Mijas es, sin duda, uno de los pueblos más bonitos y visitados de Málaga.
Incrustado en la montaña de la vecina Fuengirola, ha hecho de los asnos un (controvertido) reclamo de transporte (controvertido) que lo cierto es que utiliza poca gente.
De hecho, durante nuestra visita, apenas vimos burritos tirando de los carros, los pobres.
Y aunque se publicita que se les trata bien, pasan un calor del demonio y sus cuidadores deben estar dándoles agua y refrescándoles cada cierto tiempo.
Encalado
Aparte de eso, Mijas es un pueblo encalado, como Frigiliana, aunque mucho más grande que éste.
Situado en la vertiente contraria, hacia el oeste de Málaga, tiene unas vistas espectaculares.
En realidad estamos hablando de tres pueblos en uno: Mijas Pueblo, Mijas Costa y Las Lagunas.
La zona vieja de Mijas está a unos 400 metros sobre el nivel del mar, compartiendo nombre con la sierra que le contempla.
Como en casi toda Andalucía por aquí estuvieron, entre otros, fenicios, romanos, árabes y cristianos.
De hecho, los primeros asentamientos de Mijas datan del 900 a.C., y son griegos y fenicios.
Una mina
Estas civilizaciones seguramente se asentaron aquí porque en Mijas había minas de zinc, plata y mármol…
Tanto es así que la catedral de Málaga fue construida con mármol de Mijas, que es casi tanto como decir el mármol de Carrrara andaluz.
Hoy «las hordas» que conquistan Mijas no son musulmanas, ni cristianas, sino británicas, cuya colonia asentada aquí es una de las más grandes de Andalucía.
Aparcar fácil
Como siempre, aconsejamos que lo mejor que puedes hacer al llegar a Mijas es buscar la «I» de información turística y hacerte con un plano.
Un detalle importante es el aparcamiento del coche casi imposible en la calle.
Pero no te vuelvas loca/o buscando sitio para aparcar porque hay un parking público (justo debajo de donde están los burritos) que cuesta tan solo 1 euro al día.
En ese plano que te proporcionarán en la oficina de turismo, hay una ruta que puedes seguir o no, pero que, en todo caso, impedirá que te saltes ninguna de sus miradores y lugares con encanto.
La ruta, que rodea el pueblo tiene vistas al mar y a la montaña.
Plaza central
La Plaza Virgen de la Peña es el centro neurálgico de la localidad.
Aquí encontramos su Ayuntamiento, la ermita que da nombre a la plaza, muchos restaurantes, tiendas de souvenirs y el «aparcamiento» de los burritos.
Los burros fueron, desde siempre, los animales utilizados por los lugareños para realizar las labores del campo y las minas.
Sin embargo, los mismos británicos que ahora pueblan sus calles, se dieron cuenta hace unos años de que podrían ser un reclamos turístico.
Y los tour operadores «tiraron de este carro» nunca mejor dicho para hacer de los burritos un aliciente mas del pueblo.
Tanto es así, que la lado de la oficina de turismo, justo al lado del aparcamiento de los burro-taxis hay un burro metálico (bronce?) donde los turistas se suben para hacerse la foto del día.
Plaza de toros
Si avanzas por la ruta turística marcada, llegarás hasta Plaza de la Constitución y a la derecha la plaza de toros de Mijas que es la única de España ovalada.
A su lado, la Iglesia de la Inmaculada Concepción (mezquita mudéjar reconvertida) y un poco más adelante, la muralla de Mijas y sus miradores al mar.
Aquí también podrás disfrutar de sus jardines y a la vuelta, del inicio de la llamada ruta botánica de Mijas, donde proliferan plantas y flores.
Virgen de la Roca
Desde allí y tras dejar unas preciosas vistas de la campiña, llegarás (el recorrido circular) hasta el museo etnográfico de la villa.
Volviendo sobre tus pasos, probablemente llegarás otra vez hasta la plaza del Ayuntamiento.
Pues bien, ahí, a la derecha y sobre otro de los miradores se encuentra la ermita de la Virgen de la Peña: la más famosa de Mijas.
Y se llama así porque existe una leyenda, como es costumbre, que dice que una fraile del pueblo encontró la imagen de esta virgen entre la maleza.
El hallazgo fue considerado como un milagro y este cura dedicó 30 años de su para excavar la roca y guardar allí la estatuilla.
Así que, sea leyenda o no, la virgen de la roca o de la peña, esté en el interior de esta pequeña ermita que se ha convertido en lugar de celebraciones.
Las vistas desde este mirador son espectaculares ya que, nuevamente, se puede ver el Mediterráneo con toda nitidez.
Colomares
Una vez que dejes Mijas, tienes otra visita que parece de obligado cumplimiento como es el Castillo de Colomares.
La Carretera interior que lleva hasta allí y en dirección a Benalmádena es muy sinuosa y tiene tramos complejos, pero no se tarda mucho en llegar.
Sin embargo, hemos estado a punto de no incluir esta visita puesto que, aunque el castillo (?) es «mono» nos pareció demasiado artificial; como un pegote arquitectónico en la campiña que, en nuestra opinión, no viene a cuento.
Eso no quiere decir que no lo visitéis si tenéis ese capricho, pero que no penséis en grandes expectativas sobre la visita.
El Castillo que, en realidad, es una especie de barco (o tres barcos fundidos) quiere homenajear el descubrimiento de América.
En el se representan la Niña, la Pinta y la Santa María. El monumento fue creado por el doctor Esteban Martín Martín con la ayuda de dos albañiles que tardó siete años en construir utilizando ladrillo, piedra y cemento.
Comer
Por primera vez, y sin que sirva de precedente, no os recomendamos ningún restaurante en Mijas.
De hecho, incluso los que parecen autóctonos, como Cocos, en la plaza del Ayuntamiento, están adaptados a los Guiris con comida para guiris.
Tal vez el mejor, porque por lo menos tiene buenas vistas, sea La Alcazaba, pero ya.
Con respecto a la «Vieja» Carihuela, en Benalmádena playa, está de capa caída.
En otro tiempo fue «templo» de los chanquetitos, las ensaladas de pimiento y la dorada a la sal, pero ya no es lo que era.
El único local que destaca un poco en Benalmádena es Pirañaconda, pero no pudimos ir porque estaba cerrado.