Burgos: la evolución de la ciudad tiene nombre de museo

Puede parecer un atrevimiento visitar Burgos en pleno invierno, pero si no le tienes miedo al frío, esta ciudad te sorprenderá.

De hecho, es una de las capitales más emblemáticas de Castilla y León y el descubrimiento de restos de homínidos en la cercana Sierra de Atapuerca ha relanzado turísticamente toda la comarca.

Por eso este viaje es una propuesta combinada y, además, muy agradable, para hacerla con niños, ya que buena parte del viaje puede ser ‘interactiva’….si quieres.

La cuestión es que hacía tiempo que no nos acercábamos a esta ciudad tan castellana y el reencuentro con ella no pudo ser más acertado.

Ha cambiado, y mucho, desde la última vez que ‘nos vimos’, y su centro histórico es más majestuoso que nunca gracias a la iluminación que han habilitado para dar lustre a sus muros, puertas, arcadas y catedral.

Todo reluce mucho más que antes y la apertura del Museo de la Evolución Humana, en una de las orillas del
río Arlanzón, que parte la ciudad en dos, ha contribuido a incrementar un turismo que se había estancado, si no reducido, en los últimos años.

Breve historia

Fundada en el año 884 por el conde Diego Rodríguez Porcelos, bajo el reinado de Alfonso III, la ciudad de
Burgos conserva el sello de siglos de historia e intrigas.

Aparte de los rincones, plazas y callejas ya mencionados, Burgos cuenta con paseos y jardines -especialmente el que discurre junto al río- que invitan a recorrerlos, aunque haga un frío del demonio (y lo hace, ¡vive Dios!), pero, bien abrigados no hay problema.

Incluso hasta debe ser sano, y si no baste fijarse en cómo este clima extremo ha forjado el carácter de los castellanos/as ‘viejos/as’; parcos/as en palabras y en el trato, pero nobles hasta la saciedad.

Qué ver

La catedral

A pesar de que cuenta con numerosos atractivos, no cabe duda de que la Catedral sigue siendo uno de sus símbolos emblemáticos de Burgos.

La primera piedra del templo se colocó en 1221 y en su construcción intervinieron numerosos arquitectos y otros artistas como los escultores Gil y Diego de Siloé, el pintor Alonso de Sedano y el maestro vidriero Arnao de Flandes.

Poco hay que añadir sobre su belleza –sobre todo externa-, pero nosotros destacaríamos sus agujas y chapiteles, levantados dos siglos después, porque procuran el equilibrio de sus estructuras y dan armonía a unas proporciones….inmensas.

Entre todas las portadas góticas de la catedral nos quedamos con una de las más escondidas; la de los apóstoles, y de su interior con la escalera dorada.

Como anécdota, señalar que bajo la línea del crucero se encuentra un pequeño sepulcro donde descansan los restos de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, y su esposa Jimena.

El cid

La historia de Rodrigo Díaz (natural de Vivar, a 10 km. de Burgos) es tan apasionante y sigue rodeada de tanto misterio que da juego como para realizar una serie de televisión como la que se emitió en la 1 de TVE.

Pero, en realidad, nadie sabe cuando nació este caballero (en torno al año 1045), ni tampoco si era noble o no.

Incluso sigue discutiéndose que existiera en realidad, aunque su nombre se deba a una españolización de la palabra árabe seed o señor.

Sin embargo, fuera caballero o no, y dando por hecho que existió, las investigaciones más creíbles hablan de un mercenario.

Por eso, estas teorías se refieren al Cid como a un caballero-agente-doble que actuaba entre los reinos y condados cristianos y las taifas árabes, favoreciéndoles en ambas direcciones, pero atendiendo solo a sus intereses personales.

Truán o señor

Si este reportaje lo hubiera escrito Julio Iglesias, seguro que hubiera hablado de él como truán y señor a la vez.

Porque el Cid a veces era aliado del rey Alfonso VI y otras su insurrecto caballero que luchaba a favor de los almorávides, sobre todo en la zona fronteriza de Aragón y Valencia.

Sea como fuere, el caso es que Rodrigo Díaz, fue capaz de crear su propio territorio en Valencia y repeler ataques de moros y cristianos por igual, cuando era «menester».

Tantas batallas ganó que se forjó una leyenda que hoy, diez siglos después, aún libran los herederos de su espada Tizona.

Esta espada, que adoptó el nombre de su genérico era, en realidad, un modelo de mandoble que el propio Rodrigo inventó.

Esta novedad consistía en dotar a la hoja de una especie de cánula en su recorrido final con objeto de que en el momento de acuchillar al enemigo se introdujera aire en su herida y así mandarlo al otro mundo con mayor rapidez. Tétrico, pero cierto.  

