Detalle de la carta, el vino ‘`propio y el menú

Fernando G. Limón tiene en La Sopa Boba, su restaurate de Alpedrete, casa, laboratorio, Sopabobapedia y un precio imbatible.Se entiende lo que dice y habla para que se le entienda. Le puede salir mal un experimento, pero nunca cerca del plato del siempre agradecido comensal.Y tiene el mérito añadido de que el restaurante está a unos 40 km. de Madrid. No importa. Quien llega hasta su salón sabe que su cerebro saldrá muy bien parado, no solo por el reflejo sensorial de un ágape placentero, sino porque el fenómeno de recompensa que toda neurona busca – que la cuenta esté acorde con lo que uno ha comido o, incluso, que le parezca barato- también se verá cumplido, al contar con una relación calidad-precio
indiscutible. 

Atún ibérico

Admirador de la cocina oriental, ha estado en alguna ocasión por
el lejano oriente empapándose de su cultura y su forma de cocinar que luego
traslada, españolizándolo, a sus platos madrileños. Por eso fusiona sin parar y con éxito y nunca se queda aterido por la molicie que impera en muchos locales ‘con aspiraciones’ y una carta llena de marketing.

Antes, la Sopabobapedia -versión wikipipedia en Alpedrete hecha carta- se basada en una graciosa carta llena de post-it, ahora ha evolucionado en estética, pero sin perder su frescura.

Croquetas de sepia

Caballa en su sauna

En su salón decorado con objetos atrapados en el suelo se puede tomar un tartar de atún rojo o un foie de pato hecho en casa con salsa de bayas y teja de curry por 10 euros.El atún ibérico lo pone sobre una piedra con forma de rebanada de pan y está en su punto. Nosotros, porque somos adictos, pedimos de entrada también sus famosas croquetas rellenas de sepia, siempre espectaculares, y unas brochetas de pollo yakitori (brocheta de pollo o pájaro, para ser más exactos, japonesa- muy interesantes y que reflejan esa influencia oriental que profesa el chef.

Secreto ibérico

Así fue como llegamos a la caballa en su sauna; esa que os dije que estaba ahumada: impresionante en sabor, textura y en el ahumado con un ligero toque cítrico. Carrillera, secreto ibérico….bordadas, para qué decir más. El atún rojo, con un ligero pase de plancha, resulta emocionante y el bacalao negro está a un grandísimo nivel con un plato micronizados en distintas piezas y salsas que no desentonan cuando uno decide hermanarlas en el paladar. 

Atún rojo