Hay quien compara el genio de Ferràn Adriá en los fogones con el de Salvador Dalí frente a un lienzo, pero lo cierto es que Dalí era una especie de extraño en L’Empordá (el Ampurdán).
Por eso no estamos seguros de que el paralelismo de sus obras tenga que ver con el de sus caracteres.
Igual que Adrià, Dalí adoraba la comida y la cocina, sólo que a diferencia del chef, a él le gustaba porque era el único lugar de la casa a la que tenía prohibido el paso.
Tal vez por ello sus relojes blandos recuerden al queso Camembert muy maduro.
Los ismos
Fascinado por los ismos (dadaísmo, surrealismo, futurismo, etcétera) que abrazaron los intelectuales de principios de siglo XX, en 1928 Dalí se une al grupo surrealista que lidera el poeta André Breton.
El mismo Bretón terminará por expulsarle del movimiento algunos años más tarde en una inolvidable sesión de ‘enjuiciamiento’.
A la misma, el pintor acudió cubierto con una manta y un termómetro en la boca, para simular que tenía fiebre y estaba asistiendo a una farsa.
¿Coqueteo fascista?
Bretón lo acusó de coquetear con el fascismo, ser un católico delirante y sentir una pasión desmedida por el dinero.
De ahí nació el apodo anagramático de Avida Dolars, que Bretón fabricó mezclando las letras del nombre del artista.
Esto, lejos de enojar a Dalí no hizo sino espolearlo para convertirle en el auténtico líder de esta corriente intelectual.
Extravagante
Todo en Dalí era extravagante, exuberante y desmesurado. Hasta su forma de hablar mezclando varios idiomas a la vez que se inventaba palabras.
Un genio irrepetible y cautivador. Por eso os propongo una visita a los museos que hay repartidos por Girona.
Museo de Figueres
El más importante es el de Figueres. De hecho, el Teatro-Museo Dalí, es el mayor objeto surrealista del mundo.
Ocupa el edificio del antiguo Teatro Municipal, construido en el siglo XIX y destruido al final de la Guera Civil .
Inaugurado en 1974, contiene el más amplio abanico de obras que describen la trayectoria artística de Salvador Dalí (1904-1989).
Algunas de las obras más remarcables que allí se exponen son Port Alguer (1924), Muchacha de Figueres (1926), El espectro del Sex-appeal (1932), Autorretrato blando con beicon frito (1941), Galarina (1944-45) o la nariz de Napoleón transformada en una mujer encinta que pasea su sombra melancólica entre las ruinas originales (1945).
Casa de PortLligat
Después hay que trasladarse hasta la actual Casa-museo de Portlligat, ya que fue la única casa estable de Salvador Dalí; el lugar donde vivió y trabajó habitualmente hasta que, en 1982.
Tras la muerte de Gala, se retiró al Castillo de Púbol, porque era tanto el dolor que le produjo la muerte de su esposa, que jamás quiso volver a esta casa en la que habían compartido tantos momentos míticos.
Tal como la definía él mismo, esta casa –era “como una verdadera estructura biológica… A cada nuevo impulso de nuestra vida le correspondía una nueva célula, una habitación.”
La forma resultante es la estructura laberíntica actual que, a partir de un punto de origen, el Vestíbulo del Oso, se descompone y se retuerce en una sucesión de espacios encadenados por pasos estrechos, pequeños desniveles y recorridos sin salida.
Hace unos años se abrió al público una nueva zona. Se trata de una construcción circular que el artista utilizaba como taller adicional, especialmente para realizar esculturas así como performances.
Castillo de Púbol
Finalmente, está el Castillo Gala-Dalí de Púbol, un edificio medieval donde el artista materializó un desbordante esfuerzo creativo pensando en una persona, Gala, y en una función, un lugar adecuado para el descanso y refugio de su esposa.
El paso del tiempo determinó la transformación de este espacio, entre 1982 y 1984, en el último taller de Salvador Dalí y en el mausoleo para su musa.
Dalí nació en Girona en 1904 y murió en Púbol, el mismo año que cayó el muro de Berlín; es decir, 1989.
Su padre notario y su madre aficionada a la cría de aves, desde pequeño ya se atisbaba la egolatría, sus excesos, sus cambios de rumbo personales y profesionales que le harían ser amado y odiado a partes iguales.
Incluso en su tierra de nacimiento, Cataluña, porque Dalí sí que era ciudadano del mundo.
Amistad con el «régimen»
De hecho, muchos de sus vecinos no le perdonan que tras su vuelta a España en 1948, y tras fijar su residencia de nuevo en PortLligat , fuera una especie de protegido de Franco y compartiera mesa y mantel con el general de la guardia civil del municipio.
El gobierno incluso declaró aquel rincón catalán que tanto fascinaba al pintor «Paraje pintoresco de interés nacional”, lo cúal todavía escuece.
