Por Abdón Boñiga
Solo me he rendido dos veces en la vida. La primera cuando conocí a Orange, naranja en español, una preciosa mulata de Maracaibo (me volvió completamente loco), y, la segunda, en mis negociaciones con las telefónicas a la hora de gestionar ADSL y móvil.
Después de muchos de nuestros próceres políticos, no he visto gente más fullera. Da igual donde descanses tus posaderas telefónicas porque, aquí más que nunca, sí que todos son iguales. Seguir leyendo