Romano Ristorante, ‘El Renacimiento’ en Madrid

El equipo de Romano

La cocina italiana vuelve a tener prestigio
 ¿Romano Ristorante? Seguro que habéis oído hablar de la ‘nueva sensación de la gastronomía italiana’ en Madrid. Mención de honor en el apartado de mejor restaurante de las afueras de Madrid en los pasados premios Luna de Metropoli, este nuevo proyecto de Tino y Manuel Marrón (Piñera, el Cielo de Urrechu y Urrechu) tiene base no solo para triunfar -que ya lo ha hecho-, sino que está en el buen camino para convertirse, en materia gastronómica, en precursor y evocador del maravilloso Renacimiento italiano…y nunca mejor dicho, al menos en Madrid.
 
Cuando uno viaja a Italia se da cuenta de varias cosas relacionadas con la gastronomía: una, que las pizzas se consumen de Roma hacia el sur (preferentemente Nápoles); que las que se consumen, en porciones, en el resto del país, son normalmente para ‘guiris’ y que Italia tiene una gastronomía que va más allá de la pasta. Por eso cuando, en Madrid, encuentras un restaurante italiano que es capaz de evocar estos recuerdos gastronómicos, la cosa empieza más que bien. Y eso es, precisamente, los que ocurre con Romano Ristorante, el nuevo local que los hermanos Marrón (Tino y Manuel) han creado en la ya ‘poblada’ Moraleja en Madrid.

Hipólito Vázquez, el chef

Y es que en esta zona a las afueras de la capital, conocida, entre otras cosas, por ser de las más exclusivas, parece empeñada en convertirse en la milla de oro de la gastronomía ‘extramuros‘. Allí, además de Aspen, la Maquina, Araceli…ahora se han instalado nuevos y prestigiosos inquilinos como El Barril, Du Liban, 99 Sushi Bar y ahora Romano, que ocupa parte del local donde estuvo el extinto Manzoni que el grupo Vips no pudo mantener a flote pese a sus esfuerzos por dotarle de caracter premium.

sala del restaurante

Pero ciñéndonos a Romano Ristorante, los hermanos Marrón -socios también de Urrechu y el Cieño de Urrechu, en Pozuelo, además de propietarios de Piñera- han tenido el acierto de fichar como chef a Hipólito Vázquez. Alumno aventajado de Santi Santamaría, al que sigue citando cada vez que tiene ocasión, pasó por el Raco de Can Fabes y Santceloni, antes de ser el segundo de Vicenzo Marconi en el también desaparecido restaurante Caoba. Ahora, por fin, a su aire, Vázquez elabora platos innovadores pero sin retorcer las neuronas de los comensales.ni cegándoles con fatuos juegos cromáticos.

Alcachofa glaseada

Boticelli en la pared

Platos innovadores, coherentes y con sabor -algunos clásicos- que tienen que ver con la variedad de la cocina italiana a la que aludimos al principio. Sabor quese ve plasmado, por ejemplo, con uno de los entrantes del restaurante: una alcachofa demiglass floreada y trufada que está de escándalo y que pensamos tiene margen de superación si en lugar de diseñarse como plato frio se hiciera caliente o tibia. 
Pero, claro, es posible que el chef no quiera exponer a los clientes al lacrimeo inaudito en una sala que rebosa sencillez, belleza y buen gusto artístico.Casi
renacentista, Michelangelo y Boticelli están pegados a las paredes en una bóveda con
separaciones a base de cortinas metálicas y lámparas que unen la
modernidad con el equilibrio de los tonos verdes de sillones y sofás.
Las mesas, sin manteles y robustas, y el servicio extraordinariamente
atento, dirigido por el siempre profesional, y ahora mucho más cercano,
Alvaro Barbas, y Pilar Rodríguez como sumiller. Se da la circunstancia
de que jefe de sala y cocinero coincidieron en Santceloni y Caoba en su
etapa anterior, estancias que sin duda han influido en su complicidad profesional.

