Una visita al parque arqueológico de Neápolis (ciudad nueva) en Siracusa, al sureste de Sicilia, siempre es una experiencia maravillosa.
Cierto es que en verano hay días en que el calor aprieta de lo lindo, pero gran parte de este recorrido se hace entre senderos y paredes de roca caliza y arboledas.
Así que gafas, gorrita y botella de agua para reponer electrolitos… y a la carga.
Y es que, Neápolis, junto al Valle de los Templos en Agrigento, quizás sean los vestigios arquelógicos más importantes de Sicilia.
En plena ciudad
Lo primero que llama la atención de este parque -cuya entrada completa cuesta de 15 a 18€- es que esté tan cerca de la ciudad.
Vamos, que el parque arqueológico está pegado a Siracusa con lo que puedes acceder andando sin ningún problema.
Otro asunto que impresiona es la cantidad de visitantes (la mayoría en excusiones organizadas) que se mueven por el recinto, así que paciencia que hay sitio para todos.
Breve historia
Las taquillas para adquirir las entradas están en una gran parking-mercadillo que hay justo enfrente de la entrada. A partir de ahí a disfrutar.
El barrio de Neápolis, uno de los cinco barrios griegos de Siracusa (Ortigia, Acradina, Epipoli y Tiche), se constituyó en el siglo III a. C.
Esta zona, al noroeste de la ciudad, fue una necrópolis y también sirvió de cantera para extraer su roca caliza. Además, estas cuevas (Latomias) también sirvieron de prisión.
Recorrido
Una vez dentro del parque, que se recorre en unas tres horas, lo primero que encuentras a tu izquierda es el altar de Siracusa, construido por el tirano Hierón II entre 241 y 215 a.c.
Dedicado a Zeus, se considera el mayor altar conocido de la antigüedad. Después, y girando a la derecha, hallarás un torno de entrada y una bifurcación de caminos.
Si sigues el recorrido lógico, deberías tomar el sendero de la derecha para llegar hasta la necrópolis de Groticelle y la supuesta tumba de Arquímedes.
Y decimos supuesta porque este tema «tiene tela», dado que en aunque se le llama así, lo cierto es que aquí no fue sepultado el filósofo griego y se desconoce donde está su tumba.
Argentovivo
Sin embargo, antes de llegar a la Latomia de Santa Venera, y en dirección a la citada necrópolis greco-romana, te recomendamos que te detengas en la Casa Caruso, entres y disfrutes un rato con su espectáculo «argentovivo».
Gracias a él serás protagonista de las guerras púnicas y podrán convertirte en guerrero o guerrera en un santiamén.
Basta con te coloques delante de pantalla, de una sala (a la derecha) con proyector detector de movimiento, para que tu cuerpo se mueva al son del guerrero/a elegido. Es muy divertido y tiene su gracia.
Siguiendo por este camino llegarás a la necrópolis de Grotticelle y deberás emprender el camino de vuelta hasta la bifurcación para tomar, ahora si, el camino de la izquierda que te llevará a las canteras y al lugar que, para nosotros, resulta el más atractivo del recorrido: la oreja de Dionisio.
Oreja de Dionisio
La Latomia del Paraíso -una especie de sendero entre abundante vegetación, es la antigua cantera de piedra donde se encuentra la Oreja de Dionisio.
Antes de llegar, veréis una especie de pedrusco/monolito que indica cual era el tamaño inicial de las rocas antes de ser excavadas y convertidas en cantera.
Una vez superada, y de pasar por debajo de una roca, aparece la Oreja que se llama así porque tiene forma de oreja y porque la mandó excavar Dionisio.
Trampa acústica
La cueva fue excavada por esclavos, y no sólo sirvió como cantera sino como cárcel.
Parece ser que Dionisio encerraba allí a los disidentes para poder escuchar sus planes.
Y es que la propia forma de la cueva hace que tenga una impresionante acústica donde puedes hablar y cantar como si estuvieras en la mejor platea del mundo.
Pero, por contra, y por eso Dionisio encerraba allí a sus disidentes, permite escuchar desde fuera lo que se dice dentro. Muy listo, «el pavo».
Teatro griego
El recorrido siguiente te llevará hasta el teatro griego, casi todo reconstruido, y que ahora, y hasta septiembre, tiene la grada cubierta con tarimas de madera, para que puedan sentarse quienes acudan a ver sus tragedias griegas.
El teatro consta de 67 filas divididas en 9 secciones con 8 pasillos, y es de las más grandes construidas por los antiguos Griegos.
La siguiente parada a destacar, aparte de una fuente en la que podrás refrescarte, es el anfiteatro, esta vez, romano.
Anfiteatro romano
Así que volviendo sobre el camino inicial y dejando a la izquierda el altar de Siracusa, aparece el Anfiteatro Romano.
Fue construido en parte excavando en la propia roca del lugar y tiene unas dimensiones considerables.
Se visita recorriendo el lateral o parte externa del graderío y cuenta con dos entradas.
En la arena queda a la luz todo el sistema de pasajes subterráneos y salas donde esperaban los gladiadores y las bestias antes de hacer su aparición ante el público.
Mas pistas
Comer
Para comer como «Dios manda» nosotros te aconsejamos salir del parque, claro está.
Y la primera recomendación es que tomes algo frugal a mediodía y luego cenes en Cívico 25 del chef Vicenzo di Falco.
La otra referencia para comer en Ortigia es el Restaurante Don Camillo, con su chef Giovanni Guarneri a la cabeza.
Luego, a cierta distancia también tenéis el restaurante Porta Marina, y otros mas de batalla, o de menor categoría, como Ammuca, Trattoria la Pigna, Sicilia in tavola, La Cambusa o la Lisca Cuccine Botegga.
Como curiosidad, en Casfeficio borderi, se sirven todo tipos de sandwiches y Antica Dolceria Bonajuto, es la fábrica de chocolate más antigua de Sicilia.
ENLACE RELACIONADO. SICILIA, capítulo uno