Gallipoli es una isla, aunque no lo parezca, porque un puente casi invisible la convierte en una península virtual.
Algunos viajeros la desprecian o pasan de largo, pero, en realidad, es una de las joyas del Salento, de Apulia o de Puglia, que tanto da.
Situada en el oeste del tacón de la bota italiana, al sur de Tarento, es famosa por sus erizos y por albergar, en sus estribaciones, las mejores playas de la zona.
Este es el caso de Pescoluse, a la que llaman las Maldivas por su arena blanca, sus pequeñas dunas y su agua cristalina (aunque fresquita).
Más de lo que parece
Para nosotros Gallipoli, cuyo nombre nos sonaba por la famosa batalla que los australianos libraron durante la Segunda Guerra Mundial en una zona homóloga de Turquía, no merecía, a priori, mayor interés que el de un humilde pueblo costero.
Sin embargo, fue tal la impresión positiva que nos llevamos, que repetimos visita; es decir, primero la vimos y luego le sacamos el jugo con su impresionante atardecer.
Y eso que no íbamos de buen humor porque la policía italiana nos paró en un control rutinario que no tenía que ver con infracción de tráfico alguna y que nos llenó de indignación.
Afortunadamente, una vez comprobado que no llevábamos limoncellos escondidos entre las toallas de baño, nos dejaron ir sin problemas.
Cádiz a la italiana
Hay quien compara Gallipoli con Cádiz, y en cierto modo se parecen porque alrededor del puerto pesquero se levantan las murallas de un castillo casi inexpugnable, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta los ataques y saqueos que sufrió la ciudad durante siglos.
Con apenas 21.000 habitantes, Gallipoli (ciudad bella en griego), tiene casi todo lo que un turista pueda desear.
Desde playas estupendas a chiringuitos donde tomar algo y contemplar los atardeceres del mar, un entorno medieval o museos tan extraños como el Cavico en el que hay desde minerales a huesos de ballena y rincones románticos para aburrir.
Kilómetro y medio
Pequeña como es, apenas kilómetro y medio de diámetro, la zona vieja se recorre andando en un pis pas, si vas deprisa, y en una tarde, si vas despacio.
¿Turística?, sí. ¿Maravillosa? También. Además, si eres de los que te gustan los erizos, aquí los cocinan de todas las maneras porque están por todos lados.
De hecho, en el puerto incluso hay varias estatuas de acero (suponemos que inoxidable) para honrar este manjar culinario que también te puede amargar la vida si te encuentras con alguno de ellos en las playas cercanas a la ciudad o en las cercanías del puerto.
De hecho, hay gente que utiliza las piedras de las escolleras para bañarse con escarpines o descalzos, lo que puede ser una temeridad para el visitante pero no para los lugareños que tienen callo en la planta de los pies.
Qué ver
Dentro de la ciudad y aparte del Castillo, su torreón del siglo XVI y su museo visitable, destaca la catedral de Santa Agata y el Frantoio Ipogeo (bajos del palacio Granafei).
Este ilustra la historia de la producción de aceite de oliva que tanta riqueza dio a Gallipoli y que aquí defefienden a capa y espada, sobre todo cuando se les recuerda que el mejor AOVE del mundo es el español.
Escuece, sí, pero qué le vamos a hacer. Su aceite de oliva no tiene ni para descalzar al nuestro. Ahora bien: lo saben vender mil veces mejor que nosotros.
Justo enfrente de este simulacro de almazara, se encuentra el Museo Cavico, del que ya hemos hablado y la iglesia de la Purità, con sus famosos estucos pintados con la gracia que solo los italianos poseen, se diga lo que se diga.
Gallipoli pertenece a la provincia de Lecce, una capital tan sorprendente como monumental (le llaman la Florencia del sur) con ruinas romanas por debajo de sus edificios.
Allí haces una agujero en el suelo y aparece un anfiteatro. Algo sublime y colosal y con una oferta nocturna y de restauración inigualable.
Barroco y neoclásico
Pero volviendo a la coqueta Gallipoli, sus calles rememoran los estilos barroco y neoclásico y en el lado norte de la ciudad, incluso hay una pequeña cala de arena muy ‘gaditana’.
Bajo la influencia del Imperio Romano tuvo su periodo de mayor expansión siempre ligada al comercio.
Cuando los romanos la conquistaron, en el siglo III a.C. pasó a ser parte de aquella extensa vía que conectaba gran parte del Imperio, la llamada Vía Apia, que unía en este caso Roma con Bríndisi.
En esa época de prósperos negocios con Oriente a través de Los Balcanes y Grecia la ciudad prosperó ampliamente.
Como otras ciudades del sur de Italia, esta también tiene una impronta española que dejó la corona de Aragón durante los siglos XIV y XV, que fueron quienes fortificaron la ciudad.
Mas pistas
Lo que las guías no dicen
Las mejores playas del sur de Italia están en la costa que va de Gallipoli a Santa María de Leuca.
La arena de coral triturado y las aguas transparentes, junto a un paisaje de dunas, salpican todo el litoral.
Aunque la playa que tiene más fama es la de Pescolouse, también es la más concurrida.
En todo caso, si vais en coche, os podeis quedar en cualquier parte del camino (carretera de playa) y girar por cualquier acceso normalmente entre zonas urbanizadas, desde el mismo pueblo de Taviano.
Lo que no te puedes perder
Las murallas que llegan al mar y el macizo castillo de los angevinos que fue construido entre los siglos XIII y XIV.
La Catedral de Santa Ágata, del siglo XVII, en estilo barroco, y la conocida Torre del Reloj, edificada a comienzos del siglo XVIII.
La Iglesia de San Francisco con hermosos frescos venecianos en su interior, la de Santa Teresa de Ávila y la de Santa Clara.
De las playas, para qué repetirlo, Pescoluse os espera.
Comer
En Gallipoli hay montones de restaurantes repartidos por su casco viejo y con vistas al mar.
Chill out o tapas a la italiana, es fácil encontrar erizos cocinados de todas las formas imaginables, aunque el plato comarcal por excelencia son los orecchietti con cime di rape.
Hay dos lugares recomendables fuera de Gallipoli para comer pero, el de Taviano, casi mejor ni que intenteis encontrarlo porque perdereis el tiempo entre callejuelas indómitas.
Aún así os dejamos ambas direcciones: En la vía Corsica 97 de Taviano está A Casa Tu Martinu y en Racale, otra pueblo cercano,L’Acchiatura. en via Marzani 12.