Ívora, el nuevo restaurante de Madrid que viene «a tope»

Carn-ívora, herb-ívora, pisc-ívora….pero siempre Ívora, como reza el nombre de este nuevo restaurante madrileño que, en apenas tres meses de vida, ya se «ha hecho con el cotarro» de la zona de Ponzano.

Por lo menos así lo atestigua el día de nuestra visita (va a ser verdad que damos suerte) porque doblaban mesas sin parar de comida y coctelería.

Y es que el local está enclavado en un lugar tan bueno, pero con tanta competencia, como es la milla de oro gastronómica de Madrid; es decir: Ponzano.

Encuentros

Lo primero que llama la atención de este lugar es que se trata de un «must» para ver y ser vistos. Gente guapa en una zona de nivel que invita a ser protagonista de cada noche.

Los amplios ventanales («cardenalicios») que dan a la calle dejan ver el interior donde pasan cosas, y en la puerta, una terraza que hace de efecto llamada. Perfecto marketing.

Por eso nos parece que más que un simple restaurante, es un lugar para el encuentro y para compartir momentos divertidos con quien quieras.

La segunda cosa que llama la atención es que, a pesar de su vocación de ‘dinner show’, live performance y dj’s, la comida que se sirve está rica y a precios muy competitivos.

Una propuesta gastronómica en la que la brasa ocupa un lugar esencial, pero que no es el único elemento vertebrador.

De hecho, Ívora gira entorno al fuego, a la leña y a la brasa, con una carta que se adapta a cada estación, pero también hay croquetas, ensaladillas, patatas…

No sabemos si es por impresionar a los legos en la materia, pero muchos de los platos se terminan en mesa con el fuego de un soplete.

Croquetas carbonara

Soplete gracioso

Un soplete que achicharra a todo «bicho»(plato) viviente, pero que no molesta en absoluto… y que nos hizo gracia.

Caso distinto es lo que ocurre con el delicioso arroz kubak son setas que probamos, y en el que la salsa ardiendo que lo adereza -justificadísima- termina por darle el toque idóneo a ojos del comensal.

Hummus

Nuestra incursión en la carta, aconsejados por una sala joven y dinámica, comenzó con unas croquetas a la carbonara con guanciale a la brasa (4u.10€).

Muy ricas, la verdad, suaves y precisas en su punto de cremosidad, no tienen nada que envidiar a las de ningún otro sitio.

También probamos el hummus con shitake a la brasa (8€) que, a pesar de su atractivo nombre, y aun admitiendo que está bueno, no es el mejor que hemos tomado.

Zamburiña

Zamburiña cum laude

Justo lo contrario de lo que ocurrió con la zamburiña a la brasa con salsa huancaína, el plato más destacado sin duda, aunque ayudado por esta salsa huancaína (ají, queso, leche evaporada…) tan peruana.

Tanto es así, que dada nuestras expresiones superlativas nos ofrecieron repetir…y repetimos.

En esta zona de la carta, que ha diseñado Joaquín Serrano, también puedes compartir unas alcachofas a la brasa (11€), una ensaladilla ívora con atún y pulpo a la brasa (9€) o unas patatas con su salsa ívora (7€).

Nos recomendaron que probáramos el steak tartar de solomillo, cortado a cuchillo y en frío (19€), pero no era lo que más «nos pedía el cuerpo».

También nos hablaron de la excelencia de la burrata con vinagreta de cherry datterino y caramelo de albahaca (12€), pero en este caso no la tomamos porque se había agotado.  

Arroz Kubak de setas

Arroces fusión

En carta existe un curioso triunvirato de lo que el director gastronómico Serrano , antes se llamaba chef, ha pergeñado para la ocasión.

Son los siempre exitosos arroces kubak (un arroz chino inflado y crujiente), en este caso de setas (12€), aunque también lo sirven estilo señoret y thai.

Nuestra elección fue el de setas y podéis estar seguros de que estaba de rechupete, así que poco más hay que añadir.

