Antes, la gastronomía era un mundo, ahora es un Universo lleno de planetas con sus satélites e influencias gravitatorias, para bien y para mal.
En esta expansión, después del ‘Big Bang’ de la entonces llamada nueva cocina vasca (tomada de los franceses, pero mejorada con producto e imaginación) y posteriormente del ‘mago’ Ferràn Adriá, ha habido historias de éxitos y fracasos, de modelos de negocio que imitaban exitos imposibles -Adriá es como es cirujano que va al congreso médico y muestra unas intervenciones quirúrgicas que solo puede hacer el-, de fuegos artificiales en cocina -como me decía hace poco un cocinero en León; de gastrobares y coctel bares; de amantes de la gastronomía, ahora rebautizados en foodies y otros anglicismos inexplicables para un idioma tan rico como el español; de influencias positivas y negativas, de clases sociales que no sustentan el negocio; de idas y vueltas acerca de la información on line; de odios y amores a las redes sociales por parte de los creadores de opinión; en fin, de desorden.
Ahora, este Universo sigue en expansión y es preciso sentar las bases de un orden
organizativo. Y esto implica que desde los fogones -lo que realmente importa- se tome el camino gastronómico que se tome, se haga con cabeza y se dote a los negocios de innovación, imaginación, buena gestión y flexibilidad para adaptarse a todo -solo los dinosaurios más pequeños y que desarrrollaron alas sobrevieron al meterorito que les extinguió-.
En estos momentos, hay mucho ‘ruido’ en las transmisiones (dentro y fuera de las cocinas) así que no habrá más remedio que poner filtros a las comunicaciones para dejar que el sonido sea nítido.
En un Universo en expansión y en el que la materia oscura -esa que no vemos- compone el 80 por ciento de su masa crítica, lo fundamental es encontrar vida inteligente o atisbos de que la hubo fuera del Planeta por si hay que poner rumbo a Marte o viajar fuera de esta Galaxia.
Este un secreto a voces que solo escuchan y ven con sus radiotelescopios mentales quienes tienen los pies en la Tierra…y nunca mejor dicho. ¿Algún voluntario para poner orden?