El restaurante engaña, porque parece que no es muy grande, pero tiene capacidad para cien comensales, aunque la estrella del Mirador, sin duda, es su terraza de 250m² desde la que se disfruta de una de mejores vistas del Paseo del Prado.
Lo mejor es que entre las mesas existe la suficiente separación para provocar ese ambiente intimista que, supongo yo, quieren reflejar. Sobre ellas, velas de iluminación Led y al lado sombrillas de tela con luz individual. Así que con esos prolegómenos muy mal se tiene que dar para no disfrutar de una buena cena en compañía. Sin embargo, una sugerencia: con las noches tan frescas que estamos teniendo en Madrid, os recomiendo llevar una chaqueta o similar para mitigar lo rigores de ese viento fresco que sopla.
Pero si la puesta en escena es estupenda –el restaurante está ubicado en el ático del Palacio de Vistahermosa-, con el añadido de la mantelería en hilo, la vajilla Villeroy & Bosch…la comida no le va a la zaga, ya que bajo la dirección gastronómica de El Antiguo Convento Catering, la calidad está asegurada.
Cocina mediterránea basada en el producto como las cigalas o el arroz (risotto, más bien) y con unos pescados y carnes adecuadas, la propuesta diseñada por el jefe de cocina del Antiguo Convento, Daniel Napal, no es muy amplia, pero suficiente.
Destacan, por ejemplo, las sardinas marinadas, bogavante y huevas; el ajoblanco con bacalao o el tartar de magret y boletus. Tampoco es desdeñable el arroz cremoso de gambón, alcachofas y shitake al ali-oli de naranja; sorprendente el manjar blanco a base de cigalitas ibéricas sobre una especie crema de huevas y migas al tomillo, casi tanto como la lubina asada, chamfaina de setas y pil pl de boletus o la suprema de bacalo con muselina de Txangurro y crema de olivas negras.
Entre las carnes, hay que mencionar el lomo de buey con Stringozzi y barbacoa de miel y enebro o las curiosas albóndigas en salsa de cacao y oporto con batata a la vainilla. ¿Y de postre? Los hay bien ricos, pero si tengo que quedarme con alguno yo diría que el bizcocho templado de chocolate negro, frambuesas y cremosos de Yuzu es una auténtica delicia.
La carta de vinos también cuenta con una selección interesante capaz de satisfacer los paladares más exigentes, aunque es posible que se haya agotado alguna referencia concreta que pidamos que el sumiller no tardará en complementar con otra sugerencia similar y adecuada a nuestros gustos.
¡Ah!, y me olvidaba del servicio. Atento y discreto, consiguen que su presencia se note lo justo. El Mirador del Thyssen-Bornemisza permanecerá abierto hasta finales de septiembre. Y es una opción muy recomendable para pasar una noche estupenda; sobre todo, en pareja o con amigos.
Me gusta mucho tu sugerencia. Primero ver la exposición de Antonio López y después un velada muy especial.