Quién esté libre de culpa que tire la primera piedra
Lance Armstrong no es un monstruo. ¿Un mentiroso?. ¿Que hubierais hecho vosotros si os atizaran 11 millones de dólares por ganar tours y tours? ¿Mintió acerca de su dopaje? Lo hizo, sin duda, y es un tramposo, pero no más que la troupe de ciclistas que cada año se dejan media vida en la carretera. ¿Son los ciclistas malos deportistas? De ningún modo. Son personas que bailan al son de los patrocinadores, los jefes de carrera, las televisiones, la publicidad y, sobre todo, los aficionados al ciclismo.
Dicho esto, no quiero que parezca que estoy a favor del doping, sino todo lo contrario, pero me molestan los linchamientos colectivos, aunque sean a un supuesto tirano del deporte (dicen que echaba a la gente de su equipo, haciendo sus particulares EREs emocionales- que, supuestamente, trataba mal a sus compañeros.
No es eso lo que se juzga, sino que el propio Armstrong haya admitido haberse dopado para conseguir sus exitos
deportivos. Y es que el comportamiento colectivo de periodistas, políticos, organismos profesionales… me parece falso y cínico. De hecho, se me viene a la cabeza esa escena de la película Casablanca en la que el capitan de la prefectura francesa, Renaud, cierra el café de Ricks, presionado por el general alemán, al grito de: ‘qué verguenza, qué verguenza, aquí se juega, cierren el local inmediatamente’; cuando,
todo el mundo sabia que era un local de juego y el mismo prefecfo -al que dejaban
a ganar- sacaba su dinerillo apostando a la ruleta.
En el dopaje, sobre todo en los
deportes individuales, nadie está a salvo, ni es inocente, por eso el tenista Jockovich debería ser más prudente en sus declaraciones no vaya a ser que dentro de unos años descubramos que sus excelentes temporadas de ‘iron man’ del tenis, se deba a que antes del partido se tomaba el jarabe para la tos de la abuela.
Armstrong ha dado a entender que
el no es una excepción y yo le creo. Indurain se bajó de la bici a tiempo y Stephen Roche gano un Tour a Perico Delgado después de llegar muerto -hasta le tuvieron que dar oxígeno en una UVI- a la cima
de un puerto. El propio Perico ganó su Tour de France de 1988 tras habérsele detectado en sangre Probenecid, una sustancia empleada, entre otras cosas, para enmascarar la ingesta de sustancias dopantes. Un defecto
de forma -la federacion internacional lo consideraba dopante y la española no, o al revés- evitó que le quitaran el tour. Luis Ocaña, otro famoso ciclista, murió con el riñón y el higado destrozados, presuntamente por tomar sustancias prohibidas- y otros muchos
ciclistas siempre estuvieron bajo sospecha, como el frances Bernard Hinault.
Para mi los deportistas son
lo mejor de este y otros deportes, y también los más inocentes. El entorno es el culpable de sus males: el público y las
televisiones piden espectáculo, porque los anunciantes tambien lo exigen para
pagar sus anuncios y estos a su vez presionan a quienes diseñan las carreras
para que toda sea inhumano.
Como pasaba en Casablanca con el juego del local de
Ricks, el
dopaje siempre ha existido y existirá, si queremos que el espectáculo continúe. Pero en cuestión de doping, la ley siempre
va por detrás del delito; osea, que por mucho que avancen los controles
antidopaje, nunca será suficiente. De hecho, y aparte del doping sanguíneo casi indetectable, y el empleo de insulina, EPO y otras sustancias, los laboratorios antidopaje alertan sobre la llegada del llamado doping genético, de momento, indetectable.
En todo caso, el objetivo siempre es el mismo: tratar que llegue más oxígeno a los músculos y que la fatiga no rinda al deportista. Pero, cuidado, el cansancio como el sudor es un mecanismo de defensa que el cuerpo emplea para avisarnos que tenemos que parar. Si no se le hace caso, como ha ocurrido con el tesorero del PP, Luis Bárcenas, con 22 millones de euros en Suiza, que iba dopado por los pasillos de Génova, pasa lo que pasa. Ahora, el PP está en un lío, por culpa de Bárcenas; y el ciclismo, por culpa de Armstrong. Pero todo pasará, sin dejar huella. Lo que me extraña es que haya tipos como Contador que dieran positivo por Clembuterol, que es el Atapuerca del dopaje, y ya no emplean ni los cruasanes de los gimnasios.Eso sí que es inquietante. Pero, termino, habría que pedir mesura en las cosas que se dicen porque doparse es normal y si hay un suculento contrato
dinerario de por medio, es hasta humano. Los culpables no son los ciclistas; somos todos. Y el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra.
