Olmedo y Urueña, dos pueblos de teatro… para ir con niños
Situado en la provincia de Valladolid este pueblo es cuna del teatro clásico gracias al famoso caballero de Olmedo encumbrado por la obra teatral de Lope de Vega. Además, es casi una prolongación de la visita a Medina del Campo, ya que desde su castillo parte una carretera que desemboca en él. Urueña, por su parte, es una pequeña joya medieval que mira los campos de Castilla desde un altillo. Ambos son lugares ideales para viajar con niños, ahí es nada.
Olmedo debe su nombre no al caballero inventado por Lope de Vega y que cayó presa de su fatal destino, sino a que estaba rodeada por amplios bosques de olmos. En 1467 fue corte del infante Don Alfonso, levantado en armas contra Enrique IV, y el 20 de agosto se trabó junto a Olmedo una batalla en que éste quedó vencedor; pero no llegó a entrar en la ciudad, la cual, al año siguiente, pasó a poder de la princesa que había de ser Isabel la Católica. Su esposo Fernando, despachó aquí su convocatoria de las Cortes de Aragón que en 1515 se reunirían en Calatayud.
La importancia que se daba a Olmedo en aquella época se deduce del refrán «Quién señor de Castilla quiera ser a Olmedo de su parte ha de tener». Felipe V, el primer Borbón rey de España, concede un privilegio a Olmedo, que es firmado después por sus sucesores.
A 40 km. de Valladolid, es el centro geográfico de las ciudades de Castilla ya que se encuentra a menos de una hora de Ávila, Palencia, Salamanca, Segovia, Zamora y Valladolid. Los torreones cuadrados, las puertas de San Miguel, el Arco de la Villa, los soportales que rodean la Plaza Mayor, siguen siendo testimonio vivo de este Olmedo la que popularmente se le conoció como la “Villa de los siete sietes”: siete iglesias y siete conventos; siete plazas y siete fuentes, siete entradas a través de sus siete arcos y siete pueblos dentro de su alfoz con sus siete casas de realengo.
Pero hay que reconocer que su fama le viene de la conocida obra teatral del genial escritor Lope de Vega titulada “El Caballero de Olmedo” (1622-1625) que relata la tragedia de Don Alonso, un noble caballero de esta Villa enamorado de Dª. Inés durante las fiestas del vecino pueblo de Medina del Campo.
Urueña, el pueblo de los libros
Urueña cuenta con conjunto amurallado del siglo XIII que es, sin duda, el mejor conservado de toda la provincia. La muralla está unida, en el extremo sureste, al castillo, levantado en el siglo XI sobre una antigua plaza fuerte romana.
Aunque cortada en algunos tramos, se puede (y se debe) ascender a ella y contemplar el pueblo que, muchas veces envuelto en niebla, parece lugar propicio para ajustar cuentas de honor en una arrebato del siglo XV.
Situada en el valle, extramuros de la población, se halla la ermita románica de Nuestra Señora de la Anunciada, bello ejemplar del románico lombardo. Por otra parte, no podemos olvidarnos de la iglesia renacentista de Santa María del Azogue, sita junto a la puerta de la muralla del mismo nombre; ni de las casonas nobiliarias, que aún ostentan en sus fachadas los escudos familiares de sus antiguos propietarios.
En 1876, la villa de Urueña fue asolada por un fatal incendio que calcinó 89 casas, la mayoría pertenecientes a jornaleros y gente humilde. La reconstrucción y embellecimiento que sufrió posteriormente la localidad aún puede apreciarse hoy día.
LO QUE LAS GUÍAS NO DICEN. Si vamos a ver al Palacio de Olmedo (hay que verlo, aunque si los niños son pequeños puede haber salas que les den miedo ya que se visitan casi a oscuras), conviene comprar la entrada conjunta con el Parque Temático Mudéjar porque sale mejor de precio. Si estamos en época, en el Palacio del Caballero de Olmedo celebran festivales de Teatro.
PARA NO PERDERSE. Si se viaja con niños es imprescindible visitar Parque Temático de Arquitectura Mudéjar de Olmedo. Allí hay cientos de miniaturas que se pueden tocar y hasta escalar de los castillos e iglesias de la provincia. Realmente precioso. Todo aderezado con trenes que van y vienen por todo el parque para regocijo de los más pequeños. Urueña es más serio, aunque bellísimo.
COMER. Aparte del lechazo al horno, son famosas las rosquillas de aceite; las “cagadillas de gato” (rosquillas fritas); los bollos de azúcar; las magdalenas; los “mudejaritos” (mantecados de almendras), el “tortón de mosto” y las “delicias del caballero”.