones de viñedo y en la actualidad cuenta con una superficie de viñedo propio de unas 120 has. También tiene acuerdos con proveedores de otras 1.500 has.
Entre las variedades de uva blanca que cultivan caben destacar las Airén, Macabeo, Verdejo, Sauvignon blanc, Chardonnay, Moscatel de Alejandría, Moscatel de grano menudo, Gewürztraminer y Viognier.
Entre las tintas, Aragón, Garnacha, Garnacha tintorera, Tempranillo, Syrah, Graciano, Merlot, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot.
Como explica Carmen García de la Cruz, una de las propietarias, incluso cultivan un variedad de uva, la Kagor, cuyo vino se elabora para las ceremonias de la iglesia ortiodoxa rusa-. También producen un curioso vodka de uva Sauvignon blanc.
AOVE
Aunque parezca mentira, otro de los productos básicos de la zona es el Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE).
De hecho, la almazara García de la Cruz tiene sus olivares ubicados en las estribaciones de los Montes de Toledo.
Esta localización aporta unas condiciones climáticas especialmente óptimas.
Entre todas las aceitunas la de cornicabra es la típica de aquí, aunque también elaboran aceite a partir de hojiblanca, picual y hasta arbequina.
En 2021 recibió nada menos que 14 premios nacionales e internacionales y este año otro por su contribución a la sostenibilidad del Planeta.
Finalmente, dos apuntes: uno, el azafrán, que tendrá su propio reportaje y otro que este mes octubre se celebra una multitudinaria fiesta en el pueblo dedicada a este diamante gastronómico.
Mas pistas
Lo que las guías no dicen
Dicen que el azafrán es el oro alimentario; un diamante gastronómico y en esta afirmación tiene mucho que ver su alto precio.
Un alto precio que se ha instalado a ojos de los compradores pero que, en realidad, no es tan caro si se piensa que con cuatro hilos de azafrán (0.10 centimos de euro) puedes condimentar una paella para cuatro personas.
Pero es lo que tienen instalarse en el sector del lujo, que luego es difícil quitarse esta san Benito.
Lo que no te puedes perder
El museo del azafrán se encuentra ubicado en el antiguo convento de San Francisco y fue inaugurado en 2008.
Se trata, junto con los silos, de la joya turística de Madridejos.
Comer y dormir
Para comer está claro que la recomendación es que lo hagas en la Meseta y para pernoctar, en frente mismo, tienes la preciosa Posada del Herrero.
En cuanto al restaurante, allí el joven chef Enrique García pone a prueba tu paladar con su imaginación y cocina de autor.
Tanto el, como Enrique Tendero que oficia en la sala de este pequeño y coqueto local, sostienen que hacen alta cocina manchega de barrio.
Una cocina de autor con los productos de la tierra. De esa idea nace el Hummus de pimientos asados (3€) o el Orly de brócoli y romanesco (9,50€).
También podrás disfrutar de Pluma de cerdo ibérico marinada y a la brasa (16€), unos arbolitos fritos, mayonesa de hierbas, ajetes y encurtidos o un Cremoso de calabaza, dados de patata confitada y chimichurri manchego.
De postre te recomendamos (si hay) el «Torrimisú» (5€): una torrija de pan brioche, crema inglesa de café 100% Colombia, cremoso de mascarpone y helado de leche merengada.
El restaurante cuenta, además de la carta, con dos menús degustación: uno de 8 pases por 40 € y otro de 13 pases a 60 €.