Por qué los huracanes tienen nombre de mujer…

… Y el misterio de la rana y la calavera

¿Os habéis preguntado alguna vez por qué los huracanes tienen nombre de mujer? Una visión simplista –y hasta machista, si quereis- es la que señalaría como inventor de tales apodos al arrebato de un meteorológo cabreado tras un fracaso amoroso.

Otra posible razón de esta especie de bautismo femenino, de un fenómeno climático masculino, podría deberse a las similitudes de carácter entre ambos, ya que un huracán, como una mujer cabreada, se lo lleva todo por delante a su paso.

Pero afinando aún más en el detalle, y dejando a un lado el asunto de los vaivenes hormonales –que no son una leyenda urbana- y que se manifiestan de forma mucho más acusada en las féminas que en los varones, podríamos decir que, en cierto modo, los huracanes son hermafroditas (no sé si es más correcto decir gays) puesto que el huracán es masculino, en género, pero tiene nombre de mujer, Katrina, Elizabeth…como si naciera con un sexo distinto al deseado.

Los huracanes, como las buenas chotas que se pillan algunas chicas, se inician en un lugar muy lejano al que se manifiestan; o, dicho de otro modo, suelen originarse en las costas africanas y rompen casi siempre en el Caribe o el sureste de Estados Unidos. De igual manera, una mujer puede sufrir un cabreo descomunal por algo que sucedió meses atrás (rencor, se suele llamar) y alimentar su furia –como el huracán hace con el agua del mar- de aquello que tiene más cerca: unos gallumbos tirados, un espejo mojado tras atusarnos el pelo, una leve gota de pis cerca de la taza…Otra similitud entre ambas -mujeres y huracanes- es si no se diluyen, avanzan se van haciendo más grandes y crecen cada vez mas.

Mas analogías. Si están en plena ebullición, no se puede luchar contra ellos y lo mejor que puede hacerse es proteger puertas y ventanas, lo mismo que cuando discutes con una mujer realmente enfadada. Y es que, como dijo Napoleón, las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo.

Además, los huracanes se desactivan a través de la lluvia, o cuando encuentran una montaña que les hace saltarse la trayectoria para morir en el mar. Para desactivar los cabreos de las mujeres a veces basta con preguntar por qué, y abstenerse de hacer apreciaciones tan aberrantes y soeces como las que pasa por alto el juez del Olmo, quien considera que decirle zorra a una mujer es llamarla astuta. No hay triquiñuelas verbales ni jurídicas que valgan: que si es injuria, que si no lo es, que si es delito, que si no lo es….No sé si será delito, pero el derecho natural en España –ese que elabora leyes a partir de la realidad social- dice que, fonéticamente, llamarle zorra a una mujer es un insulto, y llamar zorro a un hombre, no. Lo mismo que llamar cabra a una mujer no es un insulto y llamar cabrón (cabra adulta, digo yo) a un hombre, sí que lo es.

Otra forma de no encolerizar a las mujeres, esta vez también con razón, es no mentarles lo que hace la empresa ‘el ciruelo’, vaya nombrecito, que les obliga a «pedir permiso para ir al aseo, y a llevar una tarjeta colgada al cuello cada vez que quieren usarlo». Por si eso no fuera suficientemente discriminatorio, dos trabajadoras han sido despedidas de esta empresa por dar a conocer la situación que os relato. Veremos si se denuncia y si hay sentencia al uso.

Porque los misterios de las sentencias –por aquello de que la ley es interpretable siempre- son como el de la rana que hay sobre la calavera del pórtico de la Universidad de Salamanca. Hace unos días un artículo (mal escrito, por cierto, porque era tan alambicado que no me enteré de nada) daba cuenta del descubrimiento y explicación histórica a tan ancestral misterio. Ya digo que no me enteré de nada tras leer el artículo, pero creo que hablaba de una premonición. No sé si decía que la calavera (en clave política, claro) era Zapatero y la rana cojonera encima de ella, Rubalcaba, o era al revés. Creí entender, también, que otros historiadores la interpretaban como una cagada de paloma petrificada.

En fin, no sé. Pero lo que si os puedo decir, es que el otro día oí a Javier Arenas, que parece el representante de Piz Buin, por el color de piel que luce siempre, preguntar en voz alta, y por primera vez, algo coherente: ¿si Rubalcaba sabe tanto y tiene tantas recetas anticrisis porqué no las puso en marcha antes o, cuando lo menos, porqué no se las contó a su jefe Zapatero?.

Tal y como yo lo veo, Rubalcaba está como la calavera, y su programa o es una cagada de paloma o es una rana que va a necesitar más que un beso para convertirse en príncipe antes de que lo liquide el huracán de la crisis.

Y volviendo a los huracanes; ahora ya sabeis por qué los huracanes tienen nombre de mujer, pero no se lo digáis a vuestra pareja no sea que os escondan el mando a distancia de la tele para siempre o, lo que es peor, que vuelvan a entrar en ebullición.

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