Antes de que lo adquirieran los antepasados de quien hoy dirige el hotel, Fernando Fernández de Trocóniz, estaba tan descuidado que esta familia lo compró por el terreno que lo circundaba. Incluso, como cuenta su director, hubo un tiempo en que se utilizó como almacén de grano. Pero una joya como ésta no podía quedar en el olvido tan fácilmente, así que sus actuales propietarios se pusieron manos a la obra, nunca mejor dicho, y decidieron reconstruirlo. El patio de armas lo soportan bases de granito, cuando el resto de la construcción es caliza, por eso se cree que fueron llevadas allí desde alguno de los restos romanos que abundan en la zona.
Sobre su pasado, nada claro, por cierto, circulan varias leyendas más o menos ciertas. Un de ellas es la que da nombre a la fortaleza-castillo del Buen Amor- que se dice se rebautizó así (antes Castillo de Villanueva de Cañedo o de Fonseca) porque el arzobispo de Santiago de Compostela, Alonso de Fonseca, se lo regaló a su amante Mara de Ulloa. Y a el se le atribuye la transformación del Castillo en Palacio en el siglo XV.
El hotel cuenta con todas las comodidades (incluso piscina), y se nota el cuidado de los detalles, la decoración ambientada en la época, antigüedades en cada rincón de las estancias…y, por supuesto, 43 habitaciones amplísimas (entre 30 y 60 m2 cada una) y todas distintas que están repartidas por los diferentes pisos del castillo. Y como castillo que es, algunas de las puertas y pasadizos son tan bajos que hay que tener cuidado con la cabeza para no darse un coscorrón.
Cuenta, además, con seis salones diferentes y el restaurante está ubicado en las antiguas mazmorras de la fortaleza. Precisamente,del primitivo castillo del siglo XI se conserva el sótano que tiene bóveda de medio punto y que actualmente alberga el restaurante. Incluso cuenta con puertas falsas, sin duda para observar o espiar, y algunos de sus recovecos aún guardan el secreto de porqué y quien quiso que estuvieran allí y así.
COMER Y ALREDEDORESAparte de Salamanca, a la que siempre hay que hacer una visita, la recomendación es que visiteis La Alberca y la Peña de Francia. Brutal. El pueblo precioso e imprescindible, es difícil de abandonar sin salir de él con buen embutido, jamón o farinato debajo del brazo. Fermín, en carnicería, es un clásico, pero hay más establecimientos. Otro producto típico con las perronillas, una especie de pastas de pueblo elaboradas con almendras que están riquísimas. Además, tampoco debeis dejar de probar las patatas meneás. Las sirven de primer plato en el menú de casi todos los restaurantes de la Alberca, menús, que dicho sea de paso, cuestan unos 15 euros.Y en cuanto a la Peña de Francia, ¡qué os voy a decir! Es un lugar mágico para curar el alma a 1.600 metros de altitud y con unas vistas incomparables.Los atardeceres son indescriptibles. Sin embargo, un sitio que no recomiendo, porque no me gustó mucho, es Ledesma, aunque allí tienen un mesón muy recomendable y que se llama La Puñalá. Pero si quereis un sitio distinto y aún casi secreto para comer como unos reyes, este es el restaurante Rivas, en el pueblo de Vega de Tirados. La carretera de acceso a este minipueblo no es que sea muy buena, y el lugar no tiene ná de ná, pero sólo por ir al restaurante ya vale la pena. Por cierto, llamar para reservar, si no os quedareis con la miel en los labios.
Dirección: Castillo del Buen Amor. crtra.nacional 630. Km. 317. Topas. Salamanca.923 355 002. www.buenamor.net.








Que maravilla. Ya estamos preparando el próximo Finde allí.siempre recomiendas buenos sitios.