Dicho esto, no quiero que parezca que estoy a favor del doping, sino todo lo contrario, pero me molestan los linchamientos colectivos, aunque sean a un supuesto tirano del deporte (dicen que echaba a la gente de su equipo, haciendo sus particulares EREs emocionales- que, supuestamente, trataba mal a sus compañeros.
No es eso lo que se juzga, sino que el propio Armstrong haya admitido haberse dopado para conseguir sus exitos
deportivos. Y es que el comportamiento colectivo de periodistas, políticos, organismos profesionales… me parece falso y cínico. De hecho, se me viene a la cabeza esa escena de la película Casablanca en la que el capitan de la prefectura francesa, Renaud, cierra el café de Ricks, presionado por el general alemán, al grito de: ‘qué verguenza, qué verguenza, aquí se juega, cierren el local inmediatamente’; cuando,
todo el mundo sabia que era un local de juego y el mismo prefecfo -al que dejaban
a ganar- sacaba su dinerillo apostando a la ruleta.
En el dopaje, sobre todo en los
deportes individuales, nadie está a salvo, ni es inocente, por eso el tenista Jockovich debería ser más prudente en sus declaraciones no vaya a ser que dentro de unos años descubramos que sus excelentes temporadas de ‘iron man’ del tenis, se deba a que antes del partido se tomaba el jarabe para la tos de la abuela.
Armstrong ha dado a entender que
el no es una excepción y yo le creo. Indurain se bajó de la bici a tiempo y Stephen Roche gano un Tour a Perico Delgado después de llegar muerto -hasta le tuvieron que dar oxígeno en una UVI- a la cima
de un puerto. El propio Perico ganó su Tour de France de 1988 tras habérsele detectado en sangre Probenecid, una sustancia empleada, entre otras cosas, para enmascarar la ingesta de sustancias dopantes. Un defecto
de forma -la federacion internacional lo consideraba dopante y la española no, o al revés- evitó que le quitaran el tour. Luis Ocaña, otro famoso ciclista, murió con el riñón y el higado destrozados, presuntamente por tomar sustancias prohibidas- y otros muchos
ciclistas siempre estuvieron bajo sospecha, como el frances Bernard Hinault.
Para mi los deportistas son
lo mejor de este y otros deportes, y también los más inocentes. El entorno es el culpable de sus males: el público y las
televisiones piden espectáculo, porque los anunciantes tambien lo exigen para
pagar sus anuncios y estos a su vez presionan a quienes diseñan las carreras
para que toda sea inhumano.
Como pasaba en Casablanca con el juego del local de
Ricks, el
dopaje siempre ha existido y existirá, si queremos que el espectáculo continúe. Pero en cuestión de doping, la ley siempre
va por detrás del delito; osea, que por mucho que avancen los controles
antidopaje, nunca será suficiente. De hecho, y aparte del doping sanguíneo casi indetectable, y el empleo de insulina, EPO y otras sustancias, los laboratorios antidopaje alertan sobre la llegada del llamado doping genético, de momento, indetectable.
En todo caso, el objetivo siempre es el mismo: tratar que llegue más oxígeno a los músculos y que la fatiga no rinda al deportista. Pero, cuidado, el cansancio como el sudor es un mecanismo de defensa que el cuerpo emplea para avisarnos que tenemos que parar. Si no se le hace caso, como ha ocurrido con el tesorero del PP, Luis Bárcenas, con 22 millones de euros en Suiza, que iba dopado por los pasillos de Génova, pasa lo que pasa. Ahora, el PP está en un lío, por culpa de Bárcenas; y el ciclismo, por culpa de Armstrong. Pero todo pasará, sin dejar huella. Lo que me extraña es que haya tipos como Contador que dieran positivo por Clembuterol, que es el Atapuerca del dopaje, y ya no emplean ni los cruasanes de los gimnasios.Eso sí que es inquietante. Pero, termino, habría que pedir mesura en las cosas que se dicen porque doparse es normal y si hay un suculento contrato
dinerario de por medio, es hasta humano. Los culpables no son los ciclistas; somos todos. Y el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra.