Alcañiz: la frontera aragonesa de la Orden de Calatrava

Alcañiz, capital del Bajo Aragón fue, hace más de 800 años, la frontera de la Orden de Calatrava o con los territorios musulmanes, como os guste mas.

Su localización estratégica le hacía ser una posición estratégica para los reinos de Aragón y Castilla.

Sin embargo, la ciudad y la comarca no estaba custodiada por ejército real alguno, sino por un grupo de poderosos monjes-guerreros que luchaban bajo la bandera de la Orden de Calatrava.

Una Orden cuya intervención en la historia de España, es tan crucial como fascinante.

El hecho de que su historia sea tan atractiva, no solo se debe a su influencia, poderío y expansión por casi toda la geografía española, sino porque fue la primera orden militar integrada por monjes-soldados.

De hecho, su poder alzanzó tales cotas que sus caballeros no obedecían a ningún Rey, fuera castellano o no, sino solo a su Gran Maestre.

Los caballeros de la Orden de Calatrava valían por diez de sus adversarios

Un poco de historia

Este año 2019 la Orden cumple sus 861 años de vida; porque todavía existe, siendo el Rey emérito Juan Carlos I , y ahora Su Majestad Don Felipe, sus grandes maestres.

Fue fundada en la ciudad-fortaleza de Calatrava en el siglo XII (en 1158), después de que los caballeros templarios fracasaran en la defensa de esta posición fronteriza frente a los ataques musulmanes.

Este hecho histórico se produjo como respuesta a una situación de emergencia.

Y es que después de que Alfonso VII arrebatara a los árabes el control de la ciudad de Calatrava -vital para la defensa del reino de Castilla- el Rey encomendó su defensa a la Orden del Temple (templarios).

Sin embargo, a los pocos años, y ante su incapacidad para contener el empuje de las tropas islámicas, los propios templarios decidieron devolver el control de la fortaleza al Rey Sancho III (entonces sucesor de Alfonso VII).

Castillo de Calatrava, visitable en la actualidad, en la provincia de Ciudad Real

Y el Rey, ante la sorpresa y casi mofa de sus nobles, ofrece Calatrava a cualquiera que quiera hacerse cargo de su defensa.

¿Quién quiere defender Calatrava?

En aquéllos tiempos no había ejércitos regulares y no era fácil repoblar zonas fronterizas, dadas las continuas incursiones de los árabes.

Así que eran pocos los «valientes» que se atrevían a vivir en estas condiciones.

Por eso, ante la petición del Rey y la incredulidad general, «el paso al frente» lo dió el abad Raimundo de Fitero (monasterio Cisterciense), alentado por el monje de su congregación, Diego Velázquez, que había sido anteriormente soldado y participado en algunas batallas.

Dos mil caballeros

Esta es la razón de porqué Sancho III, al no disponer de alternativa, entrega Calatrava a los monjes de Fiterio en el año 1158, en un acto celebrado en Almazán (Soria).

Pero tanta sorpresa, como la adquisión de tal responsabilidad, fue aún mayor cuando, en muy poco tiempo, Raimundo y Diego consiguieron reunir un ejército de más de 2000 monjes-soldados.

Ante tal contingente, los árabes rehusaron entrar en batalla, retirándose hacia el sur.

Las Calatravos lograron reunir a 2000 caballeros en tiempo récord

Proteger la cristiandad

Uno de los principales objetivos de la Orden era defender el territorio cristiano de la invasión musulmana y, por ende, participar activamente en le Reconquista.

Y el éxito de esta «empresa» fue tan grande que tras años y años de guerrear obtuvo importantes propiedades tanto en extensión geográfica como en valor económico.

De algún modo, fue la primera vez que estaba clara la relación de la Iglesia con el Ejército, las dos fuerzas más importantes en cualquier tipo de conquista de cualquier territorio dentro o fuera de nuestras fronteras.

Para ello, basta con recordar los recursos empleados y la relación entre la religión y los ejércitos de Las Cruzadas.

Hubo varias, a partir del siglo XI, y se organizaban en oleadas.

Pero sus intenciones no sólo tenían que ver con la conquista de Tierra Santa hasta Jerusalén, como se exponía en la película El Reino de Los Cielos, de Ridley Scott, sino que interesaba abrir rutas comerciales.