Museo de la Evolución

Evidentemente, en esta visita a Burgos también hay que visitar el impresionante Museo de la Evolución Humana, ya que ha sido uno de los artífices de la modernización de la ciudad.

Y es que, alrededor del museo, se ha dado esplendor a todas las calles que lo circundan y a los barrios anejos.

El museo está situado en el centro de Burgos, pero en la orilla opuesta al centro histórico.

Está dividido en cuatro plantas dedicadas a la Sierra de Atapuerca y la evolución humana; la evolución
biológica; la cultural y la humanización y los ecosistemas de la evolución.

Atapuerca

Sin embargo, os recomendamos que antes o después de ir al museo, visitéis las excavaciones de Atapuerca para ver el lugar donde vivieron los primeros homínidos europeos conocidos –hace casi un millón de años- y sus costumbres.

Una historia tan cambiante como los restos que se van encontrando en esta sierra descubierta, por accidente, cuando estaba construyendo una línea de ferrocarril.

Los hallazgos más valiosos encontrados en este yacimiento paleontológico, como el cráneo de Miguelón, se exponen en el museo, pero para entender la historia –hay que echarle un poco de imaginación- hay que
visitar Atapuerca y, sobre todo, si se va con niños, el centro de interpretación cercano a las excavaciones.

Otros monumentos

En cuanto a los otros monumentos que recomendamos visitar o simplemente acercaros a ver su arquitectura son la Cartuja de Santa María de Miraflores, el Monasterio de Santa María la Real, la Casa Miranda, el Arco de
Santa María -puerta de la antigua muralla y uno de los símbolos de la ciudad- y el Castillo donde se fundó Burgos.

Más pistas

Lo que las guías no dicen

Atapuerca es como un libro de la historia de los europeos que está lejos de concluirse.

La Sierra se encuentra en el llamado Corredor de la Bureba, un pasillo geográfico que conecta la cuenca del Ebro con la del Duero, entre la Sierra de la Demanda al sur y las estribaciones de la Cordillera Cantábrica al norte.

Es un sistema kárstico, es decir está constituido por un nudo de galerías y conductos subterráneos de roca calcárea, sensible al desgaste del agua lo que ha facilitado la vida de muchas especies.

Y es que allí se han encontrado restos de grupos de homínidos antecessor, heidelbergensis, neandertales y sapiens.

Lo que no te puedes perder

En Burgos capital no te puedes perder la catedral, la plaza mayor, el museo de la Evolución Humana y, fuera de la ciudad, Atapuerca.

Las visitas a los yacimientos son guiadas y se pueden hacer tanto a nivel individual como en grupos.

Los grupos parten desde las localidades burgalesas de Atapuerca e Ibeas de Juarros.

Aparte de realizar la propia visita al yacimiento también se puede visitar el Parque Arqueológico –indispensable si se va con niños, y de gran ayuda para entender como se vivía en la zona hace un millón de años.

Comer y dormir

En Burgos hay distintos hoteles de calidad donde poder pernoctar, pero si tjhviéramos que elegir uno, por situación y modernidad, os recomendaríamos el Silken Gran Teatro.

Es ‘fashion’ a más no poder, sobre todo, cuando llega la noche y se ilumina su fachada.

Su situación, al lado del río, muy cerca del centro -pero alejada del bullicio- y frente al Museo de la Evolución Humana, es otra de sus claras ventajas para ser el elegido si nos desplazamos a Burgos.

En cuanto a lugares donde comer, se pueden tomar ricas tapas y vino en los bares y mesones que salpican la parte vieja de la capital, pero si visitáis Atapuerca también se puede comer cerca de los yacimientos, en el pueblo de Atapuerca o en Ibeas de Juarros.

En Atapuerca hay una especie de restaurante que ignoramos si tiene algo que ver con la Fundación; que no está nada mal.

Se llama Comosapiens y está a la entrada del pueblo, a la izquierda.

En Burgos, os recomendamos la taberna-urbana, como ellos mismos se definen, de La Favorita, es ideal por calidad y precio (menos de 30€) y La Fábrica (22/60€), de Ricardo Termiño, por ser el único bib gourmand de Burgos.

Sala de La Favorita

También son recomendables Alma (20/40€) y Blue Gallery (21/45€), para saborear la cocina de Saúl Gómez, cuyo restaurante está metido en un cubo de cristal.

Asimismo, tenéis el clásico Casa Ojeda (45/60€), el Puerta Real (35/50€) y el antiguo Cobo Vintage, ahora Cobo Estratos (40/50€) del televisivo chef Miguel Cobo.

Otra opción brutal, es que os desplacéis para comer hasta Estrella del Bajo Carrión, en Villoldo, Palencia; hay tres cuatros de hora de viaje, pero el trayecto se hace con gusto para disfrutar de increíble cocina.




***Ávila, la fortaleza de los caballeros y el misticismo


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