Un vino que se llama Kaos

Cebreros (Avila), el pueblo en el que nació el ex-presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, fue, durante mucho tiempo, «la villa del buen vino»; pero ni el vino que se hacía era bueno,ni los viticultores (agricultores, más bien) veían, en esos miles de viñas que adornaban las cunetas de las carreteras que confluían en el pueblo, más que un medio de subsistencia.

Como en otros lugares de España, la actividad agraria fue decreciendo con los años y los vinos peleones de bodegas como las de El Galayo o Perlado fueron difuminando su producción hasta quedar en una mínima expresión. Pero de un tiempo a esta parte, algunos enólogos de postín como Telmo Rodríguez y empresarios como el piloto Carlos Sainz unieron sus fuerzas para plantar viñas en bancales de la zona alta del pueblo, mas concretamente en Arrebatacapas -llamada así por el viento que recorre el monte en el que se asientan- y hacer unos vinos nada desdeñables, como el Pegaso.

Ahora, bodegas Canopy, en su búsqueda permamente de la uva garnacha ideal acaba de lanzar la primera añada de un nuevo vino, Kaos, elaborado, precisamente en Cebreros.
Y es que los técnicos de la bodega, tras cinco años volcados en la recuperación de viejos viñedos de altura, encontraron en las laderas vertiginosas de este pueblo abulense viñas viejas de más de 60 años se afanaban por abrirse paso en unos suelos de pizarra de difícil cultivo.De hecho, todo es tan inaccesible, que todos los trabajos en el viñedo se hacen de forma artesanal con la ayuda de mulas (como antes, vamos).

Pero ha sido en medio de este caos de viñas imposibles donde estos enólogos ha encontrado el equilibrio y la armonía en unos viñedos considerados como intratables por los gurús.

Estas condiciones, unidas al máximo respeto por la tierra y a las limitadas producciones de las viejas viñas, permiten que la esencia de la fruta se concentre en la botella, dando como resultado un vino con personalidad única, que reposa en barricas de 500 litros durante dieciocho meses.

Tal y como explica Belarmino Fernández, enólogo de Canopy,”Nos contaban los viejos del lugar que, antiguamente, los vinos de Cebreros se utilizaban para dar carácter a los vinos de otras zonas, ahora entendemos por qué. La garnacha de Cebreros es la mejor del mundo para microvinificaciones”.

El resultado son 1.247 botellas, que demuestran de nuevo el poder de lo escaso, y que ya se pueden encontrar en tiendas especializadas a un precio aproximado de 25 €.

Nota de Cata

Su color rojo brillante recuerda al de las picotas maduras.En nariz es complejo y elegante, con una paleta aromática en la que destacan los aromas primarios de fruta fresca, piel de naranja y hierbas aromáticas, bien acompañados de una mineralidad que se expresa en tonos de grafito, junto con aromas de cacao y recuerdos tostados propios de la crianza en madera francesa.En la boca se muestra amable, de trago fácil pero intenso y equilibrado, con unos taninos maduros, finos y delicados que prolongan el disfrute y la frutosidad.

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