Ravioli de faisán

Así que en un entorno como este, un restaurante tan bonito y agradable y un equipo así parece difícil fallar, pero a veces ocurre que envoltorio y contenido no van al unísono, y que forma y fondo, no tienen sentido. Pero en Romano Ristorante no es así y todo fluye, desde la coctelaría, riquísimo el cóctel Hierba Santa a base de hinojo, hasta los vinos -algunos italianos- con una excelente relación calidad-precio como el Barberá de Alba (nos pudo el corazón y elegimos, ayudados por Pilar Rodríguez,  este vino de las bodegas de nuestros antepasados italianos).

Quedaba por ver qué pasaba con la cocina. Las alcachofas -ahora de temporada- ya habian mostrado potencia y buena ejecución de los ingredientes, que quedaron confirmados con un plato ‘del mundo’ como es la brandada de bacalao, con chips de yuca y base de sepia. Suave, equilibrado y correctísimo. Aún así, estaba por ver cómo se afinaba la cocina italiana más genuina con los toques de autor del chef, y pasó la prueba con un nueve alto gracias al ravioli di fagiano relleno de faisán, salsa de trufa y espinacas. Este plato colmó todas nuestras expectativas porque, además, era uno de los que queríamos probar sí o sí,y no nos defraudó.

Guancia di Vitello (carrillera)

Además de eso, también probamos una correcta Guancia di Vitelo -carrillera de ternera con puré- a la que hay que rebajar un poco la fuerza para que no resulte sabrosa. En carta, también tienen fama los tagiolini vongole con almejas en su jugo o los pappardelle con boletus y trufa.

Panna-cotta

Lo variado de la carta también permite pedir pizzas al horno de piedra cocinadas por el maestro Pizzaiolo Ernesto Rosapepe (entre 11 y  14 euros) y la sorpresa  de poder tomar un jamón ibérico de bellota en media ración o ración completa con focaccia artesana y pulpa de tomate en perfecta sintonía hispano-italiana. también se puede tomar media ración de las clasica ventresca de atún con pulpa de tomate raf (9/16 euros), la Scala di formaggio -milhojas de queso manchego con pimiento asado y bonito (7/13 euros)- o el Cartoccio di patate, pastel de patata, parmiggiano y guanciale.
Por los postres tampoco hay que preocuparse. El Tiramisú della nonna (de la abuela) típico y auténtico del Véneto, es una pasada y tiene un tamaño considerable, pero tampoco está nada mal la Panna-cotta con granada y crumble, que nosotros tomamos con ese flan de crema que es la pannacotta, y fresas.

Tiramisú de la Nonna (abuela)

Este podría haber sido el colofón perfecto para una cena, pero hemos de confesar que nos puede el ser golosos, muy golosos, y tener pasión por el chocolate, así que no pudimos resistirnos a otro de los postres que llama la atención -y que es uno de los más solicitados por los clientes que llevaban el restaurante, como pudimos comprobar ‘in situ’, como es la Pizza de Nutella con helado de crema o avellana.

pizza de Nutella, !mamma mía!

A medida que tomábamos una porción, y otra mas, y otra… nos dábamos cuenta de que ni 3 horas de running podrían rebajar las calorias de lo que nos estábamos comiendo. Pero, dadas las circunstancias, nos dedicamos a relajarnos y disfrutar. No vimos nunca nada tan sencillo y tan rico. Así de fácil.
Así que, resumiendo, Romano Ristorante cumplió ampliamente con las expectativas (altas) que nos habíamos fabricado, y entendemos que con un ticket medio de unos 35 euros, y su extraordinaria calidad-precio haya sido distinguido en los premios de la Luna de Metrópoli con una mención de honor, más meritoria si cabe cuando apenas han pasado seis meses desde su apertura. Por eso, y por todo lo dicho, no solo es recomendable, sino obligatorio disfrutar en una de sus mesas renacentistas. Así que que no os lo perdais. 
Romano Ristorante. Plaza de la Estafeta 4. La Moraleja. Madrid. Telf 915555600. www.romanoristorante.es.

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