El pasado 22 de septiembre cumplió cinco años y, desde entonces, a nadie deja indiferente. Pero que el hotel Silken Puerta de América, en Madrid, te genere admiración o rechazo depende de muchas cosas; entre ellas que sepas cómo se construyó y que conozcas la intrahistoria de su desarrollo. De hecho, muchos de sus clientes, la mitad extranjeros, viene a Madrid a conocer este establecimiento hotelero tan exclusivo y saben en qué planta (cada una decorada de forma distinta, como luego contaré) quieren alojarse.
Por fuera destaca su fachada de colores, especialmente el rojo, de la que cuelgan unas frases. Pues esas frases, escritas en varios idiomas, pertenecen al poema Liberté que escribió Paul Élouard: famoso poeta francés por ser uno de los padres del surrealismo y porque su mujer Gala, lo abandonó para quedarse con Dalí tras una visita que éstos realizaron a la casa del pintor en la Costa Brava allá por 1942.
Y es que las estrofas elegidas por la cadena Silken, que es a quien pertenece el hotel, no fueron elegidas al azar, ya que representan una de las señas de identidad de un establecimiento que cuenta con 13 plantas (contando el ático) distintas decoradas por otros tantos reputados arquitectos. Tiene 315 habitaciones para soñar, porque la intención de sus creadores fue despertar los sentidos del cliente y que éste aprecie el valor añadido de la inversión espectacular que se hizo y que ascendió a más de 75 millones de euros.
Precisamente, uno de los problemas del hotel proviene de su mantenimiento, puesto que son tantos los objetos (lámparas, apliques…) exclusivos que tiene, que reponerlos y, por tanto, el coste de su mantenimiento, es cinco veces superior al de cualquier otro hotel 5 estrellas.
Mármol de Carrara
Todo es tan espectacular que el el MarmoBar –bar de copas diseñado por Marc Newson– tiene una barra de 8,25 metros de largo hecha en mármol Statutario Venato blanco, de Carrara, cuya pieza original pesaba 6 toneladas, lo que provocó que fuera la primera pieza instalada en el hotel, incluso antes que la fachada.
Todo en el establecimiento es rompedor y cada habitación un mundo a descubrir. Por eso, van a instalar en su recepción una pantalla interactiva para que el huésped pueda elegir la habitación que más le gusta o interesa. Y hay algunas bien particulares. Por ejemplo, las de la primera planta (en la foto) han sido diseñadas por la iraquí Zaha Hadid, premio Pritzker 2004 (algo así como el Nobel de la arquitectura). De las 27 habitaciones de esta planta, tres de ellas son negras. Pero otros arquitectos y diseñadores ilustres que han intervenido en el hotel son nada menos que Norman Foster, Javier Mariscal, Jean Nouvel, Vittorio& Luchinno o Teresa Sapey, entre otros.
Lágrimas negras
Todo en el hotel es único, hasta su restaurante Lágrimas Negras, un auténtico lujazo culinario que para adaptarse al escenario económico actual, desde hace unos meses, ha introducido un menú más económico a medio día. Eso sí, los fogones los sigue dirigiendo con maestría el chef José Luis Estevan, formado en El Cenador de Salvador, Zalacaín, La Broche y Martín Berasategui.
Plató de cine
Y, claro, con tanto diseño y tanta inversión en crear espacios espectaculares y exclusivos, lo lógico es lograr la amotización de los gastos. Tal vez por ello, una de las estrategias del hotel es alquilar plantas enteras a empresas, muchas de ellas de moda o perfumería, para que realicen sus producciones sin moverse de allí.
Otra de las novedades, es que van a potenciar la oferta gastronómica, para lo que la cadena Silken ha contratado como asesor a Martín Berasategui, de manera que los cocineros de todos los restaurantes irán rotando por Lasarte y Vitoria, teniendo como base la cocina que se hace en el Lágrimas Negras.
También van a poner en marcha tours de visita turística por las distintas estancias del hotel, pero sólo para clientes. Los precios oficiales van desde los 211 euros por noche de la habitación más sencilla -De Luxe- a los 3.485 euros de la Suite Presidencial.