Hoy traemos hasta nuestro blog a DeFile Café. Un restaurante que supuso una sorpresa agradable e inesperada para nuestros paladares. Nadie sospechaba que tras esa aparente cortina marketiniana que lo relaciona con la moda y un cocinero sin ‘pedigrí gastronómico’ se podía esconder una cocina tan sabrosa como correcta. Así que no tengais reparo en acercaros a este local para asistir a un ‘desfile de buenos platos’.
A veces pasan estas cosas: que alguien que no procede del mundo de la restauración, aborde un proyecto gastronómico y desentone menos que otros que llevan toda la vida en él.Este es el caso de chef que se ‘bate el cobre’ en DeFile Café que proviene del mundo de la moda (diseño de complementos tales como bolsos y zapatos) y ahora busca complacer a clientes con un pret a porter gastronómico basado en la cocina de mercado.
demuestra dos cosas fundamentales: que el talento está en cualquier lado, y que la habilidad para crear un plato que esté bueno no siempre tiene que ver con el modo enrevesado en que se ejecuta. Si está bueno, lo está y punto. Así que igual que hay personas aventajadas que han
aprendido a hacer windsurf viendo vídeos, otros elaboran platos vistosos y agradables si haber pasado antes por ningún fogón famoso.
DeFile Café lleva abierto unos seis años en la madrileña calle de Hermosilla, pero con la nueva propiedad apenas un año y medio de andadura en la que (curioso) no le han cambiado el nombre. Cuatro almas en la cocina y Ksenia atendiendo como jefa de sala les resultan suficientes para que todo salga adelante. El local, de dos plantas y pequeña terraza, tiene en la parte alta la zona de gastrobar y debajo la sala principal. Por las paredes, patrones de moda y vestidos, anuncian un ambiente cercano a la moda o que quiere recordarnos que estamos en un lugar donde la moda se venera, lo que podría ser contradictorio si se especula con la gastronomía. Acierto o error no somos quienes para juzgarlo, aunque sí es cierto que luego el resultado deja bien a las claras que aquí también se siente fervor por la comida
La realidad de los platos que llegan a la mesa, retuercen con tozudez esa impresión, dado que tanto los sabores como las salsas y bases o la cantidad de las raciones son suficientes para contentar a cualquier comensal, como ocurre con la alcahofa confitada con un humus elaborado a partir del propio tallo de esta hortaliza. Aparte de aprovechar todo, el resultado es esperanzador para el paladar porque sube las expectativas.Analizado con posterioridad la salsa es espectacular, como una bearnesa vegetal y la alcachofa desprendía cierto dulzor y tenía una textura digna del mejor restaurante.
En carta, aparte de una decena de ensaladas -incluso de cus cus- también figuran los carpaccios de buey black angus y atún, tartares salmorejos y torta de barros, todo a precios contenidos. Sin embargo, uno de los entrantes más aplaudidos es el hojaldre de foie, manzana laminada y reducción de frambuesas. Combinación acertada, con un resultado conmovedor, el hojaldre está bien trabajado y sus productos adláteres nada empalagosos.Rico, rico…de verdad.
Una curiosidad que a Javier, el cocinero y propietario, le gusta resaltar es el huevo de oca (solo ponen 3 al año) con rebozuelos y trompetas de la muerte. Este plato siempre es un éxito y además le añade la peculiaridad del huevo de oca que, aunque de tamaño muy superior, sabe parecido al de la gallina.
Tanto este entrante o primer plato caliente, el chef ofrece otras posibilidades suculentas en forma de huevos rotos y también risotto o croquetas variadas en las que nuevamente aparece como ingrediente el cus cus.
El tataki de atún cubierto de sésamo y con tomate en dos texturas nos retrotrae al sabor característico de este pescado, ahora en plena temporada de degustación, lo que indica que está bien ejecutado y con el punto de cocción justo. Es un plato que nunca falla y que tiene tantos adeptos como cocineros interesaos en complacerles.
Si no os gusta el atún o estais cansados de los tataki -cosa posible- siempre podéis optar por el lomo de bacalao, el salmón, la dorada, la lubina o los gambones a la plancha, platos que van de los 12 a 15 euros. Nosotros optamos por tomar el bacalo a bras, estilo portugués, con nido de huevo y patatas paja, y sin ser el mejor plato de los que probamos (le faltaba un poco de chispa), también se acercaba al notable. Obviamente, el restaurante dispone de su apartado de carnes entre las que destaca la carrillera ibérica, absolutamente sedosa, el solomillo de buey o las brochetas de pollo al teriyaki, aparte de una serie de hamburguesas gourmet como, por ejemplo, la de quinoa o la que lleva curry como salsa principal.
Ya con esta demostración hubiera sido suficiente, pero aún quedaba una sorpresa en forma de postre que puso el colofón a tan buen hacer. Nos referimos a la falsa milhoja de crema de queso y nata, que ‘nos vendieron’ como especialidad y que corroboramos degustándola. Excelente en textura y sabor, puede competir con cualquier otro postre que haya sido declarado, eufemísticamente, Patrimonio Nacional. Helado de dulce de leche con flor de sal y el helado de té verde (este si que parece creado para las modelos), acompañan a las inevitables tartas de queso, coulant de chocolate y el tiramisú de otros restaurantes, en el resto de postres.
En definitiva, que Defile café es un lugar estupendo para disfrutar de la gastronomía y recomendable no solo por la satisfacción de haber comido bien, sino, además, por haber podido disfrutar de todo y a un precio razonable, cosa que muchos otros no pueden decir.
DeFile café. c/ Hermosilla 39. Madrid. Telf. 915778572. http://defilecafe.com