Cuando hace algunos años examiné las causas del llamado síndrome de Florencia o de Stendhal, me pareció que tenía poco fundamente científico.
Este síndrome describe el estado de vértigo, de aturdimiento, de desorientación, incluso de palpitaciones cardíacas o de bellezafobia (esto es de mi propia cosecha) que los turistas sienten cuando contemplan tantas obras de arte juntas, casi abigarradas, como las que existen en Florencia.
Parece que al pobre Stendhal (escritor y viajero) le sucedió eso, y luego, más
modernamente, a otros muchos turistas que ‘se atrevían’ a caminar por unas
calles con obras de arte en cada esquina.
vista panoramica de Firenze |
Corazón de la Toscana
Por eso Florencia, en el corazón de la Toscana y junto a Siena una de las ciudades más bonitas de Italia, Europa y del mundo, y cautiva sin remisión a quien la recorre.
El río Arno, con sus múltiples puentes (el más conocido en Ponte Vecchio), la plaza de la Signoria, mareante como ella misma; el Duomo, la Academia…los Médici, con su inmenso poder de mecenazgo, Dante, Miguel Angel, Boccacio, Leonardo Da Vinci, Giotto, Botticeli y hasta Maquiavelo, autor del famoso ‘príncipe’.Todo es arte y todos son artistas, dramaturgos, pensadores…una pasada.
Poderío cultural
No sé si ya teneis el síndrome de Stendhal, porque yo estoy a punto de sufrirlo con solo rememorar sus calles que, os adelanto, he tenido la suerte de recorrer en más de una ocasión y en diferentes épocas del año.
Algunas guías suelen comparar, por poderío y concentración intelectual, a la Florencia renacentista con la Atenas del siglo V, y no les falta razón; aunque por su belleza y conservación, la ciudad italiana le da mil vueltas a la griega.
Artesanos
Una cosa que no ha perdido la capital de la Toscana es su vocación artesana
por eso en cada distrito hay encuadernadores, cordeleros, bordadores …y sobre
las casas del mismo Ponte Vecchio, los joyeros.
Los florentinos no son muy amables. Aunque correctos con los visitantes, no derrochan simpatía, pero eso es antropológico, así que mejor aceptarlo de entrada.
El centro de la ciudad es peatonal, de manera que salvo unos
diminutos microbuses eléctricos municipales, no circulan coches.
Museos
Empezando por el final, los museos de Florencia (casi 70) son una tentación para cualquiera que sienta inquietud por su cultura, pero yo voy a recomendar sólo dos: La Galería Uffizi (oficios) y el de la Academia, donde descansa la obra
original del David de Miguel Angel; que simboliza la fuerza de esta ciudad para
sobreponerse a todo, como hizo el célebre muchacho frente a Goliat.
El resto de esculturas esparcidas por las calles de la ciudad, incluidas las de la Piazza della Signoria, son reproducciones u obra de otros autores, como el David en bronce de Donatello o el de Verrochio, realizado en el mismo metal.
De los Uffizi, aparte del nacimiento de la primavera , hay otras tantas obras de Botticeli, Giotto, Caravaggio, Bellini, Tiziano, Leonardo o Miguel Angel que no debeis perderos.
Eso sí, hay que lamentar que los cuadros estén cubiertos por una especie de parapeto de metacrilato que impide su visión de forma nítida. Los pusieron para protegerles después de que un zumbao de la vida arrojara pintura sobre
uno de los cuadros hace algunos años.
Los oficios
Muchos de los nombres de las calles de Florencia hacen referencia a las tiendas de oficios que allí existían como via dei saponai (jaboneros), via dei tintori (tintoreros) o de calzaiuoli (zapateros).. De hecho, ésta última tiene aún zapaterías en sus comercios.
Teneis que ver el Duomo, la Signoría, las calles que rodean el Ponte Vecchio, pero también el Palacio de Piti. Está un poco más alejado del centro y lo
mejor son los jardines y la galería de moda.
En los jardines hay una especie de gruta con estalactitas y estalagmitas. Si subes hasta el final de los jardines las vistas son increíbles.
Pero, sobre todo, yo me perdería por las calles de la ciudad dejando vagar la vista por sus fachadas ocres y anaranjadas, porque Florencia, amigos, es un
museo al aire libre; junto a Venecia, el museo más bello del mundo.
Mas pistas
Lo que las guías no dicen
Los aparcamientos en el centro no son de fácil acceso, así que lo mejor es recorrer la ciudad a pie. La entrada a la catedral Duomo es gratis, pero hay que pagar para acceder al batisterio y el campanile.
Yo sólo subiría a uno de los dos, porque ofrecen las mismas vistas de la ciudad, si superas sus 404 escalones. Para entrar en la galería de los Uffizi suele haber una colas de cuidado, así que lo mejor es reservar la entrada por teléfono o Internet.
¿Un secreto? El de mi tienda favorita. Venden ajedreces de resina impresionantes con jugadores de rugby, cruzados y árabes…preciosos.
Para encontrar la tienda seguir este pequeño jeroglifico: situados en Ponte
Vecchio de espalda a los Uffizi, seguir por el puente y una vez fuera, torcer por
la segunda calle a la derecha. Al poco de encarar la calle, en la acera de la
izquierda está la tienda.Seguro que no os ireis sin comprar algo
Lo que no te puedes perder
Los artesanos de Ponte Vecchio y sus galerías de artesanos. Por la noche, iluminado, es mas que una maravilla. Si te gustan las compras tipo rastro, tu sitio es el mercado de San Lorenzo (pasminas, corbatas y piel para aburrir).
La cafetería-pastelería Rivoire, en una de las esquinas de la plaza de la Signoría. Chocolate excepcional y dulces que quitan el sentido casi tanto como tomar un café capuchino, por supuesto, mirando esta plaza tan impresionante.
No te pierdas la visita al David de Miguel Angel, el auténtico, que está en la Academia.
Dormir
Como es lógico, hay muchas trattorias y restaurantes acptables en Florencia, pero, para mí, uno de los más emblemáticos es (por calidad y precio) Beccofino, en la plaza degli scarlatti.
Entre los hoteles el más señorial y romántico es el Baglioni, por supuesto, aunque el hotel Una más moderno y funcional; es lo más cool de ‘Firenze’.