80 grados es una nueva cadena de restauración que hace furor en Madrid. Está de moda y cada día doblan turnos por la noche y tienen lleno a mediodía.
Los propietarios regentan cuatro locales, uno en Paseo de la Castellana otro en Pozuelo uno más en el barrio de Malasaña y el cuarto, el 80 grados del barrio de las Tablas, que fue el que visitamos nosotros.
Distintos amigos y conocidos nos habían puesto la «cabeza como un bombo» para que fuéramos a conocerlo y, con cierto retraso, es lo que hicimos hace unos días.
Gastrobar para jóvenes
Para empezar se trata de un gastrobar luminoso, con mesa central comunitaria y decoración moderna.
Mesas de madera y asientos corridos de cuero, completan un mobiliario en el que lo que más llama la atención es su colección de lámparas leds en las mesas y en el techo (son sombreros).
Moderno y adaptado al gusto de gente joven, introduce elementos y detallitos graciosos como que te traigan la cuenta en un exprimidor o que pongan el picante de las bravas en un frasco de mercromina.
Carta de tapas
Las tapas de 80 grados, porque la carta está formada por tapas en media ración, diríamos nosotros, tienen un precio medio de 5 € y para dos personas necesitas consumir una media de tres por cabeza.
Supuestamente, es cocina tradicional con toques modernos y algunas de las tapas están deliciosas como los ñoquis cremosos con salsa de setas y la terrina de cordero confitado (a baja temperatura, claro).
Baja temperatura que da nombre al restaurante: 80 grados. Y es que aunque, de modo estricto, cocinar a baja temperatura signifique cocinar un plato por debajo de 100 grados, lo cierto es que este tipo de cocción larga y paciente -a veces al vacío- no suele superar los 65 grados.
Tan cierto como que hay que elegir bien los platos porque existen diferencias ostensibles entre ellos.
Forma y fondo
Durante la velada, también probamos un «discutible» huevo trufado con patatas y jamón. Precioso el recipiente simulando un huevo cascado, el olor a trufa (de aceite, claro) y el sabor final no responden a las expectativas.
Tampoco nos convenció mucho la hamburguesa cantonesa con mayonesa de kimchi, porque la carne estaba tan cruda y blanda que parecia un steack tartar.
Un notable alcanzó el pato asado con curry japonés y también el eclair relleno de steack tartar. El eclair en un petitchoux frances, osea una especie de masa de pepito relleno, en este caso de carne picada.
Postres irregulares
En cuanto a los postres, muy bien la tarta de manzana y decepcionante (a pesar de que un camarero nos lo aconsejó ) la leche con galletas y fondo de chocolate. Una galleta partida por la mitad (tal cuál) y mínimo chocolate en el fondo en un mar de una crema de leche.
Los chicos de la mesa de al lado nos dijeron que el tartar de salmón estaba muy bueno, pero la pizza mas fina del mundo (que debería renombrarse como la mas fina y pequeña del mundo) está sólo para hacerle una foto.
Demasiado rápido
Aunque en el cómputo total le dimos un notable alto, hay un aspecto que penaliza mucho la nota final.
Nos referimos a que sirven tan rápido los platillos que parece un restaurante chino. El resultado es que te encuentras en la mesa con toda la comida a la vez.
Aparte del agobio de tener que comer rápido porque te quitan los cubiertos en un «pis pas», si pides muchos platos calientes, como era nuestro caso, se enfrían. Así que en este aspecto es un suspenso en toda regla.
Finalmente, decir que el ticket medio para dos personas (en carta) ronda los 50 euros.
El Menú (todo tapas)
- Eclair relleno de steack tartar.
- Ñoquis cremosos con salsa de setas
- Terrina de cordero confitado
- Huevo trufado con patatas y jamón
- Pato asado con curry japonés
- Hamburguesa cantonesa
- Postre: Leche con galletas y tarta de queso
- Bebida: Dis-tinto de verano, le llaman. Una sangría de vino con zumo de limón y Fanta de limón, batido con una cuchara.