¿Por qué la oveja Clementina se marchó sola al arroyo?
Evaristo sacaba a pasear todos los días a su oveja en cuanto amanecía. Pero ese lunes de marzo, Clementina, que es como se llamaba, no se presentó a su cita habitual. Clementina era un animal distinto al resto del rebaño. Parecía entender las cosas que le decía Evaristo a quien alguna vez se le oyó decir en el pueblo ‘mi clementina tié más sesera que muchos de vosotros’.
Los peor pensados se mofaban del pastor al insinuar que su pasión por la oveja iba más allá de los límites humanos, pero a Evaristo, curtido en mil batallas y acostumbrado a vivir y ser feliz con lo que tenía, le importaban un bledo los palurdos de su pueblo que se creían cosmopolitas (Evaristo era el único del lugar que sabía lo que significaba esa palabra) porque llevaban relojes de aviador, movil y fumaban marihuana. Todo para evadirse de un mundo en el que no eran felices.
En fin, que Evaristo se desgañitó silbando y susurrando a su Clementina, pero esta no aparecía. Mandó a su perro, Gladiator, a buscarla, pero este tenía menos espíritu que Rajoy en el Aquapark. Y fue entonces cuando cayó en la cuenta. Corrió a su caseta y miró el reloj, ‘estos jodios políticos me la han vuelto a liar’, dijo. Se dio cuenta de que no eran las 7 sino las 8 de la mañana, porque ese domingo habían adelantado nuevamente el reloj para implantar el horario de verano.
Así que quien había faltado a la cita con Clementina había sido el. Bajó corriendo hasta el arroyo para buscar a su oveja mascullando por el camino: ‘serán licenciaos, mamarrachos, tontos del haba, cuerpo tordos,….toa la vida con la tontería del ahorro cuando to el mundo sabe que es mentira, que lo que se gana de luz por la mañana se pierde por la tarde’. Y seguía corriendo: ‘zamarros, mascachapas, panzaburros…serán mostrencos estos políticos que pierden el tiempo en Bruselas, pero quién les ha dicho a ellos que el cambio de hora es bueno para la salud y que ahorra dinero; serán lechuzos. ¡Como se haya perdido mi Clementina, se van a enterar, voy a ir a Bruselas, voy a tirar de chaira y les voy a sacar el pellejo del cuerpo a tiras!.
Mientras corría por el campo, le temblaba el belfo y se le caía la babilla de la mala leche que llevaba. Cada vez se encendía más, ¿pero quien les ha dicho a estos tíos que hay que cambiar la hora y que eso es bueno pa tos? ¿Si hasta los rusos se han plantao y han dicho que no la cambian más? Pero que majadería es esta, mangurrinos, so pedos de loba, que sois uns pedos de loba, vacios y sin sentido…Que tenemos a todo el ganao revolucionao una semana por vuestras ocurrencias. ¡Serán mamarrachos¡. Si to es mentira, si no pue ser que se ahorre ná. Si lo vemos tos claro, menos ellos. Y si no que nos dejen en paz. Lo que tenía que hacer el Rajoy es decir ‘se acabó’ en España nos plantamos y no cambiamos la hora. Ayyyyyy, pero te tienen bien cogío por allí…
…Después de 3 kilómetros cuesta abajo, llegó al arroyo y allí estaban Clementina, el mulo Suso, del Hilario; la vaca, Colorá, del Sisebuto y el caballo percherón, Boniato, del Aniceto. Por suerte, todos sanos y salvo: ¡de buena se habían librado los políticos de Bruselas!
ellos no tienen reloj. jajajaja
Jajajaja, solo falta el burro Serafín. Magnifica forma de decirnos, con una sonrisa, que el cambio de hora es inútil.