Cuando los abuelos corren con los gastos
Por Juan Manuel Barberá
Recuerdo un reportaje sobre Benidorm en el que un macarrilla de los de antes, casi caducao, pero gracioso, contestaba una minientrevista sobre qué le parecía a él el ambiente de esta eterna ciudad de vacaciones. Al mocetón le parecía todo bien, incluso las “pibas” de la playa (chicas, en román paladino), si no fuera porque algunas no cumplían los 70 tacos: “es que esto parece Cocoon”, decía el pajarito refiriéndose a la película en la que unos ancianos rejuvenecen después de bañarse en una piscina-jacuzzi con más poderes que el gerovital de la doctora Asland, experta en envejecimiento.
Y es que los tiempos han cambiado, y mucho. Antes, las familias (sin escrúpulos) utilizaban los hospitales como residencia de verano para aparcar a sus mayores. Les tenían tres días sin agua y bajo y el sol, ¡ y hala! a urgencias. Allí, los galenos diagnosticaban deshidratación severa e ingreso y la familia cogía el portante y se marchaba de vacaciones a Torremolinos, por decir algo.
Ahora, y con la crisis encima, la cabeza de los jetas familiares, que los hay y en abundancia, han dado con la piedra filosofal para no tener cargo de conciencia. Ya si siquiera tienen que observar por unos instantes las miradas mezquinas de los médicos de guardia, ni pasar el mal trago de las urgencias. ¿Los abuelos? se van con ellos de vacaciones, pero pagan la cuenta. O lo que es lo mismo, que se los llevan de parranda siempre que apoquinen todos los gastos del todo incluido del hotel más avión…de toda la familia.
Nadie sabe cuál será el próximo paso de estas hienas familiares, cuyo prototipo responde al que siempre ha conseguido todo sin esfuerzo y no sabe lo que es pegar palo al agua. Caraduras de antes, caraduras de ahora que se van al baile mientras los abuelos cuidan a los nietos en la habitación de cualquier hotel o camarote de crucero, mientras ellos se pegan la gran vida by the face(lease baidefeis o por la cara). Así que si una noche, en cualquier lugar, la pista se llena de abueletes, ya saben cuá es la razón. Viva Cocoon.