Pero para entender a Dalí –si es que eso es posible- hay que pasar por alto estas minucias políticas de un genio que lo era y lo será siempre; y al que algunos consideran el mejor y más innovador artista del siglo XX.
El amor por Gala
Pero si hay dos hechos que cambiaron su vida esos fueron conocer a su gran amor, Gala, y a Sigmund Freud.
Lo de Gala fue impresionante, ya que ocurrió tras una visita del poeta surrealista, Paul Eluard, y su esposa Gala, a PortLligalt.
Allí Gala decide abandonar al poeta y quedarse para siempre con Dalí. Según señaló el propio Dalí «Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso y más, incluso, que al dinero.»
En la casa de PortLligat, Gala tenía una habitación a la que solo podía entrar ella con recortes de periódicos pegados por las paredes.
Gala era la dueña de Dalí. No sólo su musa. Lo fue todo: madre, esposa, amante y hermana, lo que dado el complejo carácter del pintor, escultor…artista, supone mas que una declaración de intenciones.
Tan fuerte era su amor, que Dalí apenas permaneció vivo siete años más, antes de unirse definitivamente –suponemos que en el otro mundo- a su amada.
Porque en este mundo, Gala yace en Púbol y Dalí en Figueres, y si hay alguien con sentido común debería dejarles descansar juntos.
Freud
En cuanto a Freud, lo conoce, por fin, en 1938, y aunque ya está oficialmente fuera del surrealismo, en realidad todo el mundo lo sigue considerando su exponente más genuino.
El padre del psiconálisis había dado pábulo a la nueva indagación del inconsciente con su libro La interpretación de los sueños (1900), pero nunca sospechó que Dalí pudiera llegar a reflejar ese amplio mundo en su pintura.
El novelista Italo Calvino hizo de Dalí una descripción que nos parece una de las más acertadas para entender a este personaje al señalar que «nada es más falsificable que el inconsciente”.
El chiflado prolífico del Ampurdán, descubrió el arte de la mixtificación y el simulacro, de la mentira, el disimulo y el disfraz antes incluso de aprender a manejar su lápiz con la exactitud disparatada y estéril de los sueños».
Genio de los negocios
Como ya hemos dicho, a Dalí le gustaba mucho el dinero y era un genio (también) para los negocios, ya que en 1981, un año antes de que muriera Gala, poseía una colección de obras de arte valorados en más de 150 millones de euros.
Esta colección, de unos 2.000 objetos, fue desapareciendo en los siete años siguientes, probablemente por el afán depredador de alguno de los consejeros que lo ‘acompañaron’ hasta su muerte.
Así, el legado final quedó en unas 700 obras que heredaron a partes iguales el Estado español y la Generalitat.
Leyendas
Hay muchas leyendas que rodean la vida y agonía final del artista –que nunca se recuperó de la muerte de Gala- desde la que dice que le hicieron firmar papeles en blanco, hasta que se vendieron y/o falsificaron muchas de sus obras con su conocimiento.
Uno de estos famosos ‘falsificadores’, fue Manuel Pujol Baladas, quien parece podría haber difundido 530 piezas falsas.
Sea como fuere, parece que a Dalí ‘le encantaba que le falsificaran’ como afirmaba con su constante espíritu provocador.
Lo cierto es que al menos dos de sus consejeros, Enrique Sabater y John Peter Moore, contaron con el permiso de Gala para vender los cuadros.
El primero ejerció como fotógrafo privado hasta 1981 y cuenta con un museo privado en Cadaqués donde expone fotos y algunos manuscritos del artista.
También parece comprobado que en 1975 detuvieron una furgoneta en la frontera francesa cargada con 40.000 hojas en blanco firmadas por Dalí.
Otro de los problemas de Dalí es que pintaba sobre cualquier superficie, ya fuera una puerta, una cartulina o el cajón de un armario viejo.
Esta superproducción que inundó el mercado con sus obras es la que están tratando de poner en orden los rectores de la Fundación Gala-Dalí y su director Antoni Pixot hasta que falleció en 2015.
Una etapa deslumbrante de la historia del arte y un personaje irrepetible. Y una de esas historias de amor fascinantes y únicas, que merecía un final a la altura de su intensidad y de la pasión de sus protagonistas. Estoy segura de que, esté donde esté, Dalí sigue necesitando a Gala y debería tenerla cerca. La espera del cierre de la trilogía ha merecido la pena. Un post precioso.
ufff, me sobrepasa… se que es un genío que puede reencarnarse???? Como todos los grandes hombres hay una gran mujer.
ayer era adria…y hoy, otro genio, dalí…te rodeas de gente brillante….aunque sea de forma literaria. Enhorabuena por ambos artículos. El de Dalí, concienzudo y compacto, pero interesante…a ver si un dia nos cuentas algo más sobre esos famosos ismos