Dar cera, quitar cera

Urdangarín, otro yerno que sufre escarnio público

Con esta frase (dar cera, quitar cera) no trato de recordaros las palabras con las que el maestro oriental entrenaba a kárate kid, sino referirme a un hecho que me vuelve a llamar la atención y sobre el que ya escribí una columna en un periódico nacional donde trabajé.

Por aquél tiempo, Marichalar y la infanta Elena anunciaban su separación matrimonial y uno de los escarnios ‘públicos’ (salió en el telediario) más injustos y evidentes fue comprobar cómo la figura de cera de Marichalar salía de la sala del Museo cetrino de Madrid para ser guardada en el almacén, como si fuera una vergüenza separarse. Ahora vuelven a hacerlo con Urdangarín y, otra vez, sin perjuicio de que haya cometido delito o no, me parece mal…aunque hay matizaciones que me gustaría compartir con vosotros.

En primer lugar, el hecho mismo de que cada vez que ocurre un ‘contratiempo’ en el seno de la familia (o consortes) reales se quiera borrar la historia como si nunca hubiese ocurrido. Marichalar estuvo casado con la princesa Elena y tuvieron hijos, ¿qué pensarán los pobres críos al ver que la figura del padre, aunque sea en el museo de cera, es ultrajada de esa manera? ¿Por qué la Casa Real se empeña en borrar el pasado que no les gusta, en lugar de asumirlo, como hacemos todos los plebeyos? Me parece una falta de empatía absoluta.

En esta segunda ocasión, la retirada del ‘muñeco’ de Urdangarín, guarda, además, un agravio comparativo, porque si se cumplen las previsiones filtradas a la prensa, el yerno del Rey no irá al almacén, como ocurrió con su ‘cuñaooooo’, sino a la sala de deportes. Ya me parece obsceno que lo quiten de en medio antes de que se le juzgue (incluso aunque sea culpable), pero me parece aberrante que divorciarse sea ‘peor delito’ que trapichear con dinerito.

No seré yo quien pretenda dar clases de inteligencia emocional, ni de protocolo a los asesores de la casa del Rey, pero es evidente que a los niños de esos dos padres no les debe hacer nada bien enterarse o vivir esta ‘vergüenza’ pública. En los procesos de separación matrimonial, jueces y fiscales, siempre tratan de proteger los derechos de los menores y buscan su estabilidad emocional. Sin embargo, rara vez lo consiguen porque adoptan soluciones salomónicas que no reparan en esos pequeños detalles emocionales de los que se nutren todas las relaciones humanas.

Creo que los Reyes de España han demostrado sobradas veces que se preocupan por los ciudadanos y sufren con su dolor, por eso creo que su inteligencia emocional está fuera de toda duda y que no deberían permitir, por mucho que los asesores se lo aconsejen, que cada vez que ocurre una cosa de éstas –normales en la vida de las personas, y los miembros de la familia real lo son, con sus virtudes y defectos- se tomen medidas ejemplarizantes tan absurdas, denigrantes y contrarias al sentido común.

Me da igual si Marichalar le hizo la vida imposible a su mujer o si fue al contrario (eso sólo lo saben ellos); o si Urdangarín utilizó el nombre de la Casa Real para enriquecerse con el Instituo Noos o no, eso lo juzgará la historia y/o los jueces. Pero, si que me importan los escarnios públicos, que me parecen inaceptables, vengan de donde vengan y aunque huelan a cera.

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