Baos

El tamaño importa

Como pretendíamos probar al menos un plato de cada zona de la carta, y somos fans de los baos, abordamos la parte de panes a la brasa con «ansia viva».

La elección fue el bao de carrillera ibérica en su jugo con tempura (6€) que estaba riquísimo, pero que tuvimos que postergar hasta el final del ágape porque no cabían más platos a la vez en la mesa.

Así que, en este caso, el tamaño sí importa y, una de dos: o se agrandan las mesas o se distribuyen los platos en el tiempo con mejor criterio para que no se amontonen en la mesa como si fuera un restaurante chino.

Además de carrillera los hay, incluso en formato brioche, de pollo, salmón, enchilada… Y, sin probarlos, estamos seguros de que también estarán tan de lujo como el que elegimos nosotros.

Onglet

Brasas

En Ívora han adoptado el lema de que «con el fuego no se juega» y por eso las brasas -el proceloso mundo de las brasas ahora tan de moda- forma parte de su ADN.

Brasas que aderezan desde la carne de vaca gallega, a las alcachofas o el pollo picantón.

También hay salmón (19€) y hasta un pulpo entero a la brasa ahumado con ajada koreana y parmentier de pimentón (26€).

Pero ¿quien puede resistirse a un exclusivo onglet? Rebautizado como el bocado de la reina es una pequeña pieza de apenas 200 gr, pegada a la falda de la vaca.(18€)

Lo mejor es que la carne esté al punto, no muy hecha, para apreciar el sabor intenso de una pieza tan curiosa y exclusiva.

Drácula en copa de cóctel

Draculín

Por último, los postres ponen el broche de oro a a esta experiencia global.

Uno de los que más llama la atención es el Drácula (6€), una recreación del famoso helado que te trasladará hasta la infancia.  

Fue uno de los postres que pedimos y estaba mucho más rico que el famoso helado, aunque este, el postre, también tiene su toque de coca cola.

Torrija

La otra elección fue la torrija mil y una noches (7€) en forma de pan brioche y con la textura y delicadeza esperada.

Claro que también había, para optar, unos atractivos coulant de dulce de leche, tarta cremosa de chocolate y tarta de queso a la brasa (todos a 7€).

Circo del Sol

No es que Ívora sea el Circo del Sol, pero entre que cuenta con una cocina non stop, dj y hasta espectáculos con artistas que juegan con el fuego, es más que un simple restaurante.

De hecho, alberga varios espacios, incluida barra y zona de mesas altas, repartidos en más de 400 metros cuadrados, y una terraza, en una atmósfera que invita al comensal a sumergirse en un ambiente singular y original.

A la carta se unen el picoteo y un menú diario, además de una coctelería diseñada por Guillermo Serrano, considerado el mejor coctelero de restaurante en 2021.

Trasiego

En la sala principal de Ívora hay un trasiego de gentes, camareros, platos que se entremezclan con la música y el bullicio con un pequeño reservado para 10 personas y un espacio privado en la planta baja.

Y es que la decoración de Ívora, gracias a la mano de Isabel de la Sierra, se inspira en los inicios del pop art, con neones y réplicas de las tradicionales serigrafías de este movimiento artístico.

Leopoldo de la Sierra, empresario del sector hostelero, y Jano Velasco, exfutbolista profesional han creado un espacio con la comida como gran protagonista, pero donde el ocio y la música no dejan de estar en el centro del concepto.

En resumen, que si quieres tener una experiencia divertida y de calidad, ívora es el sitio.

Lo pasarás fenomenal rodeado de gente con ganas de divertirse y, curiosamente, disfrutar con la comida.


Nuestro menú (todo compartido)

  • Croquetas a la carbonara con guanciale a la brasa
  • Hummus con shitake a la brasa
  • Zamburiña a la brasa con salsa huancaína
  • Arroz Kubak de setas
  • Bao de carrillera
  • Onglet a la brasa
  • Drácula
  • Torrija Mil y Una Noches
  • Vino: Azpilicueta crianza

Ívora. Calle Santa Engracia 70. Madrid. Telf. 911 80 51 15. reservas@ivora.es



 

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