Que vienen los mercados, ¡que viene el lobo¡


La liturgia económica de nuestro tiempo

Marlon Brando decía en una secuencia de el Padrino que ‘todo en esta vida es negocio’ y tenía más rázón que un santo. Pero no quiero hablar de cine o de la mafia, sino de eso que todo el mundo llama los mercados (financieros) y nadie sabe exactanmente qué o quienes son. Pero podría decirse que los mercados son como el Avecrem y el Starlux, como Pin y Pon, el veneno y el antidoto… para un mundo bien fácil de contaminar por el virus de la crisis.

En realidad, a la crisis se le pueden aplicar muchos términos médicos: se estenosa la liquidez bancaria, el crédito sufre trombos y el sistema financiero se infarta. Pero también habría que considerar el efecto placebo y el miedo. El miedo a enfermar o a ser intervenidos desde el punto de vista económico (como país) hace que el temor se extienda por todo el tejido social y, por estrés, empiecen a fallar sistemas, como el inmunológico, que nos protege de las infecciones. En realidad puede que no estemos enfermos o en crisis, pero el estrés y el miedo nos debilita y nos hace más vulnerables (como país) ante los contagios. Del mismo modo, lo políticos deberían aplicar el placebo (sustancia inocua que se administra haciendo creer al enfermo que es un medicamento curativo) para tratar a la macro y microeconomía y mantener a raya a los perversos mercados.

Un amigo mío dice que los mercados los integran los mismos individuos y corporaciones responsables de las crisis; los que nos roban y luego nos abofetean por no llevar suficiente dinero en la cartera. Y no va desencaminado. Porque los mercados son corporaciones, sociedades (y a veces paises ricos) que prestan dinero a precio de usura. Piden intereses muy altos y elevan la prima de riesgo o porcentaje de interés que tiene que pagar un país para devolver lo prestado.

Los estados menos solventes son los que más pagan y esa prima de riesgo repercute en la venta de bonos a diez años. Los mejores bonos, porque pertenecen a un país solvente económicamente, son los alemanes, por eso los bonos de países cutres como Grecia, Irlanda, Portugal, España y hasta Italia tienen esos bonos hasta 200 puntos (caso de España) por encima del alemán, que es la referencia. Cuanto más riesgo país, más interés se paga por esos bonos y peor para el país que los emite. Ese es el modelo que los especuladores prefieren para atacar a los estados. En el caso de Irlanda, se da las circunstancia que sus principales acreedores son, aparte de los mercados, los bancos de Gran Bretaña y Alemania; y en el caso de que se interviniera Portugal, uno de sus principales acreedores sería España.

Pero a mi, más que el ejemplo de mi amigo, este juego peligroso de los mercados me parece más una liturgia, en el más puro sentido de la palabra. Es una misa cantada de ultraneoliberalismo económico: ¡que las empresas que no puedan resistir mueran por si mismas!. Ellos no entienden de paro, ni de crisis, ni de nada; es más, con las crisis ganan más dinero aún. El único problema es que cuando todo va bien, se les acusa de insolidarios pero no pasa nada, pero cuando hay una crisis tan profunda como esta, se les ve el plumero.

Lo que ha pasado con Irlanda no tiene la menor gracia. Al revés de lo que ocurrió con Grecia, que ellos mismos falseaban las cuentas para engañar a la UE, todo lo que hacía Irlanda era ‘consentido’ por la sacrosanta unión. Los irlandeses pagan un salario base muy superior a la media del resto de Europa; tienen un impuesto de sociedades tan bajo que muchas multinacionales han llevado allí su sede y soportan unos bancos tan cargados de activos tóxicos y de riesgo, que el reventón parecía una crónica de muerte anunciada. Apabullante.

El milagro Irlandés, lo llamaron, como en otro tiempo se llamó el milagro español a nuestro boom inmobiliario, y ya hemos visto lo que ha pasado. Por eso, aunque creyente, pienso que los milagros no existen y cuando se nombran o citan, es que va a llegar una hostia sagrada sobre la patena. Es una liturgia económica que no falla: primero el milagro y luego el ‘obispo mercado’ te da la hostia; pero la otra (y perdonad por la expresión). Eso sí, antes de redimirte de tus pecados, te impone la penitencia del congelador; es decir, a saber: congele o reduzca los salarios, congele o reduzca las pensiones, congele o reduzca el gasto público y social, aumente la edad de jubilación (que es como decir congele a los jubilados para que se mantengan activos y tersos)y congele las ilusiones de los ciudadanos.

Los irlandeses lo han hecho mal y a su gobierno le va a costar caro (hay elecciones en enero). Pero, amigos irlandeses, ¿qué esperabais?…si estabais viviendo por encima de vuestras posibilidades -como los españoles con la burbuja inmobiliaria-. Aprended de Zapatero que ahí sigue congelado en sus ideas troglodíticas.

Sólo hay una cosa cierta, que la crisis es global y la solución debería ser global. Así que lo que tienen que hacer los burócratas de la UE es poner en marcha de verdad un plan económico y financiero común (con derechos y obligaciones) a todos los países de la unión, a los especuladores de la bolsa y a sus amigos los mercados, impidiendo, por ejemplo, que haya paraisos fiscales dentro de Europa (como era Irlanda) y a sabiendas. Sé que esto les dolería a los neoliberales, pero qué le vamos a hacer, alguna vez les tiene que tocar a ellos, ¿no?

Y es que hasta Benedicto XVI ha admitido, por fin, parcialmente, el uso de los preservativos para evitar el contagio por Sida. Parece que las evidencias científicas y el raciocinio se ha impuesto al dogma. En economía pasa lo mismo. Los mercados admiten parcialmente los preservativos (el fondo de rescate europeo para paises en ruina) para ver si se evita el contagio, pero no porque teman a la enfermedad, sino porque el enfermo pais muera antes de pagarles los intereses. ¡Amigos!, los milagros no existen, e incluso entre quienes parecen más santos, hay pederastas. Así que si encontrais a alguien que, de repente, os cita algún milagro económico, protegeros porque a continuación viene la hostia; o, dicho de otro modo, el rayo que precede al trueno. Sólo hay que contar los minutos para ver si te van a atizar más pronto o más tarde; si viene la tormenta o si la tienes encima.

Y, por si eso fuera poco, ahora los coreanos que se quieren liar a host…, pero de las de verdad. ¿Alguien me puede decir si aquí hay negocio? Si no lo hay, todo se tranquilizará en breve. He dicho.

3 comentarios en «Que vienen los mercados, ¡que viene el lobo¡»

  1. Milagroso. Has conseguido que entienda lo de las primas de riesgo en un solo párrafo. Tan certero como siempre. Es difícil decirlo mejor y más claro.

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