El Castillo de Loarre, Huesca, aparece brevemente en «El Reino de los Cielos»

Fernando el Católico, Maestre

Y es que el poder e influencia de «los calatravos» fue tan extraordinario, que parece increíble que unos monjes de un pequeño territorio, como el del llamado Campo de Calatrava, fuera tan imprescindible (por su destreza en la batalla) para los reyes y a la vez tan temidos por estos.

La Orden se expandió por varias zonas de la Península Ibérica, incluídas amplias regiones de Andalucía, llegando incluso hasta Portugal.

Tanto es así que ningún rey tenía poder sobre la Orden.

Eso se dilató hasta la llegada al poder de Fernando el Católico (tres siglos después) quien muy inteligentemente, y gracias a una bula papal, consiguió que lo nombraran Gran Maestre de la Orden de Calatrava.

Así que desde el nombramiento de Fernando El Católico como Gran Maestre, todos los reyes españoles se han convertido automáticamente en grandes maestres.

La consecuencia de ello, es que han administrado, vendido o hipotecado los bienes de la Orden.

Bienes que iban desde las minas de Almadén hasta un sinfín de prebendas y de territorios que, en el siglo XIX, fueron definitivamente desamortizados.

El castillo de Consuegra es uno de los que pertenecen a la Orden

Soldados con piel de monje

Como hemos apuntado, la Orden de Calatrava comenzó su andadura en un pequeño territorio hostil y semidespoblado (Campo de Calatrava, Ciudad Real) y, contó con la adhesión de caballeros de muy distinto pelaje.

Esto dio lugar a varios conflictos entre sus integrantes.

Uno de los más famosos fue la negativa (se rebelaron) de los caballeros de la Orden a tener como superior a un Abad del Cister (la Orden de Calatrava y el arte cisterciense van inseparablememente unidos).

Esta negativa, hizo que los monjes se retiraran a Ciruelos y los caballeros a Ocaña, donde decidieron que el «mandamás» fuera un Maestre de la Orden.

A partir de entonces, y ya convertidos en orden Militar los monjes-soldado ya no obedecerían ninguna orden que no viniera de su Gran Maestre.

Y es por ello que solo se reconocían como superiores espirituales al abad de Morimond (Francia) y, en último término, al Papa.

La Cruz de Calatrava pasó del negro al rojo en dos siglos

La primera regla

El primer nombramiento de Gran Maestre correspondió a Don García que obtuvo del Císter y del Pontificado, la primera regla para pertenecer a esta orden.

Esta regla, modelada sobre las costumbres cistercienses para hermanos laicos, impuso a los caballeros, además de las obligaciones de los tres votos religiosos (obediencia, castidad y pobreza), la de guardar silencio en dormitorio, refectorio (comedor) y oratorio, y ayunar cuatro días a la semana.

Asimismo, debían dormir acompañados de su armadura y llevar, como única vestimenta, el hábito blanco cisterciense con una cruz negra flordelisada a la que se cambió el color a roja a partir del siglo XIV.

Las Navas de Tolosa

Después de mucho guerrear, con algún que otro disgusto en forma de derrota frente al Islam, la batalla que encumbró a la Orden de Calatrava, fue la que tuvo lugar en Las Navas de Tolosa.

Esta batalla enfrentó el 16 de julio de 1212, en las inmediaciones del pueblo jienenese de Santa Elena, a la huestes cristianas frente a un formidable ejército musulmán (superaba por mucho en número a las tropas cristianas) dirigido por el Califa almohade Mohamed an Nasir.

Recreación libre de la batalla de las Navas de Tolosa

Las tropas cristianas las formaban los soldados reclutados por los reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra y Alfonso II de Portugal.

Pero la victoria cristiana no podría explicarse sin la participación de los «boinas verdes» de las Ordenes militares y, especialmente, la de Calatrava.

Sus freires, que es como se llamaba a las tropas formadas por estos caballeros-monjes, estaban altamente especializadas para el combate.

Aunque no eran muchos -cada freire contaba con un escudero y uno o dos peones- un destacamento de cien freires podrían suponer, de hecho, 500 efectivos para la batalla.

A ellos había que añadir las guarniciones de los castillos como los de Calatrava, Uclés y Consuegra.

Por otro lado, podría decirse que los caballeros, sobre todo de esta orden militar, y también los Templarios, Santiago y Hospital de San Juan-, era soldados de élite y muchos de ellos formaban parte de la guardia personal del rey.

Su jerarquía, organización y destreza en el combate les hacía temibles para sus adversarios.

De tal modo, que uno de estos caballeros valía por diez o veinte enemigos.

Alcañiz y el bajo Aragón

Como dijimos al comienzo del reportaje, las propiedades de la Orden de Calatrava se extendían por todos los territorios fronterizos con los musulmanes.

Uno de ellos, básico estratégicamente, era el llamado bajo Aragón, situado al sur de Teruel.

De hecho, en 1179 Alfonso II de Aragón cedió el castillo de Alcañiz a la Orden de Calatrava en premio a sus servicios en la Reconquista.

Y esta fortaleza alcanzó tal notoriedad que terminó por convertirse en la Encomienda Mayor de la Orden para la Corona de Aragón.

A finales del siglo XII, se nombró a un comendador que tenía la obligación de mantener a 12 freires en el convento, de los cuales la mitad debían ser militares.

Castillo de Alcañiz, hoy convertido en Parador

Encomiendas

Entre el siglo XII y el XIII pasaron a manos calatravas una treintena de las poblaciones del bajo Aragón.

Entre ellas la Portellada, Molinos, Maella..creándose encomiendas en Calanda, Alcorisa, Monroyo, Calaceite, Cretas y La Fresneda.

Gran parte de los pueblos que hoy componen la llamada «Toscana de Aragón».

Hoy, en el consistorio de la Fresneda, aparte del Palacio de la Encomienda, y desde un punto de vista gastronómico, se encuentra uno de los mejores restaurantes de la comarca: el Matarraña.

Palacio de la Encomiena en La Fresneda

Los restos del Castillo

El Castillo de los Calatravos o de Alcañiz atesora estilos arquitectónicos que van del románico al barroco.

En su subsuelo conserva restos de una importante fortaleza islámica.

El propio nombre de «Alcañiz», como todos lo topónimos que empiezan por Al, proceden del árabe.

La parte noroccidental en la más antigua (siglos XII y XIII) destacando la capilla, el claustro, la torre del homenaje (aún visitables) y el refectorio (en ruinas).

Interior de la torre del homenaje del castillo de Alcañiz

Además cuenta con pinturas alusivas a distintas batallas en la que los Calatravos vencieron a los moros y hasta aparece la figura del diablo en alguna de ellas.

La torre del homenaje está decorada con un impresionante conjunto pictórico de principios del siglo XIV.

Diversas imágenes del Castillo Calatravo de Alcañiz

Dónde comer

Hasta aquí la fascinante historia de la Orden de Calatrava, pero si habéis viajado con nosotros hasta Alcañiz, seguro que a estas alturas del relato teneis hambre.

Pues tenemos respuesta a esta necesidad y esa respuesta- recomendación es que vayais al restaurante Meseguer.

Es el mejor de Alcañiz, sin duda alguna, y los suculentos platos que se sirven resucitarán tanto a los «caballeros» como a las «damas» que se acerquen hasta sus mesas.

Alcañiz

Situado justo en el límite de la zona momumental de la ciudad, también es hotel, así que, lo necesitais, también podeis pernoctar en él.

Meseguer

Algunos de los platos que podeis tomar son la ensalada templada de vieiras y oricios, la tostada de foie a la plancha con trufa negra o el Abadejo albardado con verduras.

Tienen dos menús degustación por 35 y 45 € con cuatro y cinco platos, respectivamente.

Pero lo bueno es que también hay menú del día, y con él ya podeis daros por satisfechos.

Con esta opción comereis por 22 € y en esa carta, del todo recomendable, encontrareis platos como el risotto de setas, la hamburguesa vegana, unos guisos estupendos como el de garbanzos con almejas y chipirones o una exquisita carrillera de cerdo al Oporto.

Entre los postres, que van incluidos en el menú, tarta de yogur y de piña tostada, entre otras muchas delicias.

Menú, garbanzos con almejas, tarta de piña tostada y carrillera al Oporto

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