Saramago, maestro de esgrima literaria
Por Juan Manuel Barberá
Un día, vergonzosamente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se refirió a él como Sara Mago, un insulto a la inteligencia a través de la incultura y una ignorancia imperdonables. Hasta que alguien le susurró al oído que Saramago se escribía junto y se refería al apellido de un escritor portugués premio Nobel de Literatura.
Parte de este breve artículo fue publicado el sábado en el suplemento de Evasión fin de semana de el Economista, pero, por razones publicitarias, hubo que cercenarlo de mala manera. Sin embargo, como fue escrito desde la pasión y la admiración, aquí teneis el artículo completo. He titulado El año de la muerte de Ricardo Saramago, aludiendo al libro En el año de la muerte de Ricardo Reis en la que a través de la voz de Fernando Pessoa, otro ilustre portugués, José Saramago nos ofrece su particular visión de Lisboa; esa Lisboa que le despreció y ahora le ha vuelto a rehabilitar para la causa.
Lanzarote está triste y por los Hervideros que ponen voz al Charco de los Ciclos, aún resuenan las crónicas que José Saramago escribió en su famoso Cuadernos de Lanzarote. Y es que el Nobel portugués falleció el viernes pasado en la isla a la que se había exiliado voluntariamente en busca de una paz y asilamiento que no disfrutaba en Portugal.
El autor de obras tan emblemáticas como Ensayo sobre la Ceguera, El año de la muerte de Ricardo Reis, La balsa de Piedra, El Evangelio según Jesucristo o Historia del cerco de Lisboa, siempre procuró –y consiguió– plasmar en ellas su profunda concienciación social. Sin embargo, esta pasión por los problemas cotidianos no le apartaron de un gusto por lo estético que, a veces, como en Historia del Cerco de Lisboa lo acercaban más a James Joyce, que a Gabriel García Márquez, salvando las lógicas distancias.
Un hecho que marcó su vida fue la pobreza. Nació en 1922 en medio de la campiña portuguesa, concretamente en Azinhaga, cerca de Lisboa. Sin embargo, cuando apenas contaba cuatro años su familia se trasadó a la ciudad, aunque eso no cambió su nefasta situación económica.
Acostumbrado a las penurias, no es raro que desarrollara un carácter fuerte, casi huraño en la le lejanía, que dejaba paso al sentimiento de su literatura donde daba rienda suelta a toda su imaginación.
Al contrario que otros escritores de éxito, las temáticas de sus novelas fueron siempre distintas e innovadoras tanto por su fondo como por su forma.Su vida, eso sí, fue tan ajetreada como se presumía cuando uno se lo encontraba en una conversación. Trabajó como administrativo en una oficina y también en el sector de los seguros y el editorial, pero al final, como colofón a su pobredumbre, como comentó alguna vez, se hizo periodista.
Una de sus primeras novelas de éxito la escribió con casi 60 años Memorial del convento (1982) y dos años más tarde creó la obra que le consagró internacionalmente y que reclutó a muchos -incluido yo- para su causa literaria: El año de la muerte de Ricardo Reis. En esta novela, la capital lusa y uno de sus personajes más famosos, Fernando Pessoa, aparecen retratados con la mano de ese poeta Saramago que acaricia sus calles y sus costumbres en cada página. Muestra la Lisboa del Barrio Alto y de la Baixa, pero con la misma intensidad con la que se vivían las tertulias en el café a Brasileira en cuya puerta, por cierto, hay una estatua de Pessoa.
A partir de esta novela, su obra empezó a ser prolífica y casi frenética, casi tanto como los quebraderos de cabeza de muchos de los lectores que se atrevían con alguno de sus libros. Dificil de entender, como ya se ha comentado, esta forma enrevesada alcanzó el culmen con Historia del cerco de Lisboa (1989), aunque lo peor llegó con El Evangelio según Jesucristo (1991), y su relato un tanto particular del hijo de Dios. Fue el rechazo que este libro generó en los politicos–más que en la sociedad– portugueses los que le llevaron a instalarse en Lanzarote con Pilar del Río, su segunda esposa, compañera, amiga y a la sazón traductora de sus libros.
Pero su obra maestra llegó en 1995 con la publicación de Ensayo sobre la ceguera, un libro que cuenta cómo una epidema deja ciegos a los habitantes de una ciudad.Otras famosas novelas de José Saramago como Ensayo sobre la lucidez –en contraposición a la ceguera– La caverna o El hombre duplicado, forman parte de su genial y prolífica bibliografía.
Comunista de la cabeza a los pies, el capitalismo nunca fue santo de su devoción.Pero si hay algo claro, es que José Saramago era único. Se ha muerto el maestro. Se ha muerto la persona. Ha muerto Saramago, pero nos quedan sus libros.
Fantástico de principio a fin, Juanma. Yo me recorrí Lisboa, hace años, armada con El año de la muerte de Ricardo Reis. La suma de Saramago y Pessoa se acerca mucho a mi idea del Cielo de la literatura. Me has hecho recordar muchas cosas.
No lo he visto. No puedo creer que una señora tan culta (habla, escribe y gran lectora) pueda cometer este error. No lo creo!